El clásico nado sincronizado

El pasado 20 de mayo por la tarde, como lo dio a conocer El Universal, Carlos Loret de Mola descubrió nueve propiedades inmobiliarias de Alfonso Durazo.

El mismo día, más o menos a la misma hora, Raymundo Riva Palacio entregó su columna a El Financiero —se publicó en la madrugada del 21 de mayo—, en la que revelaba que Durazo posee no nueve, sino 18 inmuebles.

¿Qué sigue? ¿López-Dóriga informando en Radio Fórmula que Durazo posee 36 propiedades? ¿Reforma en primera plana con la gran nota: no eran 36, sino 72 las casas y terrenos del candidato de Morena al gobierno de Sonora?

Cuando dos periodistas de medios distintos traen la misma investigación exclusiva, se jodió la ética periodística: alguien los usa para la guerra sucia contra un rival político

El valor del patrimonio

Alfonso Durazo ha explicado que jamás ha escondido su patrimonio “porque me lo he ganado, legítimamente, con mi trabajo. Como funcionario público federal, he presentado puntualmente mis declaraciones fiscales, patrimoniales y de intereses”.

No tengo la menor duda acerca de la rectitud de Durazo. Lo conozco desde hace muchos años —lo vi por primera vez en 1991 en la oficina de Luis Donaldo Colosio—, me consta su estilo de vida honesto, su entrega al trabajo y su rechazo absoluto a cualquier conducta indecente en la política.

Cuando el PRI terminó por echarse a perder, a finales del sexenio de Ernesto Zedillo y como consecuencia del asesinato de Colosio, Durazo no vaciló y apostó por el cambio político: apoyó la opción democrática que se suponía representaba Vicente Fox.

Trabajó muy cerca del presidente Fox como su secretario particular y también como responsable de la comunicación social del primer gobierno panista. Renunció a tales cargos —lo hizo, además, ruidosamente— cuando entendió que Vicente Fox y su esposa, Marta Sahagún, se habían corrompido y, por lo tanto, traicionado a la democracia que no debía terminar solo en la alternancia, sino en construir, al fin, una clase política que ya no se iba a enriquecer desde el poder.

Después de alejarse de Los Pinos, fue contratado como vicepresidente de El Universal —en un acto que honra a su propietario, Juan Francisco Ealy Ortiz, a quien no le importó molestar a aquella pareja presidencial—, empleo privado por el que recibió un salario de alrededor de 300 mil dólares anuales; lo sé porque en ese tiempo yo dirigía Milenio y estaba al pendiente de lo que pasaba en la competencia.

Poco más de 300 mil dólares al año es lo que le pagan a Carlos Loret en Latinus —empresa financiada por Roberto Madrazo, exdirigente del PRI—, y esa cantidad es más o menos la que anualmente ha ganado el mencionado periodista durante la última década.

A Loret le ha alcanzado para comprar propiedades valiosas en México y en el extranjero —hasta un departamento en Miami, donde tales inmuebles no bajan del millón de dólares—, patrimonio cuya adquisición, así lo supongo, el periodista podría justificar con sus ingresos reportados al Servicio de Administración Tributaria.

Carlos Loret es economista. Conoce, entonces, la forma en que se determina el valor de las cosas. Comprenderá fácilmente que el predio de la familia Durazo, de mil hectáreas, es decir, una propiedad bastante grande pero sin agua —lo que le convierte en tierra inútil en la desértica Sonora—, vale muchísimo menos que el depa del periodista en la glamorosa y carísima ciudad de Miami.

¿Newton y Leibniz?

Lo relevante no son las propiedades inmobiliarias de Alfonso Durazo —producto del trabajo de él y de su familia—, sino el nado sincronizado Loret-Raymundo.

Que Isaac Newton y Gottfried Leibniz hayan descubierto el cálculo infinitesimal al mismo tiempo, se entiende... y nos maravilla: eran dos genios. También eran dos seres humanos con ambiciones comunes y corrientes —ambiciones intelectuales en el caso de ellos—, así que pelearon por la paternidad del extraordinario hallazgo. Newton, muy enojado, llegó a decir que “los segundos inventores no tienen derechos”. Hasta donde conozco la historia de tal disputa, Leibniz tomó las cosas con menos hígado.

