En Morena se vislumbra un intento por convertirse en el partido opositor que habían prometido a México. Lo más revelador es que la crítica no vino de la oposición tradicional —PAN, PRI o PRD—, sino de su propia militancia, que se siente traicionada y harta.

Vendió esperanza

Morena se formó explotando al máximo las exigencias ciudadanas de justicia, honestidad y ruptura con el viejo régimen y prometiendo combatir la corrupción, el abuso de poder y los vínculos con el crimen organizado.

Pero la realidad fue otra, las bases de Morena fueron los escombros del PRI, PAN y PRD; y ahí fueron a parar aquellos que AMLO acusó durante años de corruptos y narcos.

Esos “pecadores redimidos” son quienes ahora conforman la élite que gobierna el país y dirige el partido.

La traición fue monumental

En 2016, López Obrador afirmaba que todo aquel que abandonara al PRI y se “reconciliara” con su pasado, podía ser perdonado e incorporado a Morena: “Si se arrepienten de todo el mal que han hecho, los perdono”, decía.

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En 2017, ante la crítica por aceptar exmilitantes cuestionados, acusó a la prensa de estar “maiceada” y defendió a quienes ya eran los suyos.

AMLO, como dueño del partido, perdonó a una larga lista de personajes: Manuel Bartlett, acusado en EE.UU. y enriquecido escandalosamente; Ricardo Monreal, un expriista también bajo investigación internacional; Mario Delgado, señalado por el uso de recursos del huachicol para campañas y por su responsabilidad en la Línea 12 del Metro; Adán Augusto López, vinculado al cártel La Barredora y Félix Salgado Macedonio, con nexos directos con el crimen organizado.

Además, los gobernadores David Monreal (Zacatecas), Layda Sansores (Campeche), Miguel Ángel Navarro (Nayarit), Alfonso Durazo (Sonora), Julio Menchaca (Hidalgo), Américo Villarreal (Tamaulipas), Rubén Rocha Moya (Sinaloa) y Ricardo Gallardo (SLP), muchos con expedientes abiertos y vínculos comprobados con mafias. Ni hablar de exgobernadores reciclados” del PRI y PAN, como Javier Corral, Alejandro Murat y Omar Fayad.

La cereza del pastel: Andrés Manuel López Beltrán

El hijo prodigio, el intocable, el aspirante presidencial. Hoy bajo sospecha por la supuesta triangulación de dinero del Cártel de Sinaloa hacia las campañas de Morena.

En este contexto, algo se movió. La Asamblea Nacional reconoció, implícitamente, la gravedad del problema. Luisa María Alcalde, tuvo que responder a una militancia que ya no se resigna: “Un reclamo legítimo y reiterado ha sido la incorporación de personajes con pasados cuestionables. Proponemos crear una comisión que evalúe estas incorporaciones y fortalezca nuestras decisiones”.

La comisión, un filtro

La propuesta, aunque tarde, busca poner orden. Porque, más que una depuración voluntaria, se trata de una reacción ante el colapso inminente y la aceptación de que, efectivamente, en su obsesión por el poder, AMLO abrió la puerta a compromisos inconfesables.

A su vez la presión internacional, las denuncias de la sociedad civil, del periodismo independiente y sobre todo, las pruebas, apuntan a un posible financiamiento criminal de la elección de 2024 que puede derivar en la anulación de la elección.

Este giro ha provocado fracturas visibles. Ausencias notables lo evidencian: Mario Delgado, implicado en investigaciones sobre lavado de dinero; Ricardo Monreal, que ya anunció su retiro; y Andrés López Beltrán, el operador de confianza del presidente y secretario de organización del partido, no asistieron a la asamblea guinda.

Y algunos militantes se han rebelado. Javier May, gobernador de Tabasco, ha señalado directamente la corrupción de sus antecesores e incluso, oportunistas como Manuel Espino, ex líder panista, ahora lanza críticas abiertas contra Adán Augusto López.

La implosión está en marcha

Uno de los responsables de haber llegado a este punto es el fiscal carnal, Alejandro Gertz, que ignoró denuncias, no abrió investigaciones ni integró carpetas en contra de personajes señalados. Su omisión fue clave para garantizar la impunidad.

El acuerdo que aprobó el domingo la asamblea reconoce lo insostenible de la situación. La militancia exige rendición de cuentas y, aunque algunos líderes intentan tomar distancia del desastre que ayudaron a construir, el daño está hecho.

¿Será suficiente una “Comisión de Evaluación” para salvar a Morena? ¿O es ya demasiado tarde?

Quizá Andrés ya entregó a Adán a cambio de impunidad a su vástago, o Claudia va enserio, lo cierto es que la única oposición a Morena es hoy Morena. Triste.

X: @diaz_manuel