En política, escuchar, atender y cumplir son ingredientes clave para generar confianza. No se trata solo de ganar votos, consiste en provocar cambios. En tomar decisiones, en ser firmes pero también empáticos.

Guadalajara, la capital de Jalisco, la ciudad más importante de occidente, tierra del mariachi y el tequila, vivió un momento histórico hace un año: por primera vez es gobernada por una mujer. Más allá del género, las lecciones de las mujeres en puestos de poder tienen que ver con la huella en la forma de hacer política, en la construcción de acuerdos, en la astucia para articular en el momento preciso, en gobernar con otra mirada visibilizando problemas que de otra manera son difíciles de ver.

La presidenta de Guadalajara es Vero Delgadillo, gobierna sin estridencias ni arranques, tiene mano izquierda y teje fino, con los tres niveles de Gobierno, de la mano y coordinado con el gobernador del Pablo Lemus que ha permitido ninguno de sus proyectos estratégicos se detenga.

El modelo que se impulsó en una de las ciudades más importantes de México tiene un componente toral: cuidar. Es uno de los primeros municipios que ha dado pasos para una articulación del Sistema Nacional de Cuidados a través de las comunidades de cuidados, la primera red territorial de México.

La lógica es sencilla: todos los seres humanos necesitamos cuidados, niños, adolescentes, mujeres, hombres, adultos mayores, personas con discapacidad, todos somos susceptibles de cuidados.

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El valor de su política pública es reconocer el trabajo de los cuidados, integrarlos como parte de la estrategia local y que haya servicios para todos los ciudadanos en un perímetro no mayor a diez cuadras. ¿Qué hicieron? Reorganizar la ciudad. Bajo el nombre de Comunidades se localizaron espacios donde pueda haber programas de educación, servicios de psicología, programas sociales, espacios deportivos, oferta cultural, servicios médicos y mercados. Le inyectaron presupuesto para fortalecer bibliotecas, comedores comunitarios y consultorios médicos.

En Guadalajara tampoco tembló la mano para terminar un contrato privado de 30 años que dañó a la ciudad y beneficiaba a unos cuantos en un tema tan sensible como la recolección de basura domiciliaria. En lugar de ceder a presiones o intereses económicos, la alcaldesa demostró que estar al frente también implica tomar decisiones difíciles para dar mejores servicios a la ciudadanía. Actualmente la eficiencia de la recolección llega al 95%.

No se trata solo de una figura en la silla principal, sino de una manera distinta de gobernar: más incluyente, con sensibilidad social, con empatía y mano firme cuando es necesario.

El modelo de la ciudad de Guadalajara resulta atractivo porque se habla poco de este, aunque sus implicaciones son profundas, pues su alcaldesa encontró la forma de combinar firmeza, innovación y cercanía con la ciudadanía.

Vero Delgadillo como se refieren a ella en su comunicación oficial incorporó todos los temas: servicios públicos, seguridad, vivienda y política social. Para todos hay un programa y una acción de gobierno, una agenda ambiciosa en un país que parece apostarle solo a una política asistencialista.

A manera de conclusión solo le diré que llama poderosamente la atención que el liderazgo de esta política jalisciense parece tejerse en una cancha diferente a las declaraciones estridentes, pues ha optado por ganarse la confianza caminando las calles de la ciudad que gobierna.

Estaremos pendiente de su informe este lunes 08 de septiembre.