¿Pelearán Carlos Loret de Mola y Raymundo Riva Palacio por la paternidad del descubrimiento de las propiedades no ocultas de Alfonso Durazo? ¿Quién es el segundo descubridor, esto es, el de menos mérito?

Para responder usaré una frase de Leibniz o atribuida a él: “sobre las cosas que no se conocen siempre se tiene mejor opinión”.

No conozco los detalles de las profundas investigaciones que Loret y Riva Palacio hicieron sobre el patrimonio de Durazo. Por lo tanto, tengo la mejor opinión acerca de lo que pasó: ellos no investigaron nada; más bien ocurrió que alguien les filtró información, desde luego con la intención de dañar al candidato de Morena para beneficiar al abanderado del PRI, Ernesto El Borrego Gándara.

¿Nado sincronizado?

Así se dice cuando dos periodistas al mismo tiempo dan a conocer el mismo chisme. Pero a veces, porque aceptan participar en la guerra sucia electoral, a los informadores y comentócratas que actúan de esa manera no les queda compararlos con elegantes deportistas que cumplen una rutina en el agua. En tales ocasiones se ven más bien, dicho sea con todo respeto, como perritos de circo a quienes el entrenador pone a brincar y a ladrar al unísono para complacer al público.

¿Quién sería en este caso el amaestrador de los citados columnistas? Hay varias opciones:

  • (i) Ernesto Gándara, candidato del PRI que nomás no ha logrado acercarse en las encuestas serias a Alfonso Durazo, de Morena;
  • (ii) mi amigo Javier Lozano, experto en guerras sucias electorales y hombre muy comprometido con la causa de Gándara;
  • (iii) otro de mis amigos, Manlio Fabio Beltrones, poderoso político de Sonora aterrado porque una de las promesas de campaña de Durazo es la de cambiar el nombre al bulevar principal de San Carlos, destino turístico de esa entidad: eliminar el feo, muy burocrático y espantavisitantes “Lic. Manlio Fabio Beltrones Rivera” y ponerle el más simple y adecuado “Estrellita de Mar”.
  • (iv) un tercer amigo muy querido, Sergio Zaragoza, de México Elige, destacado e inteligentísimo estratega de redes sociales contratado por El Borrego Gándara, a quien su equipo intenta fortalecer por las malas, ya que nomás no ha mejorado por las buenas, desde luego debido a su falta de carisma y de ideas políticas serias.
  • (v) la respetada y apreciada gobernadora Claudia Pavlovich, una de las figuras políticas con mejores calificaciones en México, quien seguramente siente que tiene posibilidades de ser presidenta de nuestro país en 2024, algo para lo que, según ella, necesita que el candidato de su partido gane haga sido como caiga sido, porque ya se vio que con propuestas e ideas nomás no la hace don Ernesto Gándara.

¿Y Lilly Téllez?

Hace tres años esta reconocida y estimada periodista hizo campaña buscando llegar al Senado como compañera de fórmula de Alfonso Durazo.

De hecho, fueron Durazo y AMLO quienes invitaron a Lilly a ser candidata de Morena en Sonora.

Lilly Téllez, en equipo con Alfonso Durazo, enfrentó a las mismas mentes perversas que hoy golpean al exsecretario de Seguridad: Beltrones, Zaragoza, Pavlovich, etcétera.

Lilly batalló para que no la manchara el lodo que le lanzaron las mismas personas que hoy tratan de ensuciar a Durazo.

Está bien, Lilly, mujer de ideología conservadora, fue expulsada del grupo de Morena en el Senado por algunos loquitos de izquierda que tanto dañan la imagen de la 4T y del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero Durazo, cuando hicieron equipo, siempre trató a Lilly con educación y caballerosidad.

Lilly sabe que a Durazo, en 2018, le atacaron con las mismas mentiras con las que hoy pretenden restarle preferencias electorales.

A Lilly le consta que Durazo es un político decente.

¿Por qué Lilly Téllez, como sonorense y como mujer que detesta las arbitrariedades y las inmoralidades, no sale a refutar las calumnias contra Alfonso Durazo?

¿Puede más en la conducta de Lilly el interés de que gane un político de oposición a Morena, en la que ella ahora milita, que la más elemental decencia; sí, la que obliga a cualquier persona de bien a denunciar las cochinadas?

Espero que Lilly no decepcione.