Empiezo citando al gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri: “La dirigencia del PRI rompió los compromisos que nos unían. Faltó a su palabra. Bajo estas circunstancias es mi deber político y moral señalar que no es posible ni deseable continuar con esa alianza bajo los términos establecidos”.

Estoy de acuerdo con él: “Así no es posible continuar con la alianza pactada. Tengamos el valor de ir solo con lo mejor de México: los que luchan por sus convicciones, por la honestidad, y por cambiar para mejorar. Millones piensan así”.

¿Que sin aliarse con el PRI no tendrá el PAN ninguna posibilidad de ganar en las elecciones presidenciales de 2024? Probablemente así será. Pero si el panismo se junta con el peor priismo de la historia, lo más probable es que sea vencido todavía más fácilmente.

Entendamos que hay de derrotas a derrotas. Y es que, carajo, se puede y se debe perder con dignidad.

Marcelo Ebrard no será candidato de Morena en 2024 porque, cuando tuvo poder —como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal—, recurrió a alianzas deshonrosas para buscar llegar a la presidencia.

Antes de las elecciones de 2012, contra la opinión de Andrés Manuel López Obrador el señor Ebrard y lo más sucio de la izquierda —los chuchos del PRD— promovieron alianzas con el PAN que se había echado a perder por haber participado en el fraude electoral de 2006. Exhibió el ahora canciller lo peor de su naturaleza: que es un ambicioso vulgar.

Por elemental sentido de la ética no era aceptable para AMLO pactar con el partido que le había robado la presidencia, y así lo hizo saber a los liderazgos con quienes se suponía compartía ideales. Pero entre estos había gente más pragmática —como Marcelo, sí— decidida a ganar pagando cualquier precio.

Ebrard y los chuchos, entonces, se aliaron al PAN dominado por Felipe Calderón en algunos estados y lograron lo que calificaron como éxitos. Sí, ganaron gubernaturas, pero el costo resultó elevadísimo: se alejaron en definitiva de Andrés Manuel, quien en cuanto concluyó el proceso electoral de 2012 decidió tomar su propio camino: el tabasqueño prefirió fundar un nuevo partido y empezar de cero.

A AMLO no le resultó sencillo construir Morena. Pocas personas en la comentocracia pensábamos que iba a tener éxito. Los pronósticos en su contra crecían cuando llegaban a los medios de comunicación noticias de mitines encabezados por López Obrador a los que asistían unas cuantas personas.

Pero a veces el camino de la victoria se abre de fracaso en fracaso. Después de una durísima caminata por el desierto, en 2018 arrasaron Andrés Manuel y Morena. El hoy presidente pudo hacerlo porque administró brillantemente todas sus anteriores derrotas. ¿Las administró? Esto es, las enfrentó con gran dignidad.

Hoy el partido de izquierda luce invencible. Los datos objetivos aseguran que en 2023 ganará las gubernaturas del Estado de México y Coahuila y, en 2024, otra vez vencerá en las elecciones presidenciales.

La desesperación ha llevado a la oposición a buscar alianzas electorales. Este año el PRI y el PAN participaron juntos en elecciones de gobernador o gobernadora. ¿Cómo les fue? Casi en todas partes perdieron.

Ahora mismo, el PRI y el PAN, en vez de gestionar con dignidad sus derrotas para seguir avanzando, han caído en la bajeza de no romper abiertamente con los comportamientos poco éticos de uno de los líderes, Alejandro Alito Moreno. Sí, recientemente han expresado que les decepciona tal personaje porque no quiere ir con la oposición en un tema legislativo, pero cuánto lo defendieron cuando se difundió en numerosos videos toda su corrupción.

El PRI no va a cambiar. Su esencia seguirá siendo la misma, la del agandalle. Y, al menos hasta que se decidan las candidaturas presidenciales, al frente del PRI continuará Alito Moreno.

En tales condiciones lo más decente que puede hacer el PAN es retirarse de la alianza. ¿Que perderá en 2024? Si las encuestas no mienten, así ocurrirá si va solo a las elecciones presidenciales, pero también si participa de la mano con todos los partidos de oposición.

Con un buen candidato —Mauricio Kuri cumple con los requisitos, sobre todo el de la honestidad— podrá el panismo gestionar correctamente la derrota para construir una victoria en 2030. ¿Que entonces Kuri tendrá 60 años de edad? Por favor, estará en plena forma.

Uno de los mejores presidentes de México, AMLO, llegó a Palacio Nacional a los 65 años y gobierna incansablemente, con pocos días de descanso. Su forma física es de primera, lo que demuestra cuando practica con toda seriedad el deporte que le gusta, el beisbol, en el que se da el lujo de competir con exprofesionales. Una pena que no aproveche su condición para realizar un ejercicio mucho más exigente y que vale más la pena, el ciclismo. Pero este es otro debate.

Kuri puede con una derrota solo como candidato del PAN en 2024, empezar a diseñar el triunfo en 2030. Son los largos tiempos de la política...

Pero, un momento, tampoco es seguro que Kuri y el panismo pierdan en 2024. Todo puede pasar. El pasado Tour de Francia era inevitable que lo ganará Tadej Pogačar, pero el vencedor fue Jonas Vingegaard, quien tomó la salida en la primera etapa como un simple ayudante de su líder, Primož Roglič. Y en la Vuelta a España, que termina el próximo domingo, era imposible que le quitaran la victoria a Roglič, pero desde las primeras etapas lo sorprendió un ciclista por el que nadie apostaba, Remco Evenepoel, quien ni siquiera era considerado el más fuerte en su propio equipo.

Si Mauricio Kuri no gana en 2024, se preparará para la carrera presidencial de 2030. Pero, aceptémoslo, en una de esas Morena cae en el exceso de confianza y combinado este vicio mortal con una correcta campaña panista… pues todo puede pasar. Y es que por el futuro nunca es lo que pensamos.