Nada podrá detener la guerra sucia, al menos no del lado de la oposición. Esa estrategia, a lo largo de décadas, ha sido un mecanismo abyecto que, en muchas ocasiones, sí les funcionó; sin embargo, con el flujo de información que transita por las redes sociales, desde distintas plataformas, ha ayudado a inhibir los golpes que han tratado de propinar. Se formó, podemos decirlo así, como una cultura intransigente que ha ido arraigando la derecha como recurso de supervivencia. A estas alturas, en efecto, no es un instrumento eficaz ni mucho menos una herramienta que pueda persuadir a la ciudadanía. Pese a ello, esa hostilidad, como tal, la sigue encarnando el conservadurismo, pero ahora con dedicatoria especial para el secretario de organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán.
En lo político, desde luego, no podemos hacer un comparativo. Son momentos y circunstancias distintas las que vivieron padre e hijo. El expresidente, por ejemplo, dedicó gran parte de su vida a la lucha democrática del país. Pero en ese frente, evidentemente, siempre estuvo presente física y simbólicamente la familia de AMLO. Ellos, al igual que Obrador, vivieron en carne propia la persecución, el espionaje y el hostigamiento de los órganos de inteligencia que, en aquel entonces, puso en operación el PRI. El punto es que, como tal, el resultado fue siempre el mismo: jamás pudieron comprobar una situación ilícita que pusiera contra las cuerdas a AMLO. Y vaya que fue un clima sofocante que, por poco, logran rendir al exmandatario federal. No obstante, la resistencia, entre muchas otras cualidades, mantuvieron firme al personaje más emblemático de nuestra historia contemporánea.
Hoy, pese a que las circunstancias son otras, Andres Manuel López Beltrán, está siendo blanco de una serie de ataques sistemáticos no solamente de la oposición, sino de los medios conservadores. De hecho, alguna prensa arremetió contra él por los resultados obtenidos en Durango y Veracruz. En la primera entidad, queda claro, hubo un desaseo que, bajo la complicidad del gobierno del estado, orquestaron para allanar las condiciones al abanderado del PRIAN. Precisamente allí, con dureza, la derecha ha disparado la metralla. A pesar de esa intentona, toda esa narrativa que esgrime y desemboca de la oposición, no ha tenido impacto, más allá de que tenga la misma peculiaridad y el sello del PRIAN. Si lleváramos un registro de toda la andanada, por supuesto, diríamos que estamos en presencia del mismo escenario que vivió en carne propia AMLO.
El dolo, entre muchas connotaciones negativas, es la consigna que emana del conservadurismo en esa guerra sucia y hostil. Desde luego, podemos achacar al PRIAN, pero también a los medios de comunicación que se han subyugado a ellos. Sea cual sea la razón, proyectan la rabia y la irritación que les provoca esa impotencia a quienes han perdido terreno en lo político y legislativo. Por supuesto que López Beltrán tendrá que demostrar ser digno heredero de su padre, pero acaba de comenzar. Debemos darle más tiempo para que los resultados comiencen a fluir. De entrada, logró recorrer el país y, de paso, recibir el respaldo de todos los gobernadores emanados de Morena. Al igual, afilió una cantidad importante de militantes que, con nombre y apellido, han engrosado el padrón de simpatizantes a favor de la causa. Siendo así, y por los tiempos tan cortos, no podemos responsabilizar de algo que, como tal, ni siquiera ha sucedido.
Lo que sí creo conveniente, que seguramente ya tomó nota Andrés Manuel López Beltrán, es lo indispensable que resulta construir alianzas con los partidos progresistas. Los resultados de Veracruz, lo dijimos, tienen que ser una muestra de pluralidad para flexibilizar los diálogos con el PT. Ellos, que son vistos como estructuras consagradas, tienen que caminar al lado de este enorme proyecto de transformación que hoy encabeza la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Esos, como muchos otros factores que vendrán a la par de un tramo previo en que se jugarán 16 entidades federativas, es buen tiempo para planear y organizar, pero también para realizar un corte de caja de la gestión. Lo que sí se sigue viendo, desde ahora, es la unidad y la cohesión que reina. López Beltrán, en conjunto con Luisa María Alcalde, ha hecho una buena mancuerna para tomar decisiones importantes.
Siendo que la disputa por la gubernaturas se siente con efervescencia, pero no ha comenzado como tal, Morena encontrará las condiciones para ganar todos lo que está en juego, incluyendo la mayoría calificada que, a la postre, permita seguir profundizando las políticas públicas de la transformación.
La oposición, mientras tanto, puede seguir con esa inútil e ineficiente guerra sucia que propaga. No pasará nada. Las cosas no cambiarán, al menos en el sentido de orientación de un inmenso porcentaje que apoya a Morena y, de paso, a la presidenta constitucional de México. Y ante la creciente aprobación de un gobierno que sigue demostrando oficio y capacidad, podemos esperar, desde este momento, una larga vida para el movimiento de la 4T. Lo demás, lo sabemos, son estrategias de un conservadurismo minoritario que, cada vez más, da muestra de vulgaridades, como la que protagonizó Ricardo Anaya.