El libro que

ahora leo de un escritor joven, José Cohen, me lo ha dado, ¿por qué?, no lo sé,

por suerte quizá. Como su nombre lo dice, narra la novela de una muerte que

lágrimas ha hecho brotar de mí, no conozco al personaje que muere, solo a

través de estas letras. Del mismo modo a Saramago y Monsiváis, ambos escritores

de muchos matices y excesos de letras, pero pensamientos claros.

Enterarse de una

muerte es triste, pero de estos tres personajes ha generado una tristeza muy

particular, claro que dos de ellos vivieron y el otro lo hizo entre párrafos y

el alma de un escritor.

Hablar ya de

estos escritores será lugar común, todo lo que mi torpe letra pueda decir ha

sido escrito ya. Decir que me duele, pues si, pero con ese dolor insensible de

alguien que jamás fue nada más que letras, sentimientos.

Un abrazo a la

familia, un pésame, un recuerdo de su memoria de sus letras, una proyección o

imagen de lo que fueron en vida, también ya estarán escritos.

Así que hoy

hablaré de la muerte, ese rincón de ensueños al que todos nos dirigimos con

cada minuto que vivimos:

Puedo recordarlo:

hincada en la tierra que pronto se posará en su ataúd, le doy el hasta pronto. ¡Buen camino viejo! Mi llanto cae a latierra, como ofrenda de mis mismas lagrimas que serán enterradas con su cuerpo,una memoria incrédula hace que no entienda lo que sucede a mí alrededor,algunos susurran, otros se duelen.Mientras tanto yo trato de descifrar lo que pasa, una y otra vez veo la imagen en mi mente, la última vez que lo vi, le leí eltarot. ¡Carajo! ¿Porqué no pude ver el accidente? siempre le alertaba de todo,incluso algunos viajes; hacía algunos cambios hasta que salía todo tranquilo.Pero esta vez nada... algunos problemas si a caso. Intenté con todo mí ser regresara ese momento, advertirle que por ningún motivo se subiera a esa moto, pero fueimposible porque no pude verlo.Años atrás comenzó el hábito de leerle las cartas, periódicamente venía a verme para que lo hiciera. Mientras cerceno mi alma conreproches, se que la muerte no puede ser vista jamás en las cartas, pues estaes una negociación interna con el subconsciente energético. Yo creo fielmenteque el ser humano lo intuye, pero no lo sé.El hecho es que mi padre descansaba en ese rincón terrible. ¿Como tuvo la grandiosa idea de morir en la moto? Solo tenía que mantenersevivo una semana más para cobrar al fin el dinero de la venta de una casa quetardó más de diez años en venderla y que marcaría no solo su independencia,sino el negocio anhelado, el que le traería la tranquilidad de su vejez pero nosucedió.Mi viejo, unamemoria que surge inevitablemente en este día de los padres, ante dos dolorosasmuertes y un libro regalado que narra una muerte de la forma más hermosa ycruel que nunca había leído, segundo por segundo.El hombre másinteresante, con el mejor sentido del humor y del que recuerdo acurrucándome enla cama de niña. En momentos de charla, a dos años de muerto; logro imaginarlovívidamente, incluso suelo hacer las bromas que seguramente él haría.La muerte jamásse supera, porque como lo dije ayer, no existe. Algunos se perpetúan en letras,otros en la memoria, mi padre en mis letras. La muerte siempre duele, pero eslo único cierto que tenemos, es lo único que ricos, pobres, ciegos, tontos,enamorados y amantes, soñadores y científicos, todos sin excepción alguna,experimentaremos. Al morir, nos convertimos en artistas, pues cada muerte esúnica, en tiempo, en dolor o en forma. Cada quien emplea diferentes formas demorir, dramáticas o alegres, lo que si, es que todos moriremos. A cada segundomorimos un poco, cada momento, nos hace morir, en el tiempo.Por eso intentovivir cada pequeño instante por separado, porque se que la muerte me acecha, encada esquina, en cada puerta, en cada escalón que subo o que bajo. Mientras yome burlo de ella, ella sentada me espera, sabe que un día me tomará del brazo yme dirigirá a ese hoyo oscuro, tétrico, repleto de nada o tal vez de todo. Mientrashuyo de la muerte, hago más intensa mi vida, negocio con la muerte como mipadre lo hizo alguna vez: solo verlos crecer, a mis hijosy yo voy más allá de eso: por mis letras, por mis anhelos, por un amor que no busco y que no me encuentra, pero que si deseo.Le exijo a mivida, cada sentimiento, cada pensamiento, cada consejo, cada instante, no sevolverá a vivir. Quisiera tener una cámara permanente tatuada en mi cerebro,para recordar aquella charla con aquel vino, después de que la muerte se llevano solo la vida, sino lo vivido.