¿Para qué sirve el voto? Respuesta simple, para elegir gobernantes y representantes, que supone un voto informado en lo elemental: conocer las opciones y presumir se entiende qué prometen y qué harán de ganar. Normalmente no ocurre lo uno ni lo otro. Tiene que ver con el modelo comunicacional que privilegia la propaganda sobre la deliberación, con el clientelismo electoral y, durante los últimos años, en muchos estados y municipios, con la intervención del crimen organizado. El voto informado es un supuesto, no una realidad.
En una visión elemental o minimalista de la democracia avalada por muchos va en el sentido de que el voto más que elegir opera para castigar a quien gobierna o ha gobernado. Las campañas son concurso de falsedades; parten de lo creíble no de lo que es. Si hay descontento generalizado la impostura de honestidad y el reclamo de castigar al percibido corrupto gobernante cobra fuerza. Así fue en Nuevo León, cuando en 2015, Jaime Rodríguez se impuso, y en Chihuahua un año después, cuando prevaleció Javier Corral, antesala del candidato populista presidencial que gana a partir del ambiente colectivo de indignación por la corrupción: el triunfo arrollador de López Obrador. En 2012 con el PAN y en 2018 con el PRI, independientemente del mérito de sus candidatos, el enojo social con el gobierno los llevó al tercer sitio de las preferencias.
Algunos piensan que la elevada aceptación del presidente o presidenta impacta en proporción semejante a las intenciones del voto del partido gobernante. No ha sido así en elecciones intermedias. El ejemplo más reciente, 2021, López Obrador superaba 60% en opinión favorable, Morena obtuvo 34% de los votos. La suma de los votos del PVEM y PT da para 43% de la votación total. ¿Voto de castigo? Sí, pero no para el gobierno nacional, sino para los gobiernos municipales y estatales. La alternancia fue el común denominador.
Entender el voto es el punto de partida para una estrategia exitosa. El frente opositor en 2024, como sucedió con el PRI en 2018, no entendió que la contienda en el plano nacional era claramente adversa. Explicable que los candidatos presidenciales impongan su perspectiva, pero los partidos deben entender en sus propios términos la competencia; para ellos y el país la integración plural del Congreso es fundamental. Las grandes ciudades no son territorio Morena, existe y existirá competencia, incluso en las más importantes no habrá elección concurrente de gobernador. La disputa municipal definirá los triunfos distritales. En 2024 el PAN y el PRI no lo entendieron. MC tuvo mayor claridad y por eso sus resultados fueron mejores a pesar de que la alternancia en el nivel municipal los afectó en Jalisco y Nuevo León.
El régimen tiene la intención de alterar las reglas para la integración de la Cámara y disminuir aún más al INE, acabando con lo que queda de su autonomía bajo la farsa de elegir por voto directo a los integrantes del Consejo. Es difícil que prospere, particularmente lo primero, porque el PT y PVEM serían damnificados si prevaleciera el diseño absolutista del comisario Pablo Gómez, quien pretende hacer de Morena la única fuerza política en la representación del país no a través de los votos, sino amañando la integración con una propuesta que lleva a la sobrerrepresentación de una fuerza política que nunca ha ganado la mayoría de los votos. En los órganos legislativos plurales debe prevalecer la representación proporcional, no la uninominal.
La campaña hacia 2027 ya empezó. El régimen está en dificultades a pesar de los elevados números de aceptación de la presidenta. Los escándalos de corrupción dan en la línea de flotación. El país registra las tasas más bajas de crecimiento en todo el continente con la excepción de Venezuela y Haití y, en el acumulado, el obradorismo, es un sonado fracaso a pesar del incremento en las transferencias monetarias y el aumento de salarios. El modelo no resiste más; por eso cambian las leyes, para recaudar más. También, la seguridad y la lucha contra la impunidad son mala noticia para el régimen, porque deja expuesta la colusión con el crimen organizado.
Más allá de lo nacional, están los gobiernos estatales y municipales, donde los peor calificados son de Morena. A pesar de la involución democrática es pensable y posible una derrota electoral del régimen. Será una prueba más de que el voto quizá no sirva para elegir, pero sí para castigar.