La oposición tiene la muy difícil tarea de encontrar un candidato que pueda competirle en 2024 a AMLO, quien será el rival a vencer aunque no aparecerá en la boleta.

Y, ante el bajo perfil, poco prestigio y sucio pasado de la mayoría de aspirantes a la Presidencia de la República, es muy posible que ese amasijo convenenciero y sin ideología llamado Sí por México (la muy pragmática y poco definida 4T es igual, debe resaltarse) se decante por un candidato externo o “ciudadano”.

¿A quien impulsará la oposición en 2024?

¿Quién podría ganar la rifa de semejante tigre? Lo más obvio sería pensar en un líder empresarial o de la sociedad civil.

Acá no hay que romperse la cabeza y apuntar a dos perfiles poco democráticos que presumen lo contrario: Gustavo de Hoyos Walther y Claudio X. González.

Habrá que agregar a un muy activo Ricardo Salinas Pliego, muy cercano a esta convenenciera y sin ideología 4T, quien podría buscar la Presidencia en 2024 aunque sea para tener comerciales gratis unos meses y aparecer en campaña con una playera de Elektra a costillas del erario; de hacerlo, suena muy imposible que se lance por Morena o algún partido afín.

Tal vez por ahí podríamos pensar en alguna sorpresa desde Monterrey -una tierra muy bronca y heterodoxa, políticamente hablando- en la figura algún empresario o académico de bajo perfil y con mucha mercadotecnia.

Carlos Loret de Mola podría ser un candidato idóneo

Ahora bien, los candidatos externos que han dado buenos resultados en otros países tienen como característica principal la Televisión. En Ucrania y Guatemala llegaron al poder comediantes en cierta medida críticos y con buena exposición mediática.

En México, como todos sabemos, tenemos vacas muy flacas en cuanto a comedia se refiere, al punto que un racista como Héctor Suárez era considerado mordaz.

Sin embargo, un periodista bien podría ser el candidato que busca la oposición mexicana, y tienen un buen precedente para animarse: Lilly Téllez. Después de todo, se trata de personas acostumbradas a la exposición, con cierto carisma y con penetración entre el público.

Durante el sexenio de Peña Nieto, hubo muchos grupos en redes que promovían a Carmen Aristegui para presidenta, y alguien me contó hace tiempo que hubo un intento serio por impulsar su candidatura, pero el proyecto quedó frustrado ante los buenos números de López Obrador.

Con este antecedente, no es muy descabellado pensar que alguien impulse a Carlos Loret de Mola en tres años. De hecho, se trata de un perfil con todo lo que pide la oposición conservadora: hombre, blanco, rico, educado en el ITAM y que defiende los valores de la derecha.

No es casualidad que Loret de Mola se haya reinventado en 2018 y ahora se muestre como el gran periodista que destapa las cloacas del poder. Puede ser que él mismo ya esté pensando en la grande y siga el manual que -voluntaria o involuntariamente- escribió Aristegui el sexenio pasado.

Y tampoco parece casualidad que la Presidencia de la República haya lanzado un ataque en su contra hace unos días para mostrarlo como una persona muy cercana a los poderes fácticos y con poca ética.