Ante la posibilidad de que México no participe en la siguiente edición del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), que es una creación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se han generado en días recientes diversas reacciones a favor y en contra de la eventual decisión de abandonar la evaluación.

Como sabemos, PISA es un programa internacional que se lleva a cabo en más de 30 países y que se realiza mediante la aplicación de instrumentos de evaluación de los aprendizajes, a una muestra representativa de estudiantes de 15 años en cada nación, para que éstos resuelvan problemas y puedan evaluarse, así, las competencias (sobre todo se evalúan las habilidades cognitivas en comprensión de lectura y pensamiento matemático) alcanzadas a lo largo de su educación básica.

El desmentido del 2021

Según el boletín de prensa No. 88 de la SEP (2021): “La secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, informó que no será suspendida la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), y que para el próximo año está programada la aplicación internacional, con una fase piloto que sirva de antecedente, para ser aplicada este año.” Por lo tanto, el rumor de la no aplicación de la evaluación internacional de estudiantes (de 15 años de edad) en México, quedó despejado.

La titular de la SEP en ese momento, Gómez Álvarez, “Puntualizó que es voluntad de la dependencia a su cargo continuar con la aplicación de la prueba PISA, y reconoció la importancia que tiene la evaluación para las maestras y maestros como un diagnóstico para detectar las fortalezas y debilidades que contribuyan a un plan de trabajo con base en los resultados que se obtengan.”

Hasta el momento, no hay nada confirmado ni se ha producido ningún pronunciamiento oficial, por parte del gobierno de México, sobre este asunto en particular, sin embargo, considero que es momento de ser prudentes y esperar a que surja la información oficial como para hacer comentarios o críticas. Así es que: no hay que adelantarse a los hechos.

Preguntas sobre PISA

Hace unos días pregunté en redes sociales lo siguiente acerca de este tema de la evaluación internacional mencionada: como nación, ¿podríamos impulsar evaluaciones educativas internacionales independientes de la hegemonía de PISA (diseñada por la OCDE)? ¿No hay otras opciones de evaluación educativa internacionales para contar con elementos para reorientar las políticas públicas educativas?

Rosa María Torres, profesora ecuatoriana estudiosa de los fenómenos educativos y quien ha recopilado información valiosa en su blog sobre PISA, afirmó el 25 de abril pasado lo siguiente en redes sociales digitales: “Las pruebas ERCE de @UNESCOSantiago (educación básica) permiten comparar entre países de América Latina (ver: https://unesco.org/es/fieldoffice/santiago/expertise/llece). PISA de poco nos sirve cuando el diagnóstico es que esta región tiene un «rezago» de 5 años de escolaridad o más respecto de los países de la OCDE” (PISA, 2022).

Eduardo Andere, investigador educativo, contestó lo siguiente: “Sí las hay, por supuesto, y son organizadas por la IEA en Ámsterdam, aunque son igual de rigurosas pero diferentes que PISA e igual de comparativas. México participó en 1995 en una de ellas, pero decidió entonces no publicar los resultados.” (24 de abril, 2024)

Irma Villalpando, profesora de la UNAM, indicó y preguntó: “PISA evalúa la calidad del sistema educativo. PISA es análisis comparado y evidencia de buenas prácticas. PISA es una herramienta para la toma de decisiones de política educativa. ¿Cuáles serán los argumentos para salir de PISA?” (24 de abril, 2024)

Miguel Ángel Aguilar respondió: “Dejemos de romantizar las pruebas estandarizadas: se enfocan en resultados, no en causas. No toman en cuenta contexto, valores y necesidades de los actores. Aportan sólo medidas y si acaso descripciones. Por tanto, no aportan información sustentada para la toma de decisiones.” (24 de abril, 2024)

Catalina Inclán, investigadora y profesora de la UNAM, escribió: “Hace varios años se pensó en un PISA para América Latina, la construcción de indicadores que nos fueran significativos y con construcciones propias. Por supuesto, no prosperó, la OCDE no iba a permitirlo.” (24 de abril. 2024)

Teresa Bracho, ex consejera del desaparecido INEE, luego de argumentar a favor de la consistencia técnica de la evaluación del programa de la OCDE, aseveró: “La crítica “economicista” no aplica. Se trata de evaluación de conocer, reconocer y tener la capacidad de aplicar el conocimiento aprendido. Eso es lo que expresan los reactivos.” … Y concluyó: “Las críticas que ofrece @jcma23 me parecen erróneas” (lo dijo en referencia a mi artículo, ver: “Una crítica metodológica de las evaluaciones PISA” (2021).

Mi respuesta, breve, fue la siguiente: no hay críticas “erróneas” ni “acertadas”. Lo que hay son argumentos, miradas y lógicas diferentes y diversas sobre la evaluación educativa. Respeto sus argumentos y su discutible defensa de la evaluación PISA. En ningún momento descalificaré sus comentarios como “erróneos”, “reduccionistas” ni “cientificistas”.

Considero que sí, en efecto, es muy importante la evaluación educativa y, en particular, la evaluación de los aprendizajes escolares (con o sin el enfoque de desarrollo de competencias) como medio para valorar el sistema educativo en un contexto socio histórico determinado, y como uno de sus factores clave para evaluar al “sistema”. Eso no se discute, porque es un insumo relevante para la redefinición de políticas públicas educativas. Cierto. La otra pregunta sería: ¿por qué contratar obligadamente los servicios de un brazo de la OCDE, como lo es el programa PISA?

En caso de que se recontrataran los servicios de evaluación de la OCDE, es decir del programa PISA, para la aplicación siguiente, de 2026, con la prueba piloto de este año o para realizarse en 2025, México se enfrenta -de cualquier modo- al problema de realizar evaluaciones educativas institucionales, propias, pero independientes (se trata de que la SEP y los organismos locales de administración y gestión educativa no se conviertan en juez y parte).

Además, nuestro país se enfrenta al conflicto de no contar con instituciones nacionales especializadas en evaluación educativa, ni tener en cada una de las entidades federativas ese tipo de instituciones, especializadas, locales; tampoco se cuenta con las y los especialistas que se requieren para desarrollar las tareas de evaluación del sistema educativo nacional (o estatal) como parte de las políticas públicas educativas nacionales y locales. Es un problema viejo de falta de visión y de carencias en la parte del diseño institucional.

¿Qué posición va a adoptar el próximo gobierno federal y los gobiernos estatales para superar estos retos u obstáculos?

La evaluación educativa, como otras evaluaciones del ámbito social, es compleja y singular, porque requiere de procesos de estudio especializados para dar cuenta de los fenómenos sociales, pedagógicos, psicológicos, sociológicos y educativos que están implicados en la vida de las instituciones que forman parte del sistema educativo nacional.

Por más que se argumente que las consistencias interna y externa de las pruebas internacionales o nacionales, estandarizadas, son rigurosas (como es el caso de PISA), y que se dispone de criterios “científicos” en su diseño y planificación, no hay que olvidar que las tareas de evaluación de los procesos educativos, que son por definición sociales, no son iguales a la evaluación de muestras de agua purificada que se lleva a cabo en un laboratorio.