José Ángel Gurría, quien hace unos meses era la cabeza de la OCDE, una de las organizaciones internacionales más prestigiosas del mundo, ha vuelto a estar en los vaivenes de la política tras su mensaje de buscar la presidencia de México.

Tras la irrupción de Xóchitl Gálvez como potencial candidata de la alianza tripartita, y con el anuncio por parte del Frente Amplio por México de convocar a Gurría como “arquitecto” del proyecto económico de la alianza (a reserva, huelga señalar, de que ganen la presidencia en 2024) AMLO y sus principales propagandistas se han dado a la tarea de buscar “recordar” a los mexicanos qué fue el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), con el ánimo de denostar a Gurría, y con ello, lastimar políticamente a la alianza y a sus potenciales abanderados.

Sin el ánimo de entrar a detalle en la sustancia del Fobaproa, pues ello corresponde en primer lugar a especialistas versados en el estado de la economía mexicana de los años noventa, el citado fondo respondió a la necesidad del gobierno de Ernesto Zedillo, con Gurría a la cabeza de la Secretaría de Hacienda, de rescatar al sistema financiero que pudiese haber generado una crisis mayúscula y la pérdida de los ahorros de millones de mexicanos.

El Estado mexicano, en tanto que garante de la estabilidad financiera, recurrió a recursos públicos para salvar de la quiebra a los bancos. Se hizo, como he señalado, con recursos de los mexicanos, lo que derivó, en consecuencia, en un aumento de la deuda pública.

Muchos se cuestionan… ¿el Fobaproa fue una buena o mala decisión tomada por parte del equipo económico de Zedillo? Fue, en palabras de economistas destacados, una decisión necesaria, pues si bien derivó en deuda pública, si no se hubiese llevado a cabo, los resultados habrían conducido a un daño mayor al sistema y al bienestar de las familias. Fobaproa fue, pues, una dura decisión tomada ante la crisis de la coyuntura.

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Resulta por tanto ocioso, y si se quiere, inmoral, retrotraerse a los años noventa y a un momento específico de la historia de México para responsabilizar hoy a aquellos funcionarios que tomaron decisiones ante la grave crisis que atravesaba el país en un periodo determinado, y aun más, sin la posesión de una bola de cristal que predijese mágicamente los resultados treinta años más tarde.

Otra de las acusaciones lanzadas por los oficialistas contra Gurría ha sido la de ser “el rostro del neoliberalismo”. Vamos a ver. Si bien hoy la evidencia demuestra que este modelo económico no ha ofrecido los resultados esperados y ha sido una de las causas de la exacerbación de la desigualdad en el mundo, los hombres que tomaban decisiones en los años noventa lo hicieron a la luz de los consensos globales adoptados tras el colapso de la Unión Soviética y de las economías centralizadas.

Otro mito recurrente ha sido el que la OCDE es una organización de corte neoliberal. Lo fue, ciertamente, en los años ochenta y noventa. Sin embargo, a lo largo del tiempo, tras la adopción de los nuevos consensos, los cuadros técnicos que forman la institución han dado a un giro importante a sus recomendaciones, estando éstas ahora dirigidas a promover la inversión pública, una mayor recaudación fiscal, y en suma, una creciente participación del Estado en la economía.

En conclusión, es tramposo acusar a un ex funcionario por decisiones tomadas en otro contexto económico, desprovisto de la evidencia y de los indicadores obtenidos décadas después del inicio de los regímenes neoliberales.

Como he señalado en este mismo espacio de SDPnoticias, José Ángel Gurría fue un hombre de su tiempo que, con base en los consensos de la época, actuó en favor del rescate bancario. Sin embargo, AMLO y sus corifeos lo denuestan. Para ello utilizan todo un abanico de tergiversaciones históricas y medias verdades. Al final, no resulta sorprendente, pues la mentira forma parte del ADN de la autoproclamada 4T.