Una novedad en el espectro político nacional fue la conformación de un bloque opositor en México llamado “Sí por México” para las más grandes elecciones federales de 2021 con candidaturas respaldadas por el mismo en los más diversos cargos de elección popular (con algunas excepciones), desde gobernadores, alcaldes y diputados locales y federales. Un nivel de cohesión nunca visto que comprendió simultáneamente a las organizaciones cúpula de la empresa privada (no como tales, sino mediante sus líderes y bases de apoyo en calidad de ciudadanos), el Partido Acción Nacional, el Partido Revolucionario Institucional y el Partido de la Revolución Democrática. Es el nivel máximo de alianza que se ha conocido en la época contemporánea en México, por el tamaño de los tres principales aliancistas: la gran empresa privada, el PRI y el PAN. El PRD en un rol menor, pero significativo en algunas zonas y ciudades.

A pesar de que lograron esto, con la finalidad de presentar un frente unido y sólido ante el apoyo social arrollador del Presidente AMLO, y en menor proporción de su Partido Morena, muchos sabíamos perfectamente bien que su gran “Talón de Aquiles” eran los objetivos programáticos, más allá de las líneas generales en que habían coincidido antes y podían seguir coincidiendo hoy relativos a la economía de libre mercado, desregulada, orientada e integrada al exterior y con retracción significativa de la intervención económica del Estado, genéricamente dicho.

Tal vez lo más importante, es que los resultados económicos del modelo de economía antes enunciado, no pueden considerarse halagüeños. Antes de la pandemia global se venían arrastrando ya factores de crisis importantes que se agudizaron durante la crisis de salud: el tema energético (a pesar de la reforma peñista a la que el ex Presidente Dr. Ernesto Zedillo se refirió diciendo que “ni en mis sueños más salvajes la había concebido”) con caídas históricas en la producción de gas, gasolinas, productos refinados y petróleo crudo, la tendencia recesiva del PIB y la inflación creciente, más el elevado endeudamiento público del 45% del PIB). Y otros problemas como la corrupción estructural y el empoderamiento desmedido del crimen transnacional organizado. No obstante, su rechazo y la necesidad de combatir al gobierno y el programa del gobierno actual logró aglutinarlos.

Mientras se trató del ataque a la pandemia, los programas de vacunación, la política exterior hacia la región latinoamericana, y algunos otros aspectos, no había materia real de tipo programática que pudiera oponerlos, pero el tema de la electricidad y la riqueza de los yacimientos de litio, cambiaron la situación. La recuperación de los lineamientos del nacionalismo energético mexicano, uno de los cuerpos ideológicos más sólidos en los agrupamientos políticos en México –salvo en Acción Nacional,  la empresa privada, y desde luego en el capital extranjero- convertidos en propuestas de gobierno y hoy Iniciativas de Ley enviadas para su discusión y eventual aprobación por parte del Congreso, está provocando una amenaza de quiebre dentro de la alianzaSí por México” (parcialmente) que se opone al cambio de modelo energético en la industria eléctrica nacional y a la nacionalización de los yacimientos de litio para crear una empresa estatal que los administre de manera soberana. No aceptan ni siquiera un esquema de inversión mixta como el que contiene la Iniciativa en materia de electricidad con participación minoritaria, sino el control completo. En esta lógica del gobierno, previsiblemente seguirá la contra-reforma petrolera antes de que termine este sexenio. No hay duda.

Dentro del PRI y el PRD se han movido las fuerzas internas, más allá de la dirección política nacional, planteando la necesidad de un examen mayor de las propuestas del gobierno actual, destacando las coincidencias programáticas y los alineamientos históricos. La coalición que respalda al gobierno actual (Partidos Morena, Verde, del Trabajo, Encuentro Social), necesitan más votos de los que ellos suman en la Cámara de Diputados para lograr la aprobación de las iniciativas de Ley enviadas por el gobierno. Quieren tomarlos del PRI principalmente, pero quizá cuentan con varios votos del PRD, tal vez no decisivos pero simbólicos de un cambio político estratégico de dicho partido.

Si las estructuras internas, particularmente las direcciones partidistas no aguantan este voto diferenciado de sus bancadas, puede haber desprendimientos de grupos de diputados en favor de las propuestas del gobierno, incluso, ampliación de las bancadas del Partido Morena y alguno de sus aliados con la incorporación de diputados “rebeldes”, y en el menor de los casos, “bancadas independientes” además de la ya existente recientemente formada. Una auténtica democracia requiere interlocutores fuertes u opositores sólidos, no fragilizados que sucumban ante las primeras disyuntivas complejas que se les presentan. Esto no es saludable ni para el gobierno, pero entendamos que la solidez de la alianza opositora de centro derecha, no es tan sólida en sus bases sociales como en sus direcciones políticas (salvo en el caso patronal).

En el PRI ningún dirigente apoyará la opción obradorista, están comprometidos con la corriente salinista, fuerte dentro de ese partido. Pero hay un sector más contemporáneo que no parece ser ni tan afín ideológicamente al salinismo (les ha tocado la debacle de la última elección y la expectativa de altos miembros del partido que pueden ir a la cárcel, recordar que muchos plantearon la “expulsión” del ex presidente Peña Nieto) ni tampoco dispuesto a ver derrumbarse los últimos reductos de su partido, otrora omni-poderoso. Tampoco puede negarse que una parte sustantiva de la base social del obradorismo provino de las “bases olvidadas” del antiguo PRI de masas que pueden hacer que la pasen mal los diputados que se opongan a las iniciativas energéticas. La ofensiva jurídica constitucional actual en donde predominan los abogados patronales y del PAN en el tema de la “revocación del mandato” no puede ser tan atractiva para sus bases sociales. El tema energético de la electricidad,  las tarifas y la perspectiva de empleos asociada al control del litio es mucho más interesante, si sabe explotar así.

Dentro del PRD la dinámica interna es doble: deslinde de la corriente hegemónica y acercamiento al perfil ideológico y político de las iniciativas de ley energéticas del gobierno actual. Una nueva hecatombe les amenaza con lo que parece ser la “huida” del ex gobernador Silvano Aureoles y como hipótesis, su eventual y futura detención judicial. Allí el cambio obligado sería mayor: un nuevo partido, nueva plataforma programática, nuevos símbolos, estatutos, colores, dirigentes. En suma una apuesta alta por una nueva identidad. Puede llegar un replanteamiento de su rol o permanencia dentro de la alianza de centro derecha actual en “Sí por México”. Hay muchos mexicanos que verían con suma simpatía este “retorno” del grueso de los militantes del hoy PRD a las filas de la socialdemocracia auténtica. En cualquier escenario de los antes esbozados, quienes más pierden son los líderes empresariales en su apuesta frentista anti-AMLO, y el Partido Acción Nacional.

Pero entendemos que el Presidente AMLO sabe también jugar o acomodar sus cartas más allá de lo inmediato, las más directas y las que influyen poderosamente en el entorno político nacional:  y allí está el ámbito público determinado por la ofensiva de la FGR con relación a las acusaciones de “delincuencia organizada” para Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray, Ricardo Anaya y algunos más, no digo que sea “línea del Presidente” lo  que está haciendo la FGR, lleva muchos meses en ello, hablo de la habilidad y perspicacia de saber acomodar su juego político dentro de otros factores de gravitación que le favorezcan, que naturalmente tensa en forma severa la dinámica política nacional y actúa sobre las expectativas políticas y de decisión en el corto plazo de los actores fundamentales dentro y fuera de los partidos opositores, esencialmente del PRI y el PAN, pero también del PRD si el caso “Silvano Aureoles” se deteriora hacia un tema judicial. La guillotina está cerca. Ninguno de los dirigentes o líderes internos pueden dejar de considerarlo.

Estos son los elementos objetivos, de estructura y coyuntura que me permiten pronosticar que el fraccionamiento de la alianza más amplia, fuerte y cohesionada que ha habido en México en las últimas décadas, puede ser un hecho muy próximo aunque no total, quebrarse por lo menos parcialmente, debido este conjunto de razones expuestas, mucho más que por las declaraciones del Presidente AMLO que también juegan su papel, presionan en la coyuntura, pero las considero en un rol secundario. Lo veremos pronto.

Jorge Retana Yarto