A finales del siglo XIX, el gran dramaturgo Oscar Wilde criticó con impecable genialidad el doble estándar moral de la sociedad victoriana de su tiempo.

En la obra de teatro, “La importancia de llamarse Ernesto”, exhibió las costumbres de la clase aristocrática y burguesa adictas a la simulación y el engaño.

La obra muestra que la práctica de llevar una “doble vida” puede ser tan infantil como absurda pues provoca daños irreparables en la percepción y la confianza de los demás, y sus efectos implican situaciones adversas, imprevisibles y con frecuencia amargas.

Aunque parezca absurdo, la seriedad y la informalidad o la trivialidad son fieles compañeras y cuesta mucho trabajo separarlas.

Esta proposición aplica a la vida pública, institucional y partidaria.

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En el contexto actual, en México la transformación histórica que está en marcha identifica al partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) como el principal protagonista de tan ambicioso proyecto y complejísimo proceso de cambio.

La magnitud del proyecto y proceso referidos es tal que se asemejan a los principales pasajes que han forjado la historia moderna del país: Independencia, Reforma y Revolución.

Entre sus principales significados, el proceso en curso incluye intervenciones estratégicas para manejar con sabiduría la caída del régimen priista clásico (1968-1988) y el largo intento de transmutarlo por la vía neoliberal (1990-2018), lo que a la postre provocó la reacción dialéctica popular encauzada en la Cuarta Transformación y su Segundo Piso (2018 en adelante).

La importancia de llamarse Morena es que la energía y actores sociales y políticos conscientes de ese proceso y que operan el correlativo proyecto de regeneración activan y cargan la enorme responsabilidad de la autenticidad de sus acciones para refundar la cultura social, política y jurídica heredada.

De allí que antivalores como la hipocresía, simulación, trivialidad o doble vida que motivan su crítica y pretenden remontar y reconvertir no deban trasminarse a la nueva obra que se está escribiendo para el futuro, el cual está hecho de presente.

La importancia de llamarse Ernest, en el contexto de la obra de Wilde, también jugaba con su pronunciación en inglés: “aernest”, que significa “serio”.

Aunque ningún proceso es ideal, el proyecto transformador que lo impulsa debe ser congruente con sus principios para propiciar cambios desde la raíz y forjar una nueva conciencia social, política y jurídica en el pueblo y sus liderazgos.

Sin esa regeneración cultural, la transformación podría ser más fácilmente frustrada o desviada en el futuro previsible.