En el mensaje que ofreció Andrés Manuel López Obrador con motivo de su primer informe de gobierno el pasado primero de septiembre, con mucha certeza aseguró que no existe en México una oposición fuerte y organizada que le haga frente a su gobierno y proyecto político. “Toco madera” para que no se organice un grupo con la fuerza de “otros tiempos”. Lo dijo con toda razón, considerado que el PAN hoy está dividido como resultado del daño que le causaron a ese partido la familia Calderón Zavala y el excandidato presidencial Ricardo Anaya y parece ser irreparable, en tanto que el PRI, está prácticamente al borde de la desaparición y el PRD prácticamente ya no existe.

 

Hoy Morena no tiene oposición. Si no hay oposición, entonces dónde están los adversarios a los que a diario se refiere el presidente López Obrador.

El gran problema que enfrenta la nación no está en una lucha política de principios ni de programas como podría ser en cualquier democracia, lamentablemente está en la lucha de grupos de presión y de poder que se encuentran al interior de la 4T.

Lo que vivimos con lo ocurrido en Culiacán, por un operativo fallido, mal planeado y sin organización, ejecutado con completo desconocimiento por parte de los responsables de la seguridad nacional, es reflejo de las confrontaciones al interior del gabinete.

 

Alfonso Durazo asume que el evento fue producto de sus “malquerientes” que se encuentran en la cancillería que comanda Marcelo Ebrard. “Hay, en cambio, algunos jugadores internos que buscan desestabilizar al equipo del presidente” para luego surgir como “salvadores de la 4T y del país”. Estamos hablando del mismo experimento del levantamiento armado en Chiapas en una versión reeditada; en aquel entonces en gran parte se inventó un “genial problema” para que alguien más tarde “encontrara la solución”  y como esta versión, que documenta perfectamente nuestra compañera Verónica Malo, existen muchas que han puesto en entredicho a la 4T y al mismo presidente López Obrador.

 

Yeidckol Polevnsky y Miguel Barbosa vs Ricardo Monreal y Alejandro Rojas Díaz Durán por la candidatura de Puebla. Expulsaron del partido al asesor de Monreal.

Carlos Urzúa (Ex secretario de Hacienda) vs Alfonso Romo, jefe de la Oficina de Presidencia, por el manejo de la economía nacional. Renunció Urzua.

Ricardo Monreal vs Martí Batres por control de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.

Mario Delgado vs Yeidckol Polevnsky; el líder de los diputados de Morena acusa que la líder del partido no tiene autoridad moral.

Porfirio Muñoz Ledo vs Ricardo Monreal. El diputado Muñoz Ledo acusó al senador de “golpista” y terminó renunciando a la presidencia de la Cámara de Diputados.

Rocío Nahle y Manuel Bartlett vs Carlos Urzúa por el tema de la demanda que interpuso el director de la CFE y desconocer los contratos de cuatro de las transportistas de gas natural que operan en el país.

Manuel Bartlett vs Elvira Daniel. Un pleito entre dos funcionarios del sector energético que se disputan el control del gas natural, sin importarles tener sin gas a la península de Yucatán, no se ponen de acuerdo para ver quién y cómo hacen una interconexión de solamente 16 kilómetros.

Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública se convirtió en defensora de oficio de los funcionarios de la 4T, justificando nepotismo y actos de presunta corrupción de personajes como Bartlett, Javier Jiménez Espriú , Carlos Lomelín, Rocío Nahle y su esposo y varios más.

Arturo Herrera vs Rocío Nahle por la refinería de Dos Bocas. El actual secretario de Hacienda habría comentado en Londres que la Refinería de Dos Bocas no era viable.

Ricardo Salinas Pliego vs Proceso, Grupo Azteca de Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios del actual régimen se confronta y demanda a la revista que fundó el padre del Consejero Jurídico del presidente López Obrador, Julio Scherer, por haber publicado una nota donde se hace mención del empresario y Banco Azteca, en la cual se señalan los “vínculos del magnate con la compraventa a sobreprecio de Grupo Fertinal por parte de Pemex durante la administración de Enrique Peña Nieto”.

Estas son tan solo algunas de las confrontaciones al interior de la 4T que han restado credibilidad y legitimidad al proceso de transformación que propone el presidente López Obrador y reflejan una crisis institucional, un conflicto de intereses entre los grupos que se disputan el poder al interior del gobierno y de Morena.

Esto no es nuevo, esta crisis ya se vivió en el país, con nefastos resultados, en 1994. Cuando el expresidente Salinas trabajó la mayor parte de su administración en su popularidad e incluso en buscar la reelección y al final de su administración enfrentó una crisis de gabinete y política caracterizada, entre otros muchos eventos, por los conflictos protagonizados por los grupos que al interior buscaban la candidatura y el visto bueno de Salinas, con Manuel Camacho y Manlio Fabio Beltrones dándose hasta con la “cubeta”, por un lado, otro fue Pedro Aspe y una parte del gabinete económico, por otra parte estaban Colosio-Zedillo y además Salinas y las “concertacesiones” con el PAN. Como resultado, todos recordamos el berrinche de Manuel Camacho, el levantamiento de la guerrilla en Chiapas con el EZLN, el “no se hagan bolas” de Salinas, el cobarde asesinato del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, una crisis económica sin precedentes, inflación, devaluación y fuga de capitales.

¿Será que se repita?