29 de marzo de 2024 | 07:31
Opinión de Divagante

    La fe en tiempos aciagos

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    “Todo mi compromiso es siempre, en todas las cosas, conocer lo más claramente posible y seguir la voluntad de Dios, y esto en el modo más perfecto.” Beato Carlos I.

     Afirmar nuestras creencias como las únicas y verdaderas sería una irresponsabilidad muy grande, los credos e ideologías alrededor del mundo incluso entre ellos tienen sus diferencias  en pensamientos, los diferentes cultos establecen y sostienen que las creencias verdaderas son las suyas, grave error desde mi humilde punto de vista, respetar al contrario siempre será la mejor opción si quieres evitar la confrontación…

     Sin embargo la fechas actuales y viviendo en un país mayormente católico como México nos lleva a participarles de los acontecimientos que se dan en cierto sector de la sociedad, hace poco tiempo acudimos en amable invitación para celebrar un réquiem, este fue en honor al Beato Carlos I de Austria, llamado también el Emperador de la Paz; la historia de este hombre que dirigió los destinos de un sector muy importante de Europa, Karl Franz Ludwig Hubert Georg Maria von Habsburg-Lothringen Emperador de Austría, Rey de Hungría, Bohemia, Croacia, Eslavonia, Dalmacia, Galicia, Lodomeria e Iliria la cual terminaría en el exilio total y viviendo de forma muy austera con su familia es por demás interesante y desconocida para la gran mayoría de la gente “común”…

     

    Carlos Felipe de Habsburgo y Lorena junto a su amable esposa Annie Claire Lacrbe de Absburgo y Lorena nos comparten un poco de la historia del Beato Carlos I, antepasado suyo a quien  buscan junto con un gran grupo de fieles y seguidores que el Vaticano  eleve al grado de Santo… Los méritos al parecer no son pocos, el llamado “Emperador del pueblo” habría dejado un legado suficiente  con sus intervenciones para restablecer la paz durante la llamada GRAN GUERRA o primera guerra mundial, librada principalmente en Europa, versado ampliamente en derecho constitucional y ciencias políticas utilizaría estos conocimientos en favor de la paz para su pueblo…

     

    La corona le llegó de forma imprevista; a la muerte del emperador, su tío abuelo Francisco José I, las ceremonias distaron mucho de las oficiales que en su momento se hubiesen llevado a cabo, dada la situación apremiante de la guerra, poniendo con esto de manifiesto  el principio del fin de un reinado… Desde el preciso momento de ceñirse la corona Carlos I pone todo su empeño en sacar al imperio Austrohungaro de la gran guerra, el descontento y penalidades de su pueblo pesaban mucho, los sindicatos obreros oponentes a la militarización de la industria eran otra parte con la que había que lidiar, los tratados que a espaldas de Alemania intentaba crear con Francia en aras de lograr una paz pronta lo ponen entre la espada y la pared ganando con esto el rechazo de cierta parte de la alta burocracia… burocracia que ya lo traía entre ojos desde el momento que Carlos I decidiera poner fin al derroche de la corte para adoptar fuertes y serias reformas sociales en favor de los más pobres…

      En octubre de 1918 abdica convirtiendo así el imperio en una confederación manteniendo una autonomía plena, política, económica y militar y compartiendo únicamente la jefatura de estado, misma a la que renuncia  el 11 de noviembre de 1918, pero sin renunciar a sus derechos como jefe de la dinastía Habsburgo manteniendo así la posibilidad para algún miembro futuro, después de esto partió al exilio llevando con él a su familia y un sexto hijo por nacer… En 1921 hace intentos por restaurar la monarquía, solo para darse cabal cuenta de la serie de traiciones de las cuales había sido objeto a todos niveles, Carlos sale de Hungría por última vez el 1 de noviembre de 1921 escoltados y trasladados por la marina británica hasta la isla portuguesa de Madeira, siendo este el lugar de su muerte por neumonía el 1 de abril de 1922…

    Su historia y su legado no se olvidaron, educado como católico devoto, se acentúa su fervor al casarse con la princesa Zita de Borbón y Parma, el reconocimiento personal y proclamación de su fe fueron apoyados desde el momento que una monja religiosa estigmatizada profetiza que sería emperador, sería atacado y sufriría mucho, desde ese momento se crea “una liga de oración” siendo este apenas un niño, con miras al apoyo moral que necesitaría en su futuro…

    La beatificación de Carlos I en Roma el 3 de octubre de 2004 por el Papa Juan Pablo II  honra así su visión cristiana de la política, creador de una legista social  vigente aún hoy, intentando en la medida de lo posible humanizar la táctica militar…

     

    De esta manera compartimos un poco de la historia desconocida, de un hombre que hace casi un siglo pensaba diferente al resto de sus contemporáneos, que llevó su sacrificio hasta el final con la esperanza de hacer algo más por quienes  lo requerían, como lo mencioné al comienzo de esta columna, puedes ser creyente o ateo, respetable cada punto de vista, hoy solo queremos compartir un poco de historia…