En México, el Día de la Independencia no solo es una celebración de nuestra historia, sino un espejo que refleja las verdaderas caras de quienes pretenden liderar o criticar al país. Este 15 de septiembre de 2025, mientras el pueblo vibraba con el orgullo patrio, la oposición se expuso en toda su falsedad y desconexión. Fue un día que definió su esencia: elitista, evasiva y lejos de los valores que dicen defender. Analicémoslo paso a paso, porque los hechos hablan por sí solos.

Comencemos con Ricardo Salinas Pliego, el magnate que personifica el privilegio desmedido. Mientras millones de mexicanos disfrutaban de un merecido descanso en este día inhábil, Salinas decidió abrir las puertas de sus tiendas, obligando a sus empleados a trabajar bajo el pretexto de “servicio al cliente”. ¿Y los impuestos? Ahí está el colmo: evade pagos millonarios al fisco, acumulando deudas que podrían financiar programas sociales enteros. Este 16 de septiembre, en lugar de unirse al grito de libertad, Salinas gritó “negocios primero”, pisoteando los derechos laborales y la equidad fiscal. Incluso simulo su propio grito de la independencia. ¿Es esta la oposición que promete justicia? Parece más una defensa del capitalismo salvaje que ignora al trabajador.

Luego tenemos a Sandra Cuevas, la exalcaldesa de Cuauhtémoc que siempre ha jugado a la política del escándalo. Justo en vísperas de la fiesta patria, su pareja sentimental, conocido como “el Choko”, fue detenido en circunstancias que dejan mucho que pensar. ¿Su respuesta? Anuncia un “cambio de vida”, mudarse de casa y con una desfachatez impresionante, declara que ella no pregunta a qué se dedican las personas ni con quiénes se relacionan sus familiares o allegados. ¡Pero era su pareja sentimental! ¿Cómo no saber o indagar sobre alguien tan cercano? Este episodio no es solo un chisme personal; es un reflejo de la oposición que evade responsabilidades, que finge inocencia cuando la realidad la alcanza. En un día de independencia, Cuevas nos recordó la dependencia de la oposición a excusas y negaciones.

Y no olvidemos a Alessandra Rojo de la Vega, quien se presenta como abanderada del feminismo, pero lo pisotea con cada paso. Gastando miles de pesos en maquillaje y peinado para dar el grito cuando no hay dinero para pagarle a los empleados porque se terminó el presupuesto; intentó brillar con un discurso que resultó en un fiasco. Su “feminismo” de fachada se desmoronó al gritar los nombres de las heroínas de la Independencia, pero con los apellidos de sus maridos, equivocándose y teniendo que repetir. ¿Josefa Ortiz de Domínguez o solo “la esposa de”? Un error que no es casual: revela un feminismo superficial, elitista, que prioriza la apariencia sobre la sustancia. En un 15 de septiembre que debería honrar la lucha de las mujeres, Rojo de la Vega lo convirtió en una parodia costosa y desconectada.

Contrasten esto con lo que vivimos del lado de la transformación: nuestra primera mujer presidenta, Claudia Sheinbaum, impecable en su vestido morado, símbolo de la lucha feminista y la igualdad. Por primera vez en la historia, pronunció los nombres completos de las mujeres que nos dieron patria, reconociendo su rol independiente y valiente. No fue un show, fue un acto de justicia histórica, un grito que resonó con inclusión y respeto. Sí, somos diferentes. Mientras la oposición tropieza en sus privilegios y errores, la cuarta transformación avanza con dignidad y compromiso real.

Este 15 de septiembre no fue solo una fiesta; fue una lección. La oposición se define por su evasión, su elitismo y su hipocresía. Nosotros, por el contrario, celebramos un México para todos. ¡Viva México! ¡Viva la cuarta gran transformación!