Joe Biden le ganó a Donald Trump en el estado de Virginia, en la elección presidencial del 2020, con una ventaja de 10 puntos. Pero algo terrible les pasó a los demócratas. Hace unos días, el Partido Republicano de Estados Unidos logró una gran victoria en Virginia. El nuevo gobernador electo es Glenn Youngkin. El impacto en la Casa Blanca de Biden no es menor. Es una señal preocupante; un presagio de un problema inminente para el Partido Demócrata en las elecciones intermedias del próximo año.

Cualquier explicación de los resultados del martes debe tener en cuenta las cifras de aprobación de Joe Biden. De acuerdo con la página RealClearPolitics, el 2 de agosto pasado, el 51.6 por ciento de los votantes aprobaron el desempeño del presidente Biden, en comparación con el 43.4 por ciento que lo desaprobó. Para el 2 de noviembre, el día de las elecciones, esos números habían cambiado al 43 por ciento aprueba y 51 por ciento desaprueba.

Los expertos explican este viaje por tres razones: Afganistán, Covid-19 y la economía. La inflación va en aumento en Estados Unidos y la gente ve esto cada vez que acude al supermercado.

Lo más interesante de la elección de Virginia es que el tema central fue la educación. Los padres de familia jugaron un papel fundamental. Rechazaron a Terry McAuliffe porque los criticó con desprecio. Un error tras otro del gobernador demócrata lo llevó a la derrota.

Se trató de las escuelas, los padres de familia y la teoría crítica de la raza (en inglés “critical race theory” o CRT) que estudia la estructura social y la cultura en su relación con las categorías de raza, derecho y poder. Sostiene que los problemas sociales son causados e influenciados por las estructuras sociales y supuestos culturales, por encima de factores individuales y psicológicos. La teoría crítica de la raza sostiene que el racismo es un fenómeno estructural y desafía los enfoques liberales de la justicia racial.

McAuliffe se burló de los padres de familia que no querían que a sus hijos se les enseñara la CRT. Les dijo “racistas”. Peor aún, durante un debate con Youngkin, dijo que los padres no deberían poder decirle a las escuelas qué enseñar a sus hijos. De ahí en adelante, McAuliffe fue expuesto como un liberal que adora a los sindicatos de maestros mientras envía a sus propios hijos a la escuela privada más cara del área de Washington, D.C.

El grupo demográfico clave que se inclinó en contra de McAuliffe fueron las madres blancas de los suburbios, que habían votado contra Trump en el 2020. Ahora votaron por el republicano Youngkin porque les prometió prohibir la enseñanza de CRT en su primer día en el cargo, además de otras propuestas de reforma educativa. Las mujeres blancas en Virginia se inclinaron 15 puntos hacia el Partido Republicano, más que cualquier otro subgrupo de votantes, con 57% a favor de Youngkin y 43% por McAuliffe según las encuestas de salida.

Muchos nos preguntamos por qué la educación fue una de las principales prioridades de los votantes en esta elección. Sabemos que la educación tiene un impacto en todos los hogares, pero rara vez llegaba a ser la prioridad de los electores.

El republicano Glenn Youngkin hizo de las escuelas, y en particular del control de los padres de familia, su tema principal. Leyó bien las encuestas. Entre septiembre y octubre, la educación subió 9 puntos y se convirtió en el tema principal para los votantes, según una encuesta de Washington Post-Schