Cuando ayer leía completo el artículo sobre la sucesión presidencial en Morena de Jorge G. Castañeda publicado en Nexos recibí el mensaje de un amigo feliz porque el Nápoles había ganado el campeonato de futbol de Italia, sí, el famoso scudetto. Ese hombre es culto —o mamonamente presume de serlo— y me apantalló porque en su texto de WhastApp utilizó la expresión “ciudad partenopea”.

No entendí y la pregunté por el significado de partenopea. Respondió con cierta arrogancia: “¿No conoces la leyenda de la sirena Parténope?”. Pues no, no la conocía. Probablemente alguna vez leí sobre la misma, pero como no me especializo en sirenología, lo olvidé. Antes de continuar aclaro que no debe confundirse la sirenología, que sería algo así como el estudio de las sirenas, con la sirenomelia, que es una enfermedad rara y mortal que afecta a algunos, afortunadamente pocos niños que nacen con las piernas pegadas.

Vayamos a la sirena Parténope. No nació así, con sirenomelia. Hasta su juventud tuvo un desarrollo perfectamente normal y más que eso, ya que se convirtió en una muchacha de extraordinaria belleza. Era tan hermosa que enloqueció de celos a la diosa Afrodita. Esta divinidad no pudo controlar el odio generado por la envidia y castigó a la bellísima joven convirtiéndola en una monstruosidad mitad humana, mitad pez.

Parténope no perdió con el castigo sus buenos sentimientos. Así, se enamoró de Ulises —Odiseo, en griego—. Escuchó sus hazañas y en su fantasía el amor surgió. Cuando ella supo que el barco de Ulises pasaría por el mar en el que vivían las sirenas, convenció a sus hermanas de ser la única que cantara al héroe legendario. Es lo que leí en un blog sobre el último año de la carrera de medicina que alguien estudió en Nápoles.

Ulises sabía que dejarse seducir por el canto de una sirena llevaba a la muerte. Pero, como no hay voces más bellas, no iba a privarse de escucharla. Entonces, ordenó a sus marineros que lo atasen al mástil y que todos ellos se taparan los oídos con cera.

Para una sirena, cantarle a un mortal era riesgoso, ya que si el hombre elegido no caía rendido por su voz, ella moría. Complicados enamoramientos en el mar. Parténope sabía que un prócer tan listo como Ulises no iba a dejarse atrapar por su canto, pero no le importó: la sirena cantó para atraerlo. Ulises la escuchó y quedó fascinado, pero amarrado como estaba no pudo lanzarse al océano a buscarla.

Parténope murió. Las corrientes llevaron su cuerpo a un golfo, donde algunos pescadores construyeron un templo en su honor. Así surgió la ciudad de Nápoles, cuyo equipo ha ganado el campeonato de futbol de Italia. La sirena Parténope estará contenta con el scudetto.

¿Qué tiene eso que ver con el análisis de Jorge Castañeda de la sucesión presidencial en la lógica de AMLO y Morena? Quizá el hecho de que habrá gente de México vacacionando en Nápoles durante los próximos meses de julio y agosto. Enriquecerán su espíritu con el recuerdo de Parténope, pero no podrán participar en la elección del candidato o la candidata del partido de izquierda.

Según Castañeda las vacaciones son un factor que afectará a Marcelo Ebrard. En su análisis, el colaborador de Nexos parte de un dato duro de las encuestas: Claudia Sheinbaum es la líder con más de 10 puntos de ventaja en todos los sondeos.

El Güero Castañeda coincide con Jorge Zepeda Paterson: para que Marcelo se acercara a Claudia —que no lo ha hecho en muchos meses—, necesitaría dejar la Secretaría de Relaciones Exteriores para irse a hacer campaña en todo México buscando el apoyo de las personas conservadoras de las clases medias y altas que no están con Sheinbaum porque la ven tan izquierdista como el presidente López Obrador.

Ahí surge el problema de las vacaciones que mexicanos y mexicanas de clases medias y altas disfrutarán este verano, quizá en Nápoles —o en cualquier otro lugar del mundo—: si la encuesta de Morena va a aplicarse en agosto, la gente con recursos económicos no estará en sus casas porque andará de paseo. En palabras de Castañeda: “Agosto es muy mal mes para salir a campo (a encuestar); demasiada gente se encuentra fuera de la comunidad donde reside”. Y eso es malo para Ebrard.

Pero lo peor para Marcelo no radica en lo anterior, sino en el hecho de que el cierre de su campaña durante julio —el mes previo a la encuesta— no será eficaz para el canciller porque, para alguien con su perfil ideológico, dice Castañeda, “julio es un pésimo mes: las universidades cerradas, las clases medias de vacaciones, los empresarios de provincia también”.

Por WhatsApp le pregunté al Güero Castañeda que cuál es entonces su pronóstico, ya que no lo deja del todo claro en Nexos y me contestó: “Que Marcelo ya se la peló”. Eso de se la peló es un mexicanismo que significa que alguien chupó faros, o sea, que ya no la hizo.

Sigo sin ver fuera de competencia a Marcelo Ebrard, aunque en las encuestas esté cada día más lejos de la líder Claudia Sheinbaum. No es el caso de Ricardo Monreal y Adán Augusto López, quienes nomás no han crecido en las mediciones de preferencias electorales. Así que, vacaciones o no vacaciones, todavía no se ha decidido la candidatura presidencial de Morena. Ya casi, pero falta.

Por lo demás, es deseable que Marcelo no escuche el canto de la sirena mexicana llamada comentocracia. No es tan bella como Parténope ni su voz impresiona, pero sí tiene el columnismo político cierta capacidad de ilusionar a quienes quieren dejarse engañar. Ya le cantan a Ebrard esa de Vete de aquí, es decir, de Morena. Para el canciller sería mortal, políticamente hablando, participar en las elecciones como candidato de MC solo para quedar en último lugar. Porque el PRI, el PAN y el PRD, como dice El Güero Castañeda, no recibirán a Marcelo: “La otra hipótesis —ser candidato del PRI, PAN y PRD— es un wet dream de empresarios despistados”. Eso de wet dream es un gringuismo; significa que es una jalada.