“¿Quieren un presidente joven con nuevas ideas? ¿O lo de siempre?”, preguntó el gobernador de Nuevo León, Samuel García, el martes pasado, ante un auditorio juvenil reunido en la Nave Lewis de Monterrey.

La idoneidad de un joven político como presidente, o jefe de estado/gobierno, depende de una variedad de factores, incluidas sus cualidades individuales, el contexto específico del país y los desafíos que enfrenta la nación. Si bien las ventajas de nuevas perspectivas y energía pueden resultar tentadoras, no se pueden ignorar las desventajas de una experiencia limitada y las posibles percepciones de inexperiencia.

Los líderes jóvenes exitosos a menudo combinan su dinamismo juvenil con un compromiso de aprendizaje, tutoría y colaboración para navegar las complejidades de la gobernanza y liderar eficazmente a sus naciones hacia adelante.

Cuando imaginamos al líder de un país, la mayoría de nosotros siempre pensamos en alguien que normalmente tiene 50 años o más y con mucha experiencia de trabajo en política y gobierno. Sin embargo, ya somos testigos de algunas gerontocracias. En noviembre próximo, AMLO cumplirá 70 años. Joe Biden tiene 80 años. Donald Trump tiene 77 años. Narendra Modi, primer ministro de la India, tiene 72 años. Xi Jinping, presidente de la República Popular China, tiene 70 años.

Afortunadamente, en las últimas décadas hemos visto el ascenso de algunos de los presidentes más jóvenes de la historia. Tienen el poder de conectar con la gente y desafían el status quo.

En un estudio del “Pew Research Center” de marzo pasado, la experta Laura Silver concluye que los líderes nacionales tienen edades comprendidas entre los 30 y los 90 años. El jefe de gobierno más joven del que se pudo encontrar una fecha exacta de nacimiento es Gabriel Boric, de Chile, que tiene 37 años. El líder nacional de mayor edad es Paul Biya de Camerún, que nació en 1933 y asumió el cargo hace más de 40 años. La edad promedio de los líderes nacionales actuales es 62 años. Las mujeres líderes tienden a ser más jóvenes que los hombres, aunque actualmente sólo 13 países tienen una mujer en los cargos más altos. La edad promedio de estas mujeres es 57 años.

Algunos ejemplos donde líderes jóvenes han logrado ocupar las posiciones más importantes del gobierno son:

  • Emmanuel Macron se convirtió en presidente de Francia, en 2017, a la edad de 39 años. Su plataforma centrista y su energía juvenil atrajeron a los votantes que buscaban un nuevo liderazgo. Macron introdujo reformas en los mercados laborales, la educación y la política climática. También ha sido un actor importante en el escenario internacional.
  • Gabriel Boric es un político y académico que, a sus 37 años, ha sido el presidente más joven en la historia de su país. Aunque fue elegido en 2022, el viaje político de Boric comenzó mucho antes. Fue legislador y activista cuando era estudiante de Derecho en la Universidad de Chile.
  • Sebastian Kurz se convirtió en canciller de Austria, en 2017, a la edad de 31 años. Dirigió el Partido Popular Austriaco y formó un gobierno de coalición. Conocido por sus políticas conservadoras, Kurz atrajo a una amplia gama de votantes. Priorizó las reformas económicas, las medidas de seguridad y el endurecimiento de las políticas de inmigración.
  • Leo Varadkar asumió el cargo de primer ministro de Irlanda en 2017 a la edad de 38 años. Abiertamente gay, fue reconocido por sus políticas progresistas. Varadkar ha trabajado en temas como la atención sanitaria, el bienestar social y la acción climática. Su liderazgo durante las negociaciones del Brexit y sus esfuerzos por fomentar una relación positiva con Irlanda del Norte han sido notables.
  • Jacinda Ardern se convirtió en primera ministra de Nueva Zelanda en 2017, a la edad de 37 años. Obtuvo elogios internacionales por su respuesta compasiva a los tiroteos en la mezquita de Christchurch y su gestión de la pandemia de COVID-19. Ardern puso énfasis en las cuestiones sociales, la sostenibilidad ambiental y la gobernanza inclusiva.
  • Sanna Marin, de 34 años, fue la primera ministra en funciones más joven del mundo, después de ser elegida por el Partido Socialdemócrata de Finlandia para asumir el cargo de líder política del país. Condujo en tiempo vertiginoso el proceso de solicitud de ingreso de Finlandia en la OTAN, cuando Putin inició la guerra contra Ucrania.
  • Carlos Alvarado Quesada ganó las elecciones presidenciales de Costa Rica en abril de 2018, a los 38 años. Obtuvo su maestría en Gran Bretaña, cantó en una banda de rock universitaria llamada Dramatika, trabajó durante tres años para Procter & Gamble en Panamá y en un call center de apuestas deportivas. También publicó cuatro libros.
  • Jigme Khesar Namgyel Wangchuck es el cuarto “Rey Dragón” de Bután. Asumió el poder a los 26 años, cuando su padre abdicó. Khesar estudió en los Estados Unidos y asistió al Magdalen College de Oxford antes de regresar a Bután. Uno de los objetivos de su reinado es fortalecer la democracia en su país.
  • Nayib Bukele, exempresario y alcalde de San Salvador, ganó fácilmente las elecciones de El Salvador en febrero de 2019 y prestó juramento como presidente a los 38 años. La victoria de la Gran Alianza por la Unidad Nacional puso fin al dominio de los partidos FMLN y ARENA.
  • El Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani tenía 33 años cuando asumió el cargo de Emir de Qatar, cuando su padre renunció en 2013.
  • Kim Jong-un asumió el liderazgo de Corea del Norte cuando tenía 27 años. A pesar del secretismo y el aislamiento del régimen norcoreano, Kim ha mantenido un férreo control del poder y ha perseguido objetivos estratégicos, incluidos avances nucleares y compromisos diplomáticos con otras naciones.

Estas experiencias nos muestras ventajas y desventajas de tener políticos jóvenes en puestos destacados.

Ventajas:

  1. Los políticos jóvenes suelen aportar ideas innovadoras y voluntad de desafiar el status quo. Su falta de experiencia política arraigada puede conducir a nuevos enfoques para cuestiones no resueltas de larga data y a la introducción de políticas más dinámicas.
  2. Un presidente joven puede conectarse mejor y comprender las preocupaciones de los ciudadanos más jóvenes. Esto puede ayudar a cerrar las brechas generacionales y conducir a políticas que aborden los desafíos únicos que enfrentan los jóvenes, como la educación, el empleo y los avances tecnológicos.
  3. Los líderes jóvenes pueden inyectar vigor y entusiasmo a sus funciones, lo que puede ser contagioso e inspirar un mayor compromiso por parte de los ciudadanos. Su energía puede impulsar iniciativas y fomentar una sensación de optimismo dentro de la nación.
  4. Los políticos jóvenes suelen aprender rápido y adaptarse a nuevas situaciones. Esto puede resultar ventajoso en un mundo que cambia rápidamente donde los líderes deben responder a desafíos y oportunidades imprevistos.
  5. La elección de un líder joven puede simbolizar un alejamiento de la política tradicional y señalar el deseo de una gobernanza nueva y con visión de futuro. Esto puede ser particularmente poderoso en sociedades que buscan cambio y modernización.

Desventajas:

  1. Una de las principales críticas a los políticos jóvenes en roles de liderazgo es su experiencia limitada. Las complejidades de dirigir una nación o un gobierno requieren una comprensión de cuestiones políticas complejas, diplomacia y gobernanza que normalmente vienen con años de experiencia.
  2. Los líderes jóvenes pueden enfrentar el escepticismo del público y otros líderes políticos que cuestionan su capacidad para manejar las responsabilidades del cargo. Esta percepción de inexperiencia puede obstaculizar su eficacia y obstaculizar su capacidad para ganar credibilidad en el escenario internacional.
  3. El entusiasmo juvenil a veces puede traducirse en impulsividad. Las decisiones rápidas sin una consideración exhaustiva de las consecuencias pueden conducir a errores políticos o desafíos diplomáticos.
  4. A un líder joven puede resultarle difícil gestionar a políticos mayores y más experimentados que están acostumbrados a estructuras de liderazgo más tradicionales. Esto podría dar lugar a conflictos internos y obstaculizar una toma de decisiones eficaz.
  5. Si bien los líderes jóvenes pueden aportar ideas nuevas, también pueden priorizar las metas a corto plazo sobre las estrategias a largo plazo debido a su horizonte temporal relativamente limitado en el cargo. Es crucial equilibrar las demandas inmediatas con políticas sostenibles a largo plazo.

La edad es importante. Pero más importante es tener cualidades como visión, actitud, adaptabilidad, comunicación efectiva y compromiso para abordar las necesidades de la nación. Cuando un joven se atreve a dar un paso adelante, debe recordar las palabras de Winston Churchill: “El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el coraje de continuar”.

Los jóvenes que quieren comerse el mundo a mordidas son los que hacen el cambio con su pasión y energía. La impaciencia es el combustible que alimenta los sueños y los hace realidad. Pero también tienen que recordar que el largo viaje de una carrera política exitosa siempre comienza con el primer paso. No vale mucho la pena anticipar el destino cuando lo mejor está en el viaje mismo. Es el bien que haces a lo largo del camino lo que cuenta; es la dedicación y el esfuerzo de todos los días. Con serenidad, se puede descubrir que uno está en el lugar correcto en el momento correcto.

La vida política es un viaje que hay que recorrer con plena convicción de que la ruta no será siempre de autopistas sino de terracería. Y a la mitad del camino nos damos cuenta de que la jornada nunca terminará. Por eso tenemos que disfrutar el viaje porque ahí encontraremos crecimiento, satisfacciones y adversidad. La mejor recomendación para un político joven puede ser: haz lo correcto, genera valor público, sigue creciendo, vive el momento con paciencia, serenidad y buen juicio.