Qué dijeron: "¡Otra vez! Ya va a empezar con el rollo este del dolor y no sé qué...". Pues no, la vida es como un buen platillo, debe tener un poco de todo sin pasarse de nada, porque entonces sabe horrible.

Hoy quiero hablar del juego. La vida como tal es un juego, iniciamos el juego cuando nos despertamos. La carrera es para ir al trabajo, llevar a los hijos a la escuela, salir disparado a la oficina.

Hay días hermosos, te despiertas sin sueño, tus hijos se paran raudos y veloces, tú pareja o tu familia te dan los buenos días, ni qué decir que llegas puntual a todos lados y ese día haces lo que nunca creíste que podías hacer en un solo día. Esos días quisiéramos detenerlos para siempre.

Pero no todo es así, vean:

Chon se levantó como todos los días, pero al hacerlo descubrió que había dormido "chueco", un dolor punzante en el cuello cerca de la nuca reafirmó sus sospechas. Hoy tiene cita con una doctora importante regia, está muy guapa, ¡no puede hacerla esperar!

El despertador la noche anterior se apagó, un corte de luz era el culpable. Este hábito del apagón se volvió regular desde que desapareció Luz y Fuerza del Centro, así que el dolor por fortuna había suplido la misión del despertador, pero éste ingrato dolor no lo había hecho tan a tiempo como era habitual, unos fatídicos 20 minutos marcaban la diferencia.

El pobre de Chon apresurado, adolorido y vapuleado por la compañía de luz, hacía lo mejor para parar a sus hijos. "¡No puedo hacer esperar a ese bombón!". Mientras pensaba esto su mujer le dijo: "Chon, pásame...". Un golpe seco se escuchó en la habitación, un grito de dolor aterrante ahogado en la garganta de Chon, la mujer volteó con toda prontitud con un tono de: "Este wey, ora qué le pasa", y como buena mujer preguntó: "¿Te pegaste?", el rictus de dolor de José contestó que sí y para rematar la paciencia de éste pobre hombre ("Citado con bombón", eso sí), su hermosa mujer de casi 100 kilos volvió a preguntar: "¿Te dolió?". Ignorando el dolor (el de la pierna aclaro) caminó a vestir a sus hijos, a como pudo se vistió, no dejaba de preguntarse sobre una posible fractura, pero la imagen de esa regia mujer, alta, delgada y ojos pizpiretos, le animaba a no dejarse vencer. A estas alturas, no sabía cuál de los tres dolores era más intenso. Mientras, su mujer hacía el desayuno,"ricoen grasas" del día.

Sambutió a los hijos al coche, y rápidamente en tiempo record llegó a la escuela, un letrero enorme decía: "Junta de Padres". José no podía creerlo, un dolor más a su vida, en ese momento y como si estuviese escuchando, veía el hermoso rostro trasfigurado de su mujer, reclamándole su falta de cuidado a sus hijos, si no asistía a la junta. Diez minutos después José, parado junto a todas las mamás y algunos papás, escuchaba un largo discurso sobre los baños, apuntaba en una hojita. El tema trascendental era sobre el papel de baño y las paredes sucias por no "atinarle". Su mente viajaba hacia la doctora, se veía a sí mismo arribando al lugar de reunión, desayunando; pediría poc, ¡no dejaría pasar la oportunidad de decirle lo bella que era esa mujer!

Corrió a la salida al finalizar la junta; después, el coche, el tráfico, el celular ("marco o no marco", pensaba), más coche y menos celular. Al fin llegó al lugar, buscó a la doctora: una mesa, dos mesas. Cuando estaba por terminar de revisar la última mesa, al fin el celular: Mensaje de texto: "Lamento no poder llegar a la cita, saludos".

José recordó de súbito sus tres dolores, el cuello, su fisura en la espinilla y su mujer llamó al cel en ese momento.

Mensaje lúdico, es decir, moraleja: De que hay días, ¡los hay!

La vida es un juego, ¡A ella si le gusta jugar!