Karma es karma. La izquierda denunció desde 2006 la guerra perdida de Calderón contra el narco. Hoy podemos hablar de la guerra perdida de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) contra los videojuegos. Una desgracia perder ambas guerras, pero así es.
En efecto, esta guerra de AMLO contra los videojuegos está siendo una guerra perdida. Ahora, López Obrador enfrenta a un enemigo que ni en sus peores pesadillas vio venir (solo aparecía Calderón en ellas) y es, lo llamaría yo: el narcotráfico de los videojuegos.
El presidente ha hablado de los videojuegos con mucha preocupación en otras ocasiones y hoy, en la mañanera, volvió a hacer hincapié en la peligrosidad que está generando la adicción de los jóvenes a ellos.
Si bien el llamado de atención del presidente se ha enfocado hacia los padres, al decirles que ellos son los que no le ponen atención a los muchachos o que ellos son los que proveen al chico de los videojuegos, creo que AMLO omite responsabilizarse de esto, y es porque él cree que no tiene responsabilidad alguna en el tema. Creo que López Obrador sí tiene parte de la responsabilidad, y todos los otros presidentes, gobernadores, así como alcaldes de México.
Se han gastado miles de millones de pesos en Dos Bocas, por ejemplo, un proyecto que es por demás innecesario. Ese dinero debería de destinarse a crear centros recreativos para que los jóvenes salgan de sus “cuevas” y hagan otras actividades, y no tan solo estar encerrados jugando videojuegos.
¿Cuántos parques, cuántos centros recreativos, cuántas calles pavimentadas se podrían crear con lo que se gasta en los caprichos del presidente y de los otros presidentes y gobernadores y alcaldes? ¿Cuántos parques, canchas, ciclopistas para los muchachos se pudieron haber creado para sacarlos del Nintendo y ponerles a hacer ejercicio?
Los jóvenes de ahora no ven la salida porque en este país no la tienen. Ayer, justamente mi hija adolescente me platicaba: “Mamá, todas mis amigas dicen que quieren estudiar fuera de México y eso es muy triste”. Y sí, le dije que era muy triste porque yo también quisiera que ella se fuera de aquí .
Los jóvenes no tienen a dónde ir. ¿Dónde pueden andar en bicicleta sin que los atropelle una coche? No tienen esperanza en sus sueños. La realidad alterna que les ofrecen los videojuegos son sedantes para ellos; les generan esta especie de anestesia ante la incertidumbre y soledad.
El presidente dijo hoy que hay que abrazar mucho a los jóvenes. Se escucha muy lindo, pero los jóvenes no viven de abrazos, no sobreviven con los abrazos, necesitan opciones reales para encontrarle sentido a sus vidas. Deporte al aire libre, por ejemplo, pero ¿dónde?
Si el presidente quisiera salir en bicicleta con sus hijos a hacer ejercicio cualquier día de la semana, ¿dónde podrían hacerlo con seguridad? ¿Dónde pueden ir a jugar beisbol, que les encanta, cerca de Palacio Nacional?
Los videojuegos los transportan a otras realidades, los “conectan” con otras personas que hablan con ellos e interactúan. Jóvenes que hoy no tienen oportunidad de jugar en las calles quizá como en mi época neoliberal sí lo podía hacer... son esos jóvenes que no tienen más lazo con el mundo que los videojuegos.
El presidente quiere declararle la guerra a los videojuegos y no la va a ganar. No, mientras no hayan más posibilidades para los jóvenes, no mientras las jornadas laborales no fueran tan esclavizantes, teniendo los padres mucha veces que dejarlos solos en casa durante muchas horas. No va a ganar esta guerra con abrazos, y dándoles dinero a los jóvenes porque justamente con ese dinero que el presidente paternalistamente les da, solamente se comprarán más “tiempo aire” para jugar más horas y comprar más videojuegos.
El presidente tiene esta guerra perdida mientras como núcleo familiar no se encuentre el modo y el tiempo para lograr convivencias más sanas y cercanas con los jóvenes, no se gana esta guerra regañando a los papás; no se va a ganar esta guerra tristemente, porque este presidente dice que es muy importante el deporte, dice que es “medicina”, pero la realidad es que no hay espacios suficientes para que los jóvenes practiquen deporte... jueguen futbol. El deporte mexicano en sí se ha convertido en toda una mafia, en donde pocas oportunidades hay para muchos jóvenes que seguro son talentosos para distintas disciplinas, pero nadie les da la oportunidad, nadie los mira.
Temo decirle, señor presidente, que está nueva guerra contra los videojuegos la tiene perdida. Y usted la está perdiendo por no haberse enfocado en lo importante, por no haber gastado en lo esencial y ahora su única salida es usar sus mañaneras para decir que nos enfrentamos a un verdadero grave problema.
Tiene usted un nuevo enemigo presidente y usted lo conoce muy bien, lo ha visto. Hoy describió perfectamente hasta qué posición corporalmente adquieren los jóvenes al estar jugando. Un enemigo al que se conoce es fácil de vencer, pero si no se quiere vencer, por darle prioridad a otras cosas, será ese eterno enemigo que lastimará a la sociedad mexicana y a los jóvenes que tanto importan y valen en este país.
Claudia Santillana Rivera en Twitter: @panaclo