Cito lo que dijo el pasado viernes pasado Dario Celis, en El Financiero: “Un subsecretario en predicamento. Preocupados deben estar el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, y el titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo.Y es que si se les cae la acusación de desaparición forzosa y delincuencia organizada que hoy imputan en contra de elementos del Ejército, incurrirán en graves responsabilidades”.

Hoy, en el mismo diario, Raymundo Riva Palacio: “Encinas violó los artículos 14, 16, 20 y 21 de la Constitución, según la demanda, así como el artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas”.

En Milenio, Carlos Marín, por enésima vez ha descalificado el trabajo de Alejandro Encinas. Sus conclusiones son “patrañas”.

Y Carlos Puig, igualmente en el periódico propiedad de Francisco González, ha dicho que vienen “días difíciles para Alejandro Encinas”.

Vaya unanimidad de la comentocracia, perfectamente orquestada en el ataque a un funcionario como el subsecretario Encinas que solo ha buscado llegar a la verdad acerca de uno de los crímenes más horrorosos en la historia de México, el de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa secuestrados y masacrados en Iguala, Guerrero.

Que tantos columnistas coinciden en el tema y en el tono solo se ha visto en otros dos casos:(i) las calumnias, casi de todos los días, contra el presidente AMLO, el gobernante que le quitó privilegios a la prensa, y (ii) la defensa de Genaro García Luna, el estratega de la guerra contra el narco de Felipe Calderón actualmente preso en Estados Unidos acusado de haber trabajado para el Cártel de Sinaloa.

Mucho está podrido en un país en el que sus lideres de opinión utilizan en forma tan inmoral la libertad absoluta que tienen para expresarse en los medios. No se vale que se amparen en el ejercicio del periodismo para defender delincuentes y quién sabe qué intereses económicos oscuros.

Por lo que se refiere a Alejandro Encinas, seguramente no se echará para atrás: no se acobardó cuando luchaba en la oposición, no lo hará ahora que está en el gobierno, donde por cierto lo apoya plenamente el presidente López Obrador.

¿Por qué dije en el título de este artículo que la prensa es sospechosa? Porque huele a corrupción y a perversidad, solo por eso. Peste de heces, pues.