Ya sea por derrotas legítimas o por la hipótesis de los fraudes que hasta la fecha argumenta, el caso es que Andrés Manuel López Obrador no ha podido ser Presidente de México. Más allá de las verdades históricas, me parece que para amos escenarios, hay un punto de análisis y convergencia incuestionable: AMLO no logró convencer, ni en 2006 ni en 2012.

Me refiero a que en el supuesto del fraude, el tema sería que no logró persuadir a los grandes poderes fácticos de que era una opción confiable para gobernar, y que por tanto le maquinaron el robo electoral.

En contraste, si asumimos que perdió legalmente en la urnas, significaría que no pudo convencer a la mayoría de los mexicanos; clases medias, medias altas y privilegiadas, principalmente; de que su proyecto de país era el más adecuado, y que por tanto no le alcanzaron los votos para investirse con la Banda Presidencial.

Y por eso le escribo que en ambas probabilidades, el candidato de las izquierdas no consiguió convencer a quienes tenía que hacerlo. Sucede que así es el camino a los puestos de poder, de conquista de voluntades, de una muy amplia y ardua labor de venta.

Hoy, a prácticamente 14 meses de conocer a quien relevará a Enrique Peña Nieto en la titularidad del Poder Ejecutivo, pareciera que el muy experimentado AMLO ya entendió la lección que le faltaba para poder llegar. O al menos es lo que se interpreta por la forma en que está estructurando y desarrollando su proyecto hacia 2018.

Andrés Manuel parece decidido a pactar con quien tenga que hacerlo para, ahora sí, poder llegar. No se entienden de otra manera, los múltiples esfuerzos que el empresario Alfonso Romo; regiomontano de alta cúpula, o “mafia en el poder” se decía en 2006 y 2012; realiza entre lo más selecto del empresariado mexicano, para generar confianza y ganar adeptos para el proyecto, siempre bajo la promesa de que no habrá políticas públicas al estilo de la revolución bolivariana, sino una economía de mercado, muy disciplinada, y con alto sentido de responsabilidad social.

En la misma tónica, se encuadra la incorporación de Esteban Moctezuma al equipo que diseña la plataforma de política social que habrá de proponernos don Andrés Manuel en los próximos meses. Al igual que Romo, se trata de un personaje que representa altísimos intereses económicos y políticos de los hombres más acaudalados del país. Vaya, es un otrora Secretario de Estado que no se mete en estas lides por amor a la patria o por andar desocupado.

La alianza; aún en construcción; de AMLO con el ex presidente Ernesto Zedillo, es otro pilar importantísimo para su proyecto, pues la presencia de ese equipo le brindaría gran certidumbre al empresariado nacional y extranjero, sobre todo si se concreta y anuncia públicamente lo que según ha trascendido, es la principal petición de don Ernesto: la garantía de que Santiago Levy Algazi; subsecretario de la SHCP en el sexenio de Zedillo, director del IMSS con Fox, y actual Vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo; será el Secretario de Hacienda y Crédito Público en el eventual gobierno de Morena.

A la par, integrantes del equipo cerrado de Andrés Manuel, los que manejan los temas económicos, es público que se han reunido ya con múltiples representantes de bancos y fondos de inversión, para compartirles que el proyecto político y económico no contempla afectar sus intereses, sino fortalecer el ambiente de negocios y consolidar lo bueno que se haya hecho hasta ahora.

Son algunos botones de muestra. Y bueno, tampoco hace falta poseer gran genialidad para darnos cuenta de que AMLO está haciendo la tarea, es decir, que está metido de lleno en convencer a todos los que le faltaron las veces anteriores, para por fin poder residir en Los Pinos. Desde luego, esto es totalmente legítimo; se vale pues que don Andrés Manuel modifique la estrategia, aunque no el discurso, para lograr su meta.

Siendo así, escucharemos en campaña, en los eventos populares, prácticamente al mismo AMLO de los años anteriores, al AMLO revolucionario y antisistema; pero en corto, en los eventos con las minorías, en las reuniones con la clase media y con quienes les va mejor, se presentará el AMLO práctico y eficiente, el AMLO que ya dejo atrás los ideales y que ofrecerá certidumbre, un AMLO que dibujará un modelo de economía de mercado con responsabilidad social.

La estrategia luce efectiva y bien razonada: ya no vender al candidato antisistema, pues ya saben que con eso no les alcanza, sino presentar al hombre maduro, honesto y disciplinado que puede corregir y contener los excesos del establishment e impulsar mejores políticas rumbo a la próxima década.

Así, en opinión de su escribidor, ya sólo falta una incógnita por despejar: a los no conquistados en 2006 y 2012, con este aparente cambio de 180 grados, ¿logrará convencernos?

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted. 

 

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