En aras de la justicia con la verdad, la admiración de AMLO hacia la dictadura cubana no es novedad en la historia de la izquierda mexicana. Desde el triunfo de la revolución de Fidel Castro y el encontronazo de La Habana con Washington en 1959, los sucesivos gobiernos mexicanos han expresado públicamente su apoyo al movimiento castrista. Surgido, pues, de la ideología del nacionalismo revolucionario, México se posicionó históricamente como uno de los pocos Estados que decidieron apoyar el régimen de Fidel.

AMLO, sin embargo, como acostumbra, se supera a sí mismo. No le basta, pues, continuar con la tradición de apoyo a la dictadura cubana, sino que ahora ha sumado a los regímenes nicaragüense y venezolano, con dos gobiernos, encabezados por Daniel Ortega y Nicolás Maduro, que se han caracterizado por la represión hacia sus gobernados, por la ilegitimidad de sus elecciones y por encarnar lo más rancio de la política latinoamericana.

No satisfecho con continuar con el añejo nacionalismo revolucionario de tiempos del PRI (de aquel PRI autodenominado de izquierda que buscaba rescatar los principios del movimiento de 1910), AMLO está dispuesto a ser paria ante los ojos de Washington y de América Latina por salir a defender que dos regímenes autoritarios que poco abonan a México y, menos aun, al mundo.

Añadido a ello, el presidente mexicano está presto para echar a un lado a médicos mexicanos con la contratación de profesionales cubanos, bajo el pretexto de la supuesta carencia de personal de salud en nuestro país. ¿Por qué lo hace? Ciertamente no por tener en la mano la evidencia que le indique que ello sería una buena política, sino por su obsesión con Cuba; una obsesión que ha invadido el pensamiento de la pseudoizquierda mexicana durante años, y que ahora AMLO buscar conducir al límite.

AMLO se obsesiona con Cuba por dos motivos. El primero de ellos está relacionado con el ideal de igualdad abanderado por la Revolución cubana. Este principio, no obstante, se ha desvanecido ante la realidad. Lejos de constituir un Estado de bienestar con niveles de vida aceptables para la mayoría de la población cubana, el régimen de Castro, ahora heredado por Miguel Díaz-Canel, mantiene hundido a su pueblo, especialmente desde el fin de la Guerra Fría y la suspensión de los ingresos soviéticos.

El segundo motivo de la admiración de AMLO hacia el Estado cubano está relacionado con el espíritu autoritario del presidente mexicano. Así como no existen ni remotamente elecciones libres en Cuba, el jefe del Estado mexicano busca desaparecer a las autoridades electorales para erigirse en el árbitro incontestable de los destinos de México.

Es una pena que AMLO mire hacia Cuba como ejemplo de Estado-nación. La pseudo izquierda mexicana, representada por el presidente de la República y por otros admiradores de la dictadura cubana, tales como Gerardo Fernández Noroña y algunos impresentables legisladores, despide un olor rancio que contamina la vida pública mexicana.

Es lamentable, por tanto, que muchos de los hombres y mujeres de la dizque izquierda mexicana, en vez de aspirar a emular a una izquierda moderna y responsable, miren hacia Cuba como modelo de Estado. Es cuanto.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4