En el Diccionario de la lengua española aparece una etimología breve de la palabra némesis y dos significados. Este vocablo viene del griego ‘indignación justa‘, ‘venganza divina‘. Las dos definiciones son: (i) ‘castigo fatal que restablece un orden anterior’ y (ii) ‘persona enfrentada a otra o enemiga acérrima suya’.

El nuevo pontífice, Robert Prevost, ahora León XIV, comparte una única característica con Donald Trump: Nació en Estados Unidos. En todos los demás aspectos de la personalidad el nuevo papa y el presidente estadounidense son absolutamente distintos.

León XIV ha vivido entregado a las personas pobres y defiende a los y las migrantes. Trump está obsesionado con la riqueza, pero no como antídoto contra el veneno de la pobreza, sino simple y sencillamente como enfermedad del espíritu que lleva a quienes la poseen a buscar más y más dinero, yates, aviones, vestimenta de lujo, etcétera.

Con la elección de un papa innegablemente anti Trump, la verdad de las cosas es que inclusive a un ateo como yo le dan ganas de creer en la existencia del Espíritu Santo. Porque eso es lo que la humanidad necesitaba: sí, un líder religioso que en todos los sentidos sea la némesis de Donald Trump.

En un artículo anterior dije que el mundo necesitaba un papa anti Trump graduado en Harvard. Le pedí al Espíritu Santo que hiciera papa a Robert McElroy, un cardenal verdaderamente progresista que encabeza la diócesis de Washington DC. No ocurrió así, pero Prevost cumple con todos los requisitos para ser esa ‘venganza divina’ que termine de convencer a la sociedad de Estados Unidos, empezando por los millones de personas católicas de ese país, de que fue un error, que tendrá que corregirse de inmediato, la elección como presidente de un empresario que solo cree en el dinero y que ha demostrado una enorme dosis de maldad en el trato a la gente más pobre y que, además de la miseria material, sufre el dolor de abandonar su lugar de origen para buscar oportunidades de vida en una nación como la vecina del norte que tiene la suerte de contar con la economía más potente del mundo.

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Posdata: Solo para no dejar ninguna duda acerca de mi ateísmo diré que ni siquiera el milagro de un papa anti Trump me convencerá de creer en un dios que no existe. Si existiera la gente perversa no gobernaría en ninguna parte del mundo, pero ya sabemos que en todos los Estados, en todos los tiempos, con escasas excepciones, quienes mandan casi siempre han sido modelos de maldad.

Segunda Posdata: Ahora sí todos los cardenales, el papa León XIV incluido, podrán dedicar sus horas de la comida en Europa, a ver el Giro de Italia en la tranquilidad de la Santísima Trinidad. Si el Espíritu Santo nos hace otro favor le irá muy bien al joven ciclista mexicano Isaac del Toro.