Desde hace décadas, Cuba exporta brigadas de médicos bajo el control absoluto del régimen de aquel país, un esquema que se sostiene en una alarmante realidad: explotación laboral, condiciones inhumanas y, en múltiples casos, abusos sexuales y represalias para quienes denuncian. Las historias que emergen son sombrías, y las consecuencias políticas no se limitan a la isla.

Uno de los testimonios más impactantes es el de la doctora Ramona Matos Rodríguez, quien desertó durante una misión en Brasil. Según denunció ante organismos internacionales, los médicos eran obligados a entregar más del 75% de su salario al gobierno cubano, vivían bajo vigilancia y no podían tener relaciones personales o expresar opiniones políticas. “Nos trataban como propiedad del Estado”, dijo Matos en una audiencia en Washington.

Otro caso es el del médico cubano Yailin Jiménez, quien relató ante medios en Colombia que varias médicas fueron víctimas de acoso y abuso sexual por parte de supervisores cubanos en Venezuela, sin posibilidad de denunciarlo. “El miedo era el arma del régimen”, aseguró.

México no ha sido ajeno a este polémico programa. En 2020 y nuevamente en 2022, el gobierno mexicano contrató brigadas médicas cubanas para atender zonas marginadas. Según datos de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), se pagaron más de 255 millones de pesos por estos servicios; esto, aun cuando médicos mexicanos cuestionaron la idoneidad de sus colegas extranjeros.

Algunos reportes indican que los médicos cubanos en México no reciben su salario completo. Gran parte del dinero pactado fue transferido directamente al gobierno de La Habana, replicando el modelo de “esclavitud médica” denunciado internacionalmente.

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Estados Unidos, bajo administraciones republicanas y demócratas, ha hecho fuertes críticas a este modelo. En 2024, se activaron sanciones bajo la Ley Magnitsky contra funcionarios implicados en la trata de personal médico. Y en 2025, Marco Rubio, actual secretario de Estado, anunció restricciones de visa a gobiernos y funcionarios que se beneficien de este esquema.

La permanencia de estos programas en México a pesar de los anuncios del gobierno norteamericano amenaza con convertirse en un punto de fricción diplomática con Washington pues este último considera las misiones médicas una forma moderna de trata de personas. Mientras tanto, los médicos cubanos siguen atrapados entre la lealtad forzada a su gobierno y el riesgo de denunciar una realidad que, a menudo, termina en el exilio o en el silencio.