Seamos serios, la candidata de “Fuerza y Corazón por México”, no tiene un proyecto aeronáutico para el país. Porque hablar sobre retomar la construcción del NAIM, no puede llamarse, ni por asomo, tener un proyecto real sobre la materia; son sueños guajiros y discursos fáciles dirigidos a la gente que sigue con la añoranza de tener un “aeropuertote”.

Es hora de que hablemos de éste, y de las razones para su cancelación; más allá del discurso mediático y político, existieron (y todavía existen) razones técnicas de peso para que dicha obra se cancelará, y deba seguir así.

Comencemos con la crisis hídrica que sufre la Ciudad de México. La oposición ha tomado esta bandera para intentar remontar en las encuestas, y ¡claro! deja a un lado el impacto que tendría la construcción del NAIM, que iba de la mano con el cierre del actual aeropuerto, para que su terreno, más grande que el bosque de Chapultepec, se entregase a los intereses rapaces de las inmobiliarias.

No sé si a algunos ya se les olvidó el discurso de la otrora candidata a jefa de gobierno de la Ciudad de México Alejandra Barrales, entonces con un evidente apoyo de Miguel Ángel Mancera, sentenciaba que los terrenos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) iban a ser destinados para la construcción de la “Ciudad Universitaria 2″, y yo me pregunto: con la crisis actual que hay por el desabasto de agua y la sobre explotación de los mantos acuíferos por parte de las empresas constructoras ¿de dónde iban a sacar el agua?

Xóchitl, que pertenece a este cártel inmobiliario, encabezado por los panistas de la Alcaldía Benito Juárez, son los que ahora toman el tema del agua como parte de su campaña electoral, pero sabían que de haber seguido construyendo el NAIM, cuyo arranque estaba programado justamente en este año, la crisis por el agua sería muchísimo más profunda.

¿La razón?, no la digo yo, sino el connotado panista José Luis Luege Tamargo, quien fuera director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que advirtió tanto a Felipe Calderón como a Enrique Peña Nieto sobre la inviabilidad del NAIM.

En su informe realizado, su advertencia fue contundente: en caso de seguir con sus planes, aumentaban los riesgos de inundaciones severas en la Ciudad de México. Para más claridad, cuando llueve, el agua requiere filtrarse en el subsuelo, pero esto no sucede si en lugar de tierra hay cemento que impide la filtración. ¿Ustedes tendrían una planta, a la que luego le pondrían cemento en su base? Obviamente no, pues la planta moriría, al no poder ser regada.

Eso sucedería con la Ciudad de México a la que le han quitado cada vez más terrenos que sirven de vasos reguladores y grandes áreas de captación de agua para el llenado de los acuíferos subterráneos, simplemente colapsaría la ciudad.

Por eso resulta no solo descabellado, sino incluso terrorista, pues se atenta con la sobrevivencia de la capital del país. En los hechos hemos visto que los panistas son prominentes especuladores inmobiliarios.

Es a ese grupo ya identificado al que le conviene seguir construyendo grandes edificios de vivienda, aunque no puedan garantizar los servicios básicos, como lo es el derecho al agua. Pero eso sí, ahora les sirve de bandera, y no dudan en usarla con fines meramente electoreros (dicho con desprecio).

Entonces, cuando la candidata opositora propone rescatar el proyecto del NAIM está condenando a la Ciudad de México a su desaparición, en aras de un supuesto “progreso” en materia de aviación.

¡Nada más falso!, una promesa vacua y barata que no parte de un punto sustancial: revisar cuál es nuestra capacidad en materia aeronáutica, como país; según cifras de la propia Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), hoy por hoy el 72% de los vuelos lo realizan aerolíneas extranjeras, desde y hasta nuestro país; la participación de la industria nacional dentro del mercado es menor al 30%.

Por lo tanto, si no entienden cómo se mueve el mercado aéreo, resulta absurdo querer tener un hub gigante. El término “hub” se toma prestado de la anatomía de una rueda: el centro de una rueda es el hub (cubo), desde donde los radios salen hacia el borde exterior.

No, mis estimados lectores, no a todo mundo le conviene venir a parar a la Ciudad de México, para desde aquí tomar otro vuelo de conexión; eso es una política aérea del siglo pasado, donde los pequeños hubs no existían, y todo solía concentrarse en un solo punto.

La aviación ha cambiado, sobre todo con la llegada de las líneas de bajo costo. Ahora es más viable crear diversos aeropuertos dentro del país, y desde ahí distribuir el pasaje, sin la necesidad de pasar por el AICM, como antiguamente se hacía. Esto hace que las aerolíneas sean más eficientes y mejoren sus finanzas.

¿Qué es lo que sí se requiere dentro de la política aeronáutica? Continuidad, lo que nos ha dado en la torre al sector es que en cada sexenio dan el famoso “borrón y cuenta nueva” a los proyectos del sexenio anterior.

En este hemos tenido avances. Si ustedes quieren podemos discutir y analizar si son grandes avances, relativos o francamente nimios, pero es un hecho que destacan después de dos sexenios completitos (2006-2018) en los que los gobernantes francamente solo se hicieron patos.

Señaló a manera de ejemplo la conformación de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). Desde la primera degradación a categoría 2 en el gobierno de Felipe Calderón, al país le solicitaron transformar la Dirección General de Aeronáutica Civil, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en una entidad autónoma.

Terminó el sexenio de Calderón, nos echamos los seis años de Peña Nieto, y es hasta que llega Andrés Manuel López Obrador al poder, es que en 2019 se crea la AFAC: sin duda, todavía padece de muchos errores, pero hay que trabajar en ello.

Xóchitl no se ha referido a la necesidad de revisar la Ley Federal del Trabajo, en su Título Sexto Trabajos Especiales, concretamente al Capítulo IV relativo al Trabajo de las Tripulaciones Aeronáuticas, cuya última actualización (en cuanto a condiciones de trabajo y jornadas) fue en 1970.

Han pasado ya 54 años, y los tripulantes siguen trabajando con leyes que ya resultan obsoletas, que necesitan modificarse, que no contemplan las circunstancias específicas y especiales de las mujeres que son comandantes de un avión, por ejemplo; y es que el país y su aviación ha cambiado desde que la primera mujer mexicana incursionó en una aerolínea comercial (1975).

Urge revisar las jornadas de los tripulantes, entender y no perder de vista que se trata de trabajos especiales (así catalogados por la ley) que requieren de una remuneración más elevada por el desgaste físico, mental y emocional al que son sometidos. Debe existir el respaldo legal suficientemente claro para evitar que los tripulantes vuelen fatigados, y que las líneas aéreas no los sobre exploten, porque ejemplos tenemos para aventar pa’ arriba: si pueden pagarles menos, no dudan en hacerlo.

También urge que el área de licencias de la AFAC sea modernizada, para eliminar al coyotaje que se ha creado alrededor de la obtención de las licencias del personal aeronáutico.

Hay mucha tela de dónde cortar: hace falta que se incentive la creación de empleos bien remunerados dentro de la industria y que se acabe con las empresas de “servicios especializados a terceros”, que son el nombre que ahora recibe el outsourcing; ¿qué tal si volteamos a ver prácticas vejatorias? Así podríamos evitar que Volaris, por ejemplo, realice la prueba del polígrafo a sus aspirantes.

Y ya aprovechando el viaje, que se acabe con los sindicatos charros, como el STIA, que precisamente se hace de la vista gorda con Volaris y permite una serie de atropellos a sus trabajadores.

¿Cómo recuperar la dignidad dentro de la aviación?, ¿qué planes hay para los trabajadores de la industria?, ¿se castigará a los empresarios que quiebran líneas aéreas y siguen tan campantes?, ¿cómo va a impulsar el crecimiento de la aviación nacional frente a las aerolíneas extranjeras?, ¿abrirá los cielos a la aviación extranjera?

No. Xóchitl no tiene interés en la aviación, a menos que sea para lograr los votos de los “nostálgicos” del NAIM. Y aprovecho para aclararle a la candidata que los aviones no tienen retrovisor y que no es correcto llamarles a los aviones ligeros o ultraligeros “avionetas”; su nombre es avión “appareil volant imitant l’oiseau natural”, que en español significa aparato volador que imita al ave natural.

Quien sí trae un proyecto muy interesante es Claudia, pero de ella hablaremos en otra columna, pues también tengo muchas preguntas por hacerle.