Hola amigos! Para empezar, les diré que a mí nunca me ha gustado el término “oposición u opositores”. Así como nunca me ha gustado utilizar el término “chairo”, y detesto el término  “facho”,  me parece que todos estos adjetivos han surgido a raíz de la llegada del presidente al poder, nada más  para dividir,  para polarizar,  y  para generar odio. Al menos jamás utilizo todos estos términos en mis redes sociales porque creo que lejos de sumar, restan. Porque no permiten que fluya una conversación de respeto entre los usuarios de redes sociales y fuera de ellas.

Llamar(nos) a los que no coincidimos con la forma de gobernar del presidente Andrés Manuel López Obrador como opositores, me parece un tanto agresivo. Pareciera que tenemos algo personal contra él o al menos eso se entiende y la verdad es que no es así. Yo al menos ni lo odio ni le deseo ningún mal, pero creo que no está haciendo las cosas bien y entonces no sé cómo autollamarme para que esto se entienda.

Y reflexionando acerca de cuál otro adjetivo calificativo podríamos ponerle a los que no simpatizamos con Obrador, es difícil. Ya los propios obradoristas también se han encargado de llamarnos “prianistas”, cosa que tampoco apruebo.

Pero en fin, en lo que aparece un nuevo modo de llamarle a los que no estamos de acuerdo con él, sigamos pensando en llamarlo “oposición”.

Pero ¿y dónde está la oposición? ¿Realmente dónde  está? Está en ningún lado, no se visibiliza, no existe, no hay un agrupamiento sólido consolidado; no hay liderazgos.

Lo que sí  qué hay, y muchas y evidentes, son rupturas de grupos que se habían conformado como opositores, al menos en Twitter.

Entre ellos se conocían (o se conocen)  y parece que había algo importante ahí consolidado, una amistad, una unión, buen entendimiento, fuerzas unidas para un objetivo común. Pero tristemente han empezado a aparecer traiciones entre ellos, señalamientos, acusaciones. Los grupos que estaban siendo fuertemente consolidados como opositores resultaron ser nada más un desfile de modas y una pasarela de egos inflados para ver quien brillaba más, quien tenía más seguidores, a quienes entrevistaban más para salir a cuadro, etc.

Los “opositores” que parecían estar más  unidos hoy ya no lo están. Se acusan de trabajar incluso algunos  para intereses de la 4T, y  se señalan de tratar de enganchar a muchos para llevar “agua a sus molinos”, han sacado hasta  datos personales de otros tuiteros como una forma de venganzas personales y de “quemarlos” públicamente, y simplemente entre ellos se están despedazando. Es decir , se están linchando mediáticamente, acusándose de recibir pagos del PAN para golpear a Obrador y cosas por el estilo. 

Es de dar vergüenza, mucha vergüenza  lo que está sucediendo, porque en tanto esto está pasando, el presidente se sigue fortaleciendo, y me imagino carcajeándose al ver que ni siquiera pudimos formar alianzas para enfrentar y resarcir  todo el caos y el daño causado por esta administración.

Y es que desde tiempo atrás lo que la gente ha venido solicitando son  líderes de oposición, pero éstos se han hecho de la vista gorda (no sé por qué le dicen así, pero así se le llama a la acción de simplemente ignorar) no han atendido el llamado de la gente para ser líderes, desoyeron y siguen desoyendo esas peticiones de ayuda  y las siguen desoyendo porque no les interesa tal vez volver a estar en el ojo del huracán, porque ya se derrotaron, porque ya alguna vez estuvieron dentro y vieron la podredumbre qué hay o porque simplemente no  ya quieren o ya no pueden.

Entonces nos hemos quedado sin liderazgos y sin partidos opositores. Porque, perdón, pero con Marko Cortés como líder del PAN, da más sueño que las mañaneras, no hay fuerza, ni hay energía para transmitir unidad y alianza y ya no se diga del resto de los partidos políticos: Todos parecen la misma cosa, hablan igual, se comportan igual, se visten igual .

Yo francamente me siento en medio de la nada. Impotente viendo cómo poco a poco nuestras instituciones se van derrumbando  y lo que antes sí funcionaba ahora ya no  parece funcionar. Y no puedo hacer nada, salvo darle la mano con lo que puedo al que está junto a mi.

Es lo único que queda por hacer. Siento que queda poco tiempo para que se consolide una “oposición” realmente sólida, pero pues dicen que lo último que se pierde es la esperanza.

Mientras tanto hago lo que me toca que es trabajar por hacer el bien y espero tú  que me lees también hagas lo mismo, porque no podemos colocar todas nuestras responsabilidades en una sola cosa, partido, movimiento o persona.

Veremos qué sucede… o quizá no suceda nada más que la continuación de la destrucción de este hermoso y valioso país.

Pero es triste ver que los que se decían unidos ya no lo estén.

Me da miedo el futuro y sin líderes que confronten al  presidente, no para pelear sino para detener el caos pero nadie quiere, pero nadie puede. Pero el ego les ganó, salir bailando en tuits, o tomarse selfies no es la más brillante opción de oposición.

Espero equivocarme y todavía estar a tiempo de lograr algo más sustancial y de bien. Es cuánto.