Cuando vivía mi abuelita, recuerdo que yo al llegar le preguntaba: ¿Qué haces, Agüe? Y ella me respondía: ¡Ay, hija pues aquí tristeando! Seguí escuchando esa palabra por todos lados, todos repetían incesantemente lo mismo: "Tristeando", ahora miro a mí alrededor y, como si esa palabra hubiese sido una maldición, es lo que veo: Tristeza por todos lados.
Ayer me enteré de la muerte de un empleado de la UNAM (conocido de un amigo mío) en el sur de la ciudad. Nuevamente el, ups..., "Lo lamento, es que estábamos comunicándonos con unas balitas y pues se nos fue una, disculpen" (otra vez).
Y otra: El estudiante de la UNAM que estaba de intercambio en una universidad de Monterrey. "Híjole, señor, se me hace que vendía droga", les dijo a los papás el procurador de por allá; de no ser porque el rector de la UNAM, ¡como buen puma, es firme y se puso "al brinco" pidiendo que se esclarecieran los hechos, nop nos hubiésemos enterado.
¿Estamos entrando en los tiempos en que ser universitario y querer hacer algo por el país es suficiente para condena de muerte? ¡Porque ni a los del Tec respetan! O, más bien, son estos apenas los "sicarios" que se puede demostrar que en realidad no lo eran. Porque muchos "caídos" con el título de sicarios posiblemente eran padres de familia o personas plenamente integradas a la sociedad, y ahora los polis y hasta el Ejército hacen su "agosto" aprovechando que todos pueden ser "sicarios en potencia" (así lo diría Aristóteles). Pero hoy no pienso hablar de ese tema (la tristeza me gana, perdón).
Hablaba de la palabra "tristeando". Entre tanta tristeza acaecida los últimos años, principalmente desde que Calderón presa de su enojo lanzara la consigna de "guerra", la frase de mi abuela ha cobrado vida. Hoy por hoy los mexicanos "tristeamos" por la vida y, ¿saben qué? ¡Ya me canse!
Creo que México se merece la felicidad ¡Algunos mexicanos hacen pendejadas! Pero no todos. La mayoría de los mexicanos nos rompemos el lomo todos los días para llevar la comida a la mesa, hacemos horas de traslado para poder tener un trabajo "honrado" y cubrir así las necesidades de nuestras familias. La mayoría de los mexicanos llegamos a casa con la ilusión de darle un beso a nuestros hijos y platicar con nuestra gente, la mayoría de los mexicanos somos personas que valoramos a nuestros amigos, la mayoría de los mexicanos nos solidarizamos con las personas cuando necesitan nuestro apoyo, la mayoría de los mexicanos ayudamos cuando podemos hacerlo, la mayoría de los mexicanos somos personas buenas y con valores, la mayoría de los mexicanos valemos y somos personas HERMOSAS y, lo mejor de todo, la mayoría de los mexicanos ¡ESTAMOS VIVOS!. ¡No más tristeza! No merecemos estar tristes por lo que algunos cuantos hacen pendejamente. ¡Ya basta!
Desde hoy he decidido felicear, felicear por la vida. Con mis amigos no "tristearé", "felicearé" por el mundo, con mi hija, con mis amigos, con mi gente, con las personas que amo, con la gente con la que platico durante el día, con mi trabajo, con mi familia, con mis perros, con mi hijo (del que algún día les platicaré), pienso felicear por el mundo entero. Feliceando no resolveré los problemas que existen en este país pero sí por lo menos lograré hacerme mi vida bonita. Porque respiro, porque siento y porque estoy viva. Mientras tenga un aliento de vida felicearé y compartiré esta felicidad con todo aquel que se me ponga enfrente. ¡Ya basta de tristeza! Bienvenida la felicidad a mi vida, a mi gente, a mi país, ¡que es mío! Y es el país más hermoso del mundo, solo porque así lo siento. Si mis fuerzas son suficientes haré que felicee mi país conmigo. Pese a las pendejadas de otros, mi felicidad es aquí y ahora ¡Porque estoy viva!