Adelantar los tiempos de la sucesión presidencial, nunca ha resultado una buena fórmula ni para el que gobierna, ni para quien aspira a gobernar, siempre sale mal.

AMLO muy pronto decidió “cerrar la cortina” y adelantar la sucesión, con la intención de controlar quién será su posible sucesor dentro de Morena y propiciar el desgaste de los aspirantes de la oposición, pero sobre todo, evitar la configuración de una alianza opositora fuerte y capaz de arrebatarle la presidencia.

Pero…

Las cosas no le han salido nada bien. AMLO destapó a sus corcholatas muy temprano y eso ha llevado a Morena a un desgaste interno de grandes magnitudes.

Claudia Sheinbaum, prácticamente “quemada”, nada más no levanta y con saldos negativos. La mitad de la CDMX, el bastión indiscutible de AMLO hasta antes de 2021, es gobernada actualmente por la oposición. No ha podido explicar su responsabilidad en la tragedia de la Línea 12 del Metro y ha tenido que salir a defender y evitar a toda costa que la “comadre” de su jefe AMLO, Florencia Serranía, tenga que declarar al respecto, mientras, mantiene un pleito (que está perdiendo) contra otra corcholata, el canciller Marcelo Ebrard.

El Canciller, por cierto, ya tiene claro que no goza de la preferencia del jefe máximo y “el dedazo” no lo apuntará. Tiene también como espada de Damocles el tema de la Línea 12 y los ataques que a diario le propinan Claudia y algunos otros malquerientes de la 4T cercanos a AMLO, por lo que todo apunta a no le quedará más alternativa que abanderar otra opción política, muy probablemente la de MC de su amigo Dante Delgado y quizá lograr “jalar” al PT y PVEM.

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La tercera corcholata, el secretario de Gobernación, para muchos el plan B de AMLO, Adán Augusto, nada más no figura y, lo peor es que, en su promoción anticipada, ha puesto en evidencia la falta de respeto a las instituciones y la ley haciendo campaña todos los días, utilizando recursos del Estado como aviones, instalaciones y personal gubernamental.

Mientras tanto en la oposición

A pesar del desastre de Morena y AMLO, las cosas no van nada bien en la oposición, si bien no “no mordieron el anzuelo” de lanzar anticipadamente candidatos que se pelearan y arrebataran los reflectores de los pleitos del Gabinete y de Morena, los dirigentes de los tres partidos, Marko Cortes del PAN, Alejandro Moreno del PRI y Jesús Zambrano del PRD, han tenido, por decir lo menos, una decepcionante actuación. Se han mostrado poco eficientes en la carrera por la presidencia y en las próximas elecciones en los dos estados que aún gobierna el PRI, Coahuila y la joya de la corona, el Estado de México.

Los tres dirigentes nada más no conectan con la militancia y han demostrado su incapacidad para hacer propuestas y convertir a sus institutos políticos en una alternativa real de gobierno.

El peor

No cabe duda, el peor de todos hasta ahora ha sido Alejandro Moreno del PRI, expuesto una y otra vez en videos y grabaciones que verdaderamente son de pena ajena y que denigran a su persona y a su dirigencia.

El encontronazo entre Alito y su paisana, la gobernadora de Campeche y expriista de cepa, Layda Sansores, no tiene nombre, pero muestra con exactitud el nivel de los partidos políticos y de los gobiernos de Morena.

La importancia de la alianza

Para la oposición lo más importante es consolidar una alianza, sin embargo, no han sido capaces ni siquiera de establecer sus bases. Los líderes, Alito, Marko y Jesús más parecen responder al llamado de AMLO y no abandonan el papel que les impone como distractores, en lugar de enfocar sus esfuerzos en un proyecto viable y propuestas claras, y a partir de ahí, trabajar en quién podría encabezarlas.

Pero, paradójicamente, el escándalo que envuelve a Alito, podría resultar contraproducente para los intereses de AMLO y podría perder aún más, con su posible sacrificio, Alito dejaría de ser el “fusible” que cargue con toda la porquería que se deba desechar, y después, como el personaje de poca monta que es, llegar a ser sustituido por cuadros progresistas que puedan conducir la transformación política del país para retomar la vía democrática y lograr establecer al partido como la alternativa que el país requiere.

Debemos esperar para ver si el PRI, el PAN y el PRD son capaces de superar a sus dirigentes sin destruirse en el intento y convertirse en una alternativa viable, lo peor que podría pasar es que sigan de comparsas para consolidar a Morena como partido hegemónico y nutriéndose de las migajas que les den por simular ser oposición.