A veces parece que las leyes se quedan en el papel, ¿no?. Pero cuando las decisiones que se toman en el Congreso realmente se sienten en la vida de las personas, es cuando vale la pena decir: sí se puede hacer política de manera diferente.
Y justo eso ha pasado desde el Congreso del Estado de México, donde la bancada del Partido Verde ha impulsado propuestas legislativas que, muchas de ellas, hoy ya son una realidad. No se han quedado en promesas, sino en hechos que se ven y se viven en el día a día.
Por ejemplo: durante años las comunidades del campo mexiquense denunciaron las famosas bombas antigranizo, esas que evitan el granizo, pero que en realidad alteran las lluvias y dañan las cosechas. Escuchar a la gente fue el primer paso. Hoy, su uso está regulado por ley, protegiendo a las y los productores y recordándonos algo simple pero poderoso: cuidar el cielo también es cuidar la tierra.
Y hablando de cuidar, ¿quién no recuerda la época en la que todo era desechable? Bolsas, popotes, vasos, productos que usábamos por minutos, pero tardaban siglos en desaparecer. Por ello, impulsamos una reforma histórica que prohibió los pláscticos de un solo uso en el Estado de México. Gracias a ello, cada vez más comercios ofrecen alternativas ecológicas y la ciudadanía adopta hábitos más responsables. Porque legislar también puede ayudar a limpiar nuestros ríos, calles y conciencia.
Pero proteger la naturaleza va más allá de los objetos que usamos: también implica cuidar a los seres que comparten nuestro territorio. Pocas cosas representan tanto al Estado de México como la mariposa monarca, símbolo de belleza, migración y equilibrio ecológico. Su llegada cada otoño no es casualidad: detrás hay leyes que protegen su hábitat y combaten la tala ilegal, impulsadas para asegurar que las nuevas generaciones sigan disfrutando de este espectáculo natural.
En ese mismo sentdo, la tala clandestina ya no es un delito menor. Las reformas recientes establecen penas más severas y sanciones económicas más altas para quienes destruyen los bosques. Porque no se puede hablar de progreso mientras desaparecen nuestros árboles. Hoy, los delitos ambientales tienen consecuencias reales, y eso demuestra que estamos avanzando hacia una justicia más verde.
Y si hablamos de conciencia ambiental, también hay acciones que educan desde la experiencia. Ahora, quien tire basura en la vía pública deberá realizar trabajo comunitario. No se trata solo de castigar, sino de enseñar: que quien contamina entienda lo que cuesta limpiar. Una medida ejemplar que transforma la sanción en aprendizaje y la indiferencia en responsabilidad compartida.
Todo esto tiene un hilo conductor: escuchar para legislar, y legislar para cumplir. Lo que antes eran ideas, hoy son realidades: menos basura, más árboles, menos plásticos, más conciencia. Y eso confirma que sí se puede hacer política distinta: una que escucha, actúa y deja huella positiva en las familias mexiquenses.


