Bien dicen que el que juega con fuego siempre sale quemado.

Y literalmente, el joven que se prestó a cortarse el cabello con un taladro que tenía fuego, se quemó, y no solamente la cabeza, sino todo el rostro.

Muy seguro, el chico pone su cabeza a merced de sus amigos, que completamente inconscientes, se ríen mientras la víctima intenta apagar las llamas de su cara.