Los recientes actos perpetrados por Rusia contra Ucrania han levantado nuevamente dudas y cuestionamientos en torno a la extensión de la OTAN hacia otros países y regiones del mundo. México no queda fuera de la ecuación.

En primer lugar, el Estado mexicano destina buen gasto público a defensa, es decir, al Ejército de Tierra, aviación y Marina. Y en segundo lugar, algunos analistas y grupos de presión han señalado la conveniencia de que nuestro país forme parte de la alianza atlántica, pues ello inhabilitaría cualquier intento de China de utilizar el territorio mexicano como un hipotético punto de equilibrio contra los Estados Unidos en América del Norte.

En perspectiva histórica, no perdamos de vista la voluntad del Imperio Alemán de buscar la alianza mexicana durante la Primera Guerra Mundial con el propósito de debilitar la frontera sur de Estados Unidos. En otras palabras, Washington, en su deseo de evitar que México fuese un “Estado tapón” como Ucrania, buscaría su ingreso en la Alianza Atlántica.

Por otro lado, Estados Unidos estaría interesado en que sus dos vecinos, a saber, Canadá y México, sea miembros de la OTAN, principalmente derivado de la necesidad de que sus fronteras estuviesen seguras contra cualquier intento de ataque por parte de sus enemigos. Canadá lo es desde 1949.

¿Es jurídicamente posible que México deviniese miembro de la OTAN? Debatible. A la luz de la letra del Tratado del Atlántico Norte, la membresía de la organización internacional estaría limitada a Estados europeos. Ello eliminaría, de inicio, cualquier posibilidad de que México fuese miembro. Sin embargo, no existe algún concepto jurídico que defina el concepto de un Estado europeo. Países como Albania o Turquía, cuyo europeísmo podría ser debatido tanto por motivos culturales o políticos, son miembros de la alianza atlántica.

Por otro lado, el Tratado exige el cumplimiento de otros criterios tales como la protección de las minorías, una economía de mercado y un compromiso con el respaldo a la seguridad internacional.

México, como apunté en la columna del día de ayer intitulada “México no es aliado de Estados Unidos… ni de nadie” publicada en este espacio de SDPnoticias, el país ha mantenido históricamente su neutralidad en términos militares. Ello ha derivado de los principios en materia de política exterior, llámese Doctrina Estrada o neutralidad, y del hecho mismo de que nuestro país ha sido invadido por potencias extranjeras que hoy son miembros de la OTAN.

En suma, el ingreso de México a la OTAN se antoja como una idea compleja, y muy seguramente, que conducirá a nada. Sin embargo, ante este resurgimiento del debate en torno a la funcionalidad de la alianza atlántica como consecuencias del ataque ruso, habrá algunos analistas que buscarán revivir la discusión en torno a la conveniencia de que México sea miembro de la organización.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4