29 de abril de 2024 | 10:57 p.m.

    Los sueldos y el Tartufo

    En opinión de Verónica Malo, se requieren sueldos bien remunerados para contar con la mejor y más eficiente administración pública posible. Sobran advenedizos que, por no saber hacer las cosas, aceptan cualquier sueldo.
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    “Había una vez un pobre tipo que se había equivocado de mundo.”

    JEAN-PAUL SARTRE

    Se inauguró un nuevo capítulo en el espectáculo diario del señor de Palacio. Lleva por nombre “Quien es quién en los sueldos mensuales” y es presentado por Ricardo Sheffield, titular de la Profeco.

    Sirve la nueva sección de la mañanera para apuntar el dedo de la demagogia contra autoridades del Estado que perciben sueldos más altos que López Obrador.

    El Ejecutivo federal los acusa de no cumplir con el artículo 6º de la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos. Al parecer, el único que puede estar por encima de la normatividad es el tabasqueño y su grupúsculo —ni tan pequeño séquito— de cuates (digo, por aquello de que nos han recetado el “no me vengan con que la ley es la ley”) .

    Mas la manipulación que hace AMLO de la realidad es mayor a lo que trasciende. ¿La razón? El presidente acusa SIN fundamento a miembros de otros poderes de la Unión y Órganos Constitucionales Autónomos. Estos no incurren en incumplimiento de la mencionada norma ya que no forman parte de la rama del Ejecutivo. Son órganos o poderes del Estado, mas no funcionarios de la administración federal. Es precisamente por ello que a varias de estas estructuras se les concedió un amparo judicial en la materia.

    No cabe más que contemplar el hecho de que la nueva sección de la conferencia de prensa tiene entonces por objeto el mermar y dinamitar a los OCAs y como fin último desaparecerlos. Sabemos que la 4T no le gusta informar, rendir cuentas ni ser objeto de regulación alguna por parte de ningún otro actor.

    Resulta también que la austeridad republicana que se le quiere imponer a órganos como el INE, el Banco de México, el INEGI, etcétera, está mal concebida y peor ejecutada. Además de ser —esa sí— ilegal, olvida que dichos órganos requieren (y teóricamente tienen) absoluta independencia financiera no solo del Ejecutivo federal, sino también de posibles fuerzas y cabilderos que los quieran comprar/presionar.

    Tal como lo expuso ayer Darío Celis en su columna en El Financiero, no es difícil de imaginar algún magnate de las telecomunicaciones coercionando a los funcionarios de IFT en beneficio de sus propios intereses económicos. En otras palabras, la importancia de que los OCAs sean independientes y suficientemente fuertes contra los agentes regulados se volvió a presentar la semana pasada ante la situación de un sindicato que llevó a Telmex a la huelga y una compañía (sus dueños y su dirección, por lo pronto) usando esto a modo de presión contra el IFT.

    Hay quienes deben tomar decisiones sin sentirse arrinconados, tal como requiere la gobernadora del Banco de México (su independencia de las veleidades de Palacio es fundamental) o la presidencia del del INEGI (dar a conocer información fidedigna) o el presidente del INE (llevar a cabo elecciones objetivas, justas y transparentes en todo el país); y un largo etcétera.

    Sabemos bien que el discurso del obradorismo por cuanto a la austeridad y la honestidad es solo un recurso populista. Independientemente de la probidad del servidor —de la que carecen muchos funcionarios cuatroteístas—, se requieren sueldos bien remunerados para contar con la mejor y más eficiente administración pública posible. Sobran advenedizos que, por no saber hacer las cosas, aceptan cualquier sueldo.

    Finalmente, más allá de ello vale la pena preguntarse:

    1. ¿Qué va a presentar el titular de la Profeco el siguiente lunes? Ya dio a conocer la lista de los perseguidos por el régimen; ¿qué sigue?
    2. ¿Qué hace el procurador de la defensa de los consumidores señalando a representantes del Estado que ganan más que López Obrador? (debería atender los indiscriminados incrementos en precios de alimentos y servicios; buena falta hace).
    3. ¿Qué se requiere para que Sheffield le diga a su jefe que “balconear” a trabajadores del Estado no es parte de su función y responsabilidades?