Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez

De que es un personaje fundamental de la izquierda mexicana, lo es sin lugar a dudas. Estará en la historia de la 4T como una mujer absolutamente entregada a la lucha democrática de AMLO. Se ha ganado un lugar de privilegio en cualquier capítulo histórico que se escriba sobre estos años de López Obrador.

Polémica como pocas personas, Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez —mejor conocida como Jesusa Rodríguez—:

Es rebelde.

Es inteligente.

Es culta.

Es perspicaz.

Tiene un extraordinario sentido del humor.

Ama la libertad —la suya y la del resto de la sociedad— por sobre todas las cosas.

Pero...

La gran Jesusa Rodríguez de ninguna manera es diplomática —ni lo es de carrera ni lo es tampoco en el sentido de correcta, prudente, discreta, de trato suave—.

No es diplomática e inclusive con toda propiedad y sin faltar a la verdad podría ser descrita como la antidiplomacia personificada.

Si lo que Andrés Manuel López Obrador pretende es enfadar al gobierno de Panamá por el reciente desaire —haber negado el beneplácito al historiador Pedro Salmerón—, sin duda lo logrará.

Ingobernable, con Jesusa se corre el riesgo real de romper relaciones con Panamá. Si no por otra cosa, porque es capaz de decir lo que se le antoje sobre la canciller panameña, Erika Mouynes —esta mañana descalificada por AMLO, quien la llamó “santa inquisición conservadora”—.

Aquella mentada de madre a López-Dóriga

Se cuenta la versión de que durante el plantón de 2006 en el Paseo de la Reforma, las avenidas Juárez y Madero y el Zócalo de la Ciudad de México, una tarde López Obrador escuchaba en su tienda de campaña lo que Jesusa Rodriguez decía en el templete previo a uno de los tantos mítines que se celebraron durante aquel largo acto de desobediencia civil.

Cuando Jesusa mencionó el nombre de Joaquín López-Dóriga, justo en ese momento Andrés Manuel dejó todo lo que hacía para escuchar con atención.

Lo que escuchó molestó a AMLO. Y es que Jesusa Rodríguez, levantando la voz en el micrófono, dijo: “¡¡¡Si me estás oyendo, López-Dóriga, quiero decirte que puedes irte mucho a chingar a tu repinche y reputísima madre!!!”.

López Obrador llamó a Jesusa a su tienda de campaña y le pidió moderarse, ya que tales expresiones no ayudaban al movimiento. Ello aceptó ser más prudente y cumplió… solo durante unas 24 horas, ya que después volvió a ser la que ella es: la indócil izquierdista que no nació para callarse nada.

No es la primera vez

No, no es la primera vez que se niegan beneplácitos para embajadores nombrados por presidentes mexicanos.

Inglaterra negó el beneplácito o plácet a Porfirio Muñoz Ledo porque esta había protagonizado un gran escándalo en Nueva York.

También Inglaterra negó el beneplácito a Everardo Espino porque este tenía fama de corrupto.

En los Países Bajos se le negó el beneplácito a Homero Aridjis porque esta había sido agregado cultural en la embajada mexicana y, al retirarse, dejó una enorme cantidad de cuentas no pagadas.

No es la primera vez que naciones extranjeras desairan nombramientos de embajadores que hace el gobierno de México, pero sí es la primera vez en que todos nos enteramos al instante.

En aquellas ocasiones, solo la cancillería y la presidencia mexicana se enteraron en el momento de que no habría beneplácitos porque se cumplió con la formalidad de no dar a conocer los nombramientos antes de que el país que el país receptor aceptara al aspirante.

Hoy lo explica muy bien en El Universal el señor Jorge Lomónaco, diplomático de carrera por 30 años, ex-embajador en la ONU-Ginebra, en la OEA y en los Países Bajos:

√ “México ya no observa la práctica de no hacer públicos los nombramientos de embajadores hasta no recibir el beneplácito correspondiente”.

√ “Y es que no se trata de una costumbre acartonada o pasada de moda, sino de la expresión práctica del artículo 4 de la Convención de Viena de Relaciones Diplomáticas, un acto de cortesía para evitar que el país receptor sea sujeto a presiones (como fue el caso de Panamá) y un mecanismo para proteger al país acreditante (en este caso, México) de ser exhibido públicamente por la decisión del receptor”.

Ebrard nomás no puede

O el canciller Marcelo Ebrard es un mal asesor del presidente López Obrador o, tal vez, o es un mal operador de las decisiones de Andrés Manuel..., o de plano no tiene carácter para plantearle a su jefe lo que sí se puede —y lo que no se puede— hacer en relaciones diplomáticas.

En cualquiera de los tres casos Ebrard ha sido solo un florero. Ineficaz funcionario, sin duda.