• Abel Murrieta candidato a presidente municipal de Cajeme, Sonora.

• Alma Rosa Barragán candidata a la alcaldía de Moroleón, Guanajuato.

Son dos de los 80 políticos asesinados durante el actual proceso electoral; 32 de ellos eran aspirantes o candidatos en los comicios. Fueron asesinados también 28 familiares de políticos y 91 servidores públicos sin militancia, de acuerdo con datos de la consultora en gestión de riesgos, “Etellekt” en su cuarto informe de violencia política en México 2021. El cual solo incluía 79 asesinatos políticos.

El número 80 sucedió a menos de una semana de dicha publicación.

De acuerdo con el informe de “Etellekt”, el 49% de las víctimas mortales eran de la alianza opositora (PAN/PRI/PRD); el 17% de MORENA y el 34% de los demás partidos. No es motivo para argüir que se debe a cierta ideología u otra.

Se debe a que dichos candidatos prefirieron ser congruentes con sus ideales y no ceder ante la presión del crimen. Sea crimen organizado, político o como se le quiera llamar. Los asesinatos están ahí, mostrando con cifras que estamos viviendo el periodo electoral más violento y mortal de todos los tiempos.

De los 32 casos de asesinato de candidatos, siete eran mujeres y solamente en tres casos, están detenidos los presuntos responsables. En más del 90% de los casos, los asesinos siguen libres. La impunidad recorre el territorio nacional dejando muertos a su paso y no pasa nada.

Los asesinatos son parte de las 478 agresiones contra políticos, las que incluyen amenazas, robos y secuestros. 

445 víctimas cuyo “pecado” fue querer participar en la política de nuestro país.

La gran fiesta por la democracia se torna en un escenario de sangre y muerte. Las agresiones se acumulan, aun de forma verbal, empezando con amenazas a los familiares de los candidatos.

Mientras algunos candidatos son amenazados, secuestrados y asesinados, hay otros que con total desparpajo olvidan las propuestas y las trastocan en bailes, cánticos y espectáculos de poca monta. No hay respeto a la ciudadanía y tampoco a sus iguales que fueron asesinados ellos sí, por presentar alguna propuesta.

Los candidatos asesinados son los otros muertos que llegan con nombre y apellido a la prensa. Representantes de los miles de mexicanos que mueren de forma violenta en nuestro país, demasiados para la política, indispensables para sus familias.

Los otros muertos, sean políticos o no, son la pérdida más valiosa que tiene nuestro país, cuyos victimarios continúan impunes.

Estos y todos los muertos exigen ¡Justicia!

El futuro de México fenece en cada uno de sus muertos.