Las clases por zoom son una excelente alternativa, pero jamás serán de la magnitud de las presenciales y no solo a la cercanía de los alumnos y los maestros, la convivencia que representa el verse a diario y reencontrarse con los amigos e intercambiar opiniones de todo lo que podamos incluyendo, claro está, las clases, la ayuda psicológica que representa el apoyo incondicional de un amigo que te dice tomando tu cuaderno: “presta; mira es así, esto por esto más esto y restas esto… ¿me entendiste?”… todo resulta tan claro explicado en primera persona…

Dejando de lado también el saborear las páginas de cada libro y cuaderno, los egos de ciertos profesores son puestos a prueba en cada salón, lidiar con el coeficiente intelectual presente en cada aula es mucho más que solo calificar al alumno y muchas veces culparlo de “apagar” la cámara para no poner atención, hay muy buenos, que digo buenos, excelentes maestros en las escuelas, muchos de ellos dieron literalmente cátedra sobre cómo se puede socializar y enseñar a distancia, algunos  como mi querida amiga Aida San Vicente, dejan con el ojo cuadrado hasta  al más avezado en el tema y gracias a seres como ella muchos alumnos tuvieron la satisfacción de aprender de forma lúdica e interesante temas tan difíciles en cuestiones jurídicas.

Apelo a las cuestiones jurídicas ya que la gloriosa facultad de Derecho en la UNAM retomó las clases presenciales el pasado 31 de enero, para gozo de sus alumnos y maestros, y a decir de todos ellos, no hay mejor lugar que  salón de clases para aprender de los mejores.

Pero regresando un poco el tema de la columna pasada, referente a la necesidad de la socialización en los adolescentes en las jóvenes mentes en crecimiento, tuve la fortuna de recibir bastantes opiniones de catedráticos renombrados  en plena coincidencia, lo cual agradezco  enormemente; dentro de estas  charlas bastante constructivas salió a colación y recordé el artículo de un prestigiado doctor argentino. El dr. Ovidio, Neurólogo Pediatra, quien nos alerta sobre una enorme tragedia que silenciosamente se está desarrollando a pasos agigantados en nuestros hogares y al parecer no estamos siendo conscientes de ello.

En otro artículo también el psiquiatra dr. Luis Rojas Marcos nos ilustra al respecto y nos pone el dedo en la llaga…

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¡Nuestros hijos están en un estado emocional devastador! ¿Te has dado cuenta de lo que pasa puertas adentro en tu hogar?

Desde los años 2000-2005 diversos investigadores alrededor del mundo  nos han compartido estudios y estadísticas cada vez más alarmantes sobre un aumento agudo y constante de enfermedad mental infantil que ahora está alcanzando proporciones epidémicas, y hablando de epidemias, se agravan cada vez más  en cada mes que avanza el encierro por la pandemia a nivel global

Las estadísticas no mienten:

  • 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental.
  • Se ha notado un aumento del 43% en el TDAH, Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad.
  • Se ha notado un aumento del 37% en la depresión adolescente.
  • Se ha notado un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años.

Pero ¿Qué es lo que pasa realmente?, estamos en una era  que según el dicho de algunos padres, les hubiera gustado vivir en su adolescencia, entonces ¿por qué no produce esa dicha a nuestros jóvenes y niños, que les estamos quedando a deber o de que los estamos atiborrando erróneamente en el afán de querer darles lo que nosotros no tuvimos…?

¿Qué es lo que está pasando y qué estamos haciendo mal?

Según los estudios llevados a cabo en los últimos lustros los niños de hoy están siendo sobre-estimulados y sobre-regalados, llenados  de objetos materiales, pero al mismo tiempo están siendo privados de los fundamentos de una infancia realmente sana, tales como:

  • Padres emocionalmente disponibles, la llegada de la era digital al alcance de cualquier bolsillo vino a distanciar más a los padres de los hijos, sobre todo si hablamos de padres jóvenes con hijos pequeños; ¿quién no ha visto a la madre o al padre ignorar completamente el comportamiento de su hijo en un lugar público por estar absorto al celular?
  • Los límites que en algún momento estaban claramente definidos, muchas veces llenos de rotundos NO, se han ido diluyendo paulatinamente al grado de perderse y considerarlos obsoletos.
  • Antaño era muy clara la función de cada integrante de la familia  en lo relativo a los quehaceres domésticos y cada uno de ellos tenía asignada una labor de acuerdo a su edad y posibilidades las responsabilidades eran compartidas buscando lograr una armonía.
  • La forma de comida también ha variado enormemente, la comida procesada y chatarra inunda nuestro refrigerador, con ellos los científicos afirman que  se llena el cerebro y el estómago de alimentos que no nutren  solo satisfacen temporalmente y la mayoría de las veces son los precursores de obesidad, diabetes, anemias, cánceres y más, la  nutrición equilibrada quedó en el olvido  y si hablamos de un sueño adecuado y acorde a la edad, también lo hemos modificado, las plataformas de “streaming” llegaron acompañando a la pandemia y sin la obligación de cumplir horarios establecidos nuestro ciclo de sueño  es tan variado que termina por perjudicar severamente.
  • Sin movimiento en general, las únicas caminatas son de la recámara a la cocina y al baño, la vida sedentaria se posicionó de nuestro entorno pero especialmente las salidas  al aire libre, temiendo los contagios, nos privamos de la libertad que da el correr, jugar, respirar libremente…
  • También hemos dejado de lado el  juego creativo, el de  interacción social, oportunidades de juego no estructurados y  aumentaron considerablemente los espacios para el aburrimiento; ¿hemos notado el gran  cambio, hemos visto  como estos últimos años fuimos convirtiéndonos en unos padres distraídos digitalmente, en padres indulgentes y permisivos que dejan que sus niños “gobiernen el mundo” y sean quienes pongan las reglas, niños con derecho de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsable de obtener, también los llevamos a la  estimulación sin fin, los llenamos de niñeras tecnológicas, gratificación instantánea y ni dios permita que haya   momentos aburridos.

¿Qué hacer?

¿Aún podemos hacer que nuestros hijos sean individuos felices y saludables? Según el dr. Ovidio y el Dr. Rojas Marcos, claro que sí podemos; para lograr el objetivo tenemos que despertar y volver a lo básico.

Muchas familias ven mejoras inmediatas luego de semanas de implementar las siguientes recomendaciones:

Comencemos por establecer límites y recuerde que usted es quien lleva la voz cantante. Sus hijos se sentirán más seguros al saber que usted tiene el control de las situaciones. Ofrezca a los hijos un estilo de vida equilibrado lleno de lo NECESITAN, no sólo de lo que QUIEREN. No tenga miedo de decir “no” a sus hijos si lo que quieren no es indispensable o urgente. Proporcione alimentos nutritivos y limite la comida chatarra.

Trate en la medida de sus posibilidades de disfrutar de la cena familiar diaria buscando un horario que se ajuste a los miembros de la familia.

Involucre a sus hijos en alguna tarea o quehacer del hogar de acuerdo a su edad (doblar la ropa, ordenar los juguetes, colgar la ropa, desembalar los víveres, poner la mesa, dar de comer al perro, al gato, etc.)

Para los más pequeños, implemente una rutina de sueño consistente para asegurar que su hijo duerma lo suficiente. Los horarios serán aún más importantes para los niños de edad escolar.

Designe labores a cada integrante de la familia, con esto enseñará responsabilidad e independencia. No los proteja en exceso contra toda frustración o toda equivocación. Equivocarse les ayudará a desarrollar resiliencia y aprenderán a superar los desafíos de la vida,

Ah, y algo muy importante, aunque en apariencia inofensivo, no cargue la mochila de sus hijos, no “ayude” a cargar sus mochilas, no les lleve la tarea que se olvidaron, no les pele los plátanos ni les pele las naranjas si lo pueden hacer por sí solos (4-5 años).

Déjelos “aburrirse”, ya que el aburrimiento es el momento en que la creatividad despierta. No se sienta responsable de mantener siempre a los niños entretenidos. Por último, acérqueles un libro, la lectura es y seguirá siendo  la mejor arma de la imaginación.