En este mundo traidor nada es verdad y nada es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira.

Nada más útil que esos famosos y muy citados versos para entender las reacciones generadas por el video de ayer en el que Claudia Sheinbaum reprocha a Alfonso Durazo que no se hayan respetado acuerdos mínimos de civilidad en la contienda interna de Morena.

Pocas veces un video había sido tan viral como el mencionado en los párrafos precedentes.

Dado que se escuchaba mal, es decir, con un volumen bajísimo, la gente en redes sociales se puso a jugar a adivinar lo que Claudia reclamaba y lo que Durazo a duras penas contestaba. Hubo interpretaciones muy divertidas, otras vulgares, algunas más apegadas a lo que sí se dijeron y en general la gente disfrutó con eso. Un round ganado por Claudia que incrementó su nivel de conocimiento, algo importantísimo dos meses ante de una encuesta en la que la ciudadanía expresará sus preferencias electorales basadas sobre todo en el reconocimiento de nombre de una corcholata y cinco corcholatos.

En efecto, una corcholata y cinco corcholatos. Es decir, una mujer contra cinco hombres. Y aquí empiezan los problemas.

Y no problemas menores, ya que afuera del recinto en el que se fijaron las reglas de la competencia en Morena solo a ella le gritaron, a ellos no. Round perdido para el ideal feminista de un partido que se supone de izquierda.

En medios de comunicación, la mayor parte de la comentocracia masculina criticó a Sheinbaum porque la vieron enojada. ¿Y qué esperaban, columnistas machos? ¿Que se pusiera alegre ante el griterío hostil a una mujer que mancha a Morena? Round perdido por la comentocracia varonil que sigue perdida en la telaraña de la vieja política mexicana, según la cual la política es el arte de tragar excrementos, agradecerlos y pedir doble ración.

En redes sociales predominaron los comentarios a favor de Sheinbaum. A la gente le gustó, sobre todo a las mujeres, ver a una mujer decidida y fuerte absolutamente capaz de poner en su lugar a políticos machos como Durazo, quien no tuvo el valor de reconocer la falta cometida por el Consejo Nacional que él preside, pero también de no dejarse aplastar por la perversidad de otro macho, Marcelo Ebrard, cuyos simpatizantes fueron los que agredieron con gritos y ofensas a la mujer líder en las encuestas. Round a favor de la sociedad, sobre todo su parte femenina, que no está dispuesta a seguir viviendo dominada por la vieja política.

Por mi parte vi a una mujer valiente, pero ellos los columnistas hombres vieron lo que su machismo les permitió ver. Si siguen caminando con esa venda en los ojos, no llegarán muy lejos en este México que vive el tiempo de las mujeres.