El Legislativo federal -a través de la Cámara de Diputados- ha dado una muestra democrática para elegir a los nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral. La manera o el mecanismos fue el método de insaculación que, para muchos, es una determinación congruente para evitar la especulación y el escepticismo que se generan en este tipo de procesos, sobre todo porque todos los perfiles que participaron se sometieron a una evaluación previa y estaban calificados para encabezar la presidencia del órgano autónomo.

En ese sentido, será Guadalupe Taddei Zavala quien fungirá como consejera presidenta a partir del próximo lunes que tomé protesta. Con esa premisa, el método de insaculación se convierte, en términos democráticos para nuestro país, en una alternativa para futuros procesos.

Por ejemplo, la mayoría de militantes y simpatizantes de Morena no están de acuerdo con el método de encuesta que aplica el propio partido. Es decir, hay un escepticismo justificado que ha dejado un mal sabor de boca, incluso lo ha manifestado la base porque su uso y aplicación está encumbrado en los archivos de la dirigencia nacional del partido cosa que, a la postre, nunca se publica lo que genera más dudas e inquietudes.

Eso significa que no hay transparencia y claridad. No basta, ya lo hemos dicho, que los órganos de dirección salgan y anuncien a los candidatos a puestos de elección. Nadie puede comprobar que la metodología es confiable, y que los cuestionarios se levantaron en la misma población.

De hecho, eso solo fomenta desconfianza por saber sí los actores que fueron nombrados merecían la designación.

Por eso, Morena no puede seguir llevando a cabo esa tarea. Es muy probable que la encuesta sea el mecanismo para elegir al próximo candidato a suceder al presidente López Obrador. Entonces, con mayor razón, deben poner en práctica un instrumento confiable y transparente para que no se repitan tantas injusticias e imposiciones que no se pueden ocultar.

Es verdad, hay casos donde los candidatos merecieron la candidatura debido a que era un hecho inexorable. Sin embargo, hay muchos que nos seguimos preguntando por qué, sí no lo merecía. Eso se puede evitar si hay flexibilidad y apertura en el proceso de elección para el 2024. Para que todos partan en condiciones equitativas, la encuesta debe ser totalmente ajena al partido de Morena. Vale la pena que, en ese sentido, no sea una sola metodología demoscópica, sino por lo menos cinco para que puedan contrastar los indicadores que se recolectan de los cuestionarios levantados.

Es decir, cinco encuestadoras que cumplan con las normas del Instituto Nacional Electoral. De hecho, las instituciones que participen o se propongan tendrán que ser, por sentido común, aquellas que estén mejor evaluadas tanto en margen de acierto, como en margen de error. El caso sería elegir 10 consultoras que se encuentren en el Ranking de mayor credibilidad y, mediante el método de insaculación, escoger a 5 para llevar a cabo esa encomienda y, a quien favorezca la metodología, llegue legitimado a la campaña.

Sería el mismo caso en que se eligió a los consejeros nacionales del INE. Todos mostraron capacidad, competencias y conocimiento en la previa. Es lo mismo con los presidenciables de Morena; los cuatro aspirantes cuentan con los requisitos que marcan los estatutos del partido. Además de ello, son reconocidos por la militancia y simpatía que es crucial para la participación. Dicho en otras palabras, el escenario está puesto para que la democracia fluya sí es que hay voluntad de transparentar el proceso interno.

La insaculación es, en este momento, un mecanismo idóneo para qué se encargue de elegir a las metodologías que aplicarán los cuestionarios. Así, se acabará el escepticismo y la sospecha que muchas veces genera la encuesta que aplica Morena. De hecho, el partido debe recuperar esa confianza perdida por el método de elección que no funge, como se esperó en muchos años, esa función democrática que las bases del partido esperamos.

El legislativo - a través del Congreso Federal- ha puesto el ejemplo y la insaculación es, por mucho, la propuesta ideal para conducir el proceso metodológico para elegir al candidato de Morena al que, por cierto, la mayoría de aspirantes se ha manifestado por un instrumento claro que no deje margen a la sospecha.

La clave está en el método de insaculación para que se respete la verdadera voluntad del pueblo a la hora de tomar decisiones.