La Reforma Eléctrica se ha convertido en la nueva prioridad del Gobierno de López Obrador y la maquinaría oficialista, quienes con su mayoría quieren imponer nuevas condiciones en materia energética que favorezcan el fortalecimiento del estado, y la dependencia del sector privado hacia el gobierno.

Mientras el cabildeo y las luchas internas del partido en el poder se dan con miras a la sucesión presidencial, la votación de esta reforma representa una gran oportunidad para ciertos grupos al interior de Morena para fortalecer su posición y consolidar su valor para el Presidente.

Personas como Ricardo Monreal, quien ha sido fuertemente confrontado por otros grupos radicales al interior de su partido, ha logrado resistir la embestida; en gran medida, por el control de algunos votos con los que contaría a la hora de aprobar dicha reforma.

Otros tantos personajes del mismo oficialismo han asumido un rol más proactivo y protagónico, para que ayudados por la coyuntura puedan impulsar sus futuras aspiraciones políticas.

Hemos visto a Ignacio Mier salir a confrontar a la iniciativa privada, específicamente a Femsa por el pago de luz de las tiendas Oxxo, asunto que el gobierno ha tratado de convertir en un argumento a favor de su propuesta de reforma. Otros como el Presidente del Congreso, el veracruzano Sergio Gutiérrez Luna, ha aprovechado para iniciar una especie de campaña en la que se le ha visto salir a la calle y dialogar con la ciudadanía de a pie, para evidenciar que cuentan con el apoyo popular que tanto sigue presumiendo López Obrador; al mismo tiempo que se reúne con los liderazgos de su partido, para que en su calidad de diputado ayude a planchar la votación y de paso, fortalecer sus relaciones de cara a su futuro político.

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Otro caso es el de la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien apenas el fin de semana pasado realizó un acto multitudinario en el WTC Veracruz, donde acompañada por el gobernador Cuitláhuac García, realizó un foro sobre dicha reforma; evento que en realidad ha sido visto como el arranque de su campaña rumbo a la gubernatura del 2024, donde ha quedado claro que cuenta con el apoyo del aparato del gobierno estatal.

Mientras todo esto sucede con varios personajes del partido en el poder, en la oposición no pasa mucho, o más bien no pasa nada.  Más allá de sus declaraciones de banqueta, no hay organización, no hay iniciativa, no hay la voluntad de retomar la cercanía con la gente y presentar la otra cara de la moneda: las razones por las cuales reprueban la reforma. Aprovechando para iniciar una campaña que consolide la imagen de ciertos perfiles que pudieran ser candidateables en un futuro cercano.

Quizá simplemente no hay proyecto, no hay acuerdo, no hay forma en que los grupos de siempre hagan a un lado sus egos, y permitan que una o dos figuras recorran el país de la misma manera en que lo está haciendo Morena, para empezar a crecer y a fortalecer su presencia e imagen.

Pareciera que todo lo quieren arreglar a punta de tuitazos, y por ello, a pesar de las caídas, del desgaste, o de los señalamientos que (en su mayoría provenientes de la prensa) se hagan en contra del actual mandatario y sus cercanos, la popularidad de AMLO no baja; porque no hay nadie del otro lado que quiera arremangarse y hacer la chamba de campo, para ganarse las preferencias y la confianza de la ciudadanía.

La reforma eléctrica es otra campaña que a la fecha, la oposición por falta de voluntad y organización, está perdiendo contra Morena, y eso que hay materia para que estuviera ocurriendo todo lo contrario.