La sección de Liz Vilchis en las mañaneras del pasado sexenio pudo haberse llamado “Hay mentiras, malditas mentiras y periodismo mexicano”.

Es una paráfrasis de cierta famosa frase atribuida al estadounidense Mark Twain, “hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas”. Como suele ocurrir en estos casos, no es seguro que el autor original sea Twain: se afirma que más bien es de alguno de dos británicos, Benjamin Disraeli o Leonard H. Courtney, o de un francés, François Magendie.

Como le dijo ayer la presidenta Claudia Sheinbaum a Liz Vilchis, colaboradora de SDPNoticias: “Aprovechando tu historia de este lado de la conferencia (de prensa mañanera)”, ni duda cabe que el periodismo mexicano “está lleno de mentiras”.

Vilchis ya no está en aquel lado de la mañanera, el de quienes dirigen a México, sino en este otro lado, el de quienes ejercemos el periodismo. Debutó ayer en la conferencia de prensa de Sheinbaum como representante de SDPNoticias.

El de la presidenta Sheinbaum y la periodista Vilchis fue, en su primera parte, un diálogo sobre la “convicción política”, que para Claudia es “similar al amor”. Amor a una causa, la del pueblo tantas veces oprimido, tanto tiempo marginado y con tanta fuerza arrojado a la pobreza en los periodos de gobierno del PRI y del PAN.

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Esa convicción política, tan potente como el amor, pudo sacar en la primera administración de izquierda, la de AMLO, a 13.5 millones de personas de la pobreza. Si la presidenta no renuncia al proyecto de la 4T, y no lo hará por más que la empujen a romper con el expresidente, al terminar el sexenio de Sheinbaum será todavía mucho más grande el número de hombres y mujeres que dejarán de ser pobres.

Además de la conversación sobre la política como una forma de amor hacia quienes menos tienen, la periodista Vilchis y la presidenta Sheinbaum también hablaron de aquello que la actual colaboradora de SDPNoticias denunciaba, el pasado sexenio, cuando estaba en el otro lado de la mañanera: la mentira como la síntesis de los cuatro pecados capitales del periodismo denunciados por el papa Francisco.

Los pecados capitales del periodismo

En entrevista que en 2019 concedió a Jordi Évole, el fallecido pontífice analizó el periodismo contemporáneo. Dijo, alzando la voz, que son cuatro los pecados en los que pueden caer los periodistas: la desinformación, las calumnias, la difamación y la coprofilia. Los cuatro, a fin de cuentas, son de alguna manera mentiras.

Primer pecado, la desinformación: Contar solo una parte de la noticia, es decir, silenciar lo que no conviene al periodista o al medio que lo difunde. Esto genera una visión tendenciosa de la realidad. Las medias verdades, ni duda cabe, son mentiras completas. Lo vemos hoy en las críticas publicadas, en las columnas políticas, acerca de las estadísticas económicas, que no fueron lo esperado. En un ejercicio de nado sincronizado se cuestiona la explicación de la Secretaría de Hacienda descontextualizándola en forma muy vulgar.

Segundo pecado, la calumnia: Se inventa un hecho con el único fin de dañar a alguien. Claudia Sheinbaum y Liz Vilchis, en 18 minutos y 14 segundos de plática, mencionaron varios casos concretos.

Tercer pecado, la difamación: Tergiversar algún hecho anterior relacionado con alguna persona, solo para perjudicarla en el presente. Ayer jueves 30 de octubre, en El Financiero, Raymundo Riva Palacio dio a conocer que el exgobernador de Chiapas y todavía cónsul en Orlando, Florida, Juan Sabines, tuvo relación con el recientemente arrestado en Estados Unidos, Víctor Manuel Álvarez Puga. Es verdad, Sabines trató a este hombre y a su hermano, pero… lo relevante entre ellos fue que comenzó, en 2011, la primera investigación contra Álvarez Puga & Asociados. Al otro hermano, Alejandro Álvarez Puga, el gobierno de Juan Sabines logró que se le arrestara en Centroamérica, pero la entonces PGR del gobierno de Felipe Calderón no quiso extraditarlo. Riva Palacio, por no verificar la información que le pasaron, difamó a Sabines.

Cuarto pecado, la coprofilia: Es la atracción del periodismo mexicano por las noticias sucias, que lleva a la apasionada búsqueda de escándalos. Tanta mierda, particularmente en la TV, termina echando a perder reputaciones de personas inocentes. Leo en la inteligencia artificial de Google que el papa Francisco, sin ambages, señaló que el pecado de la coprofilia contribuye a la mentira distorsionando la verdad y manipulando la opinión pública.

En el periodismo mexicano se miente más, es decir, más que en este oficio tal como se ejerce en otros países. Es así porque en ningún medio de comunicación se exige, antes de publicar, pruebas de que se ha verificado lo que se pretende difundir. Sobre todo, el columnismo mexicano da por verdadera cualquier tontería que llega a oídos de la comentocracia, básicamente por la necesidad enfermiza de dar a conocer, a diario, grandes primicias, que si después resultan falsas, se ignoran y ahí termina la historia, sin consecuencias para el pecador.

El periodismo responsable y ético lo es, sobre todo, por su capacidad para verificar. Rara vez lo observamos en México, donde prácticamente nadie en la comentocracia y en la dirección de los medios de comunicación es capaz de decir a la audiencia que no hubo manera de verificar lo que se está publicando, y que por lo tanto podría no ser verdad.

La sección sobre las falsedades periodísticas se llama, en el sexenio de Sheinbaum, “El Detector de Mentiras”. Un título también adecuado podría ser la frase que tantas veces le escuché a Pancho González, el dueño de Milenio, y que podría ser aplicable a la mayoría de sus columnistas —y a prácticamente toda la comentocracia nacional—, “Esa mentira no es verdad”.

Dejo aquí el video de los 18 minutos y 14 segundos de diálogo entre la presidenta Sheinbaum y la periodista Liz Vilchis, quien ayer se estrenó en el otro lado de las mañaneras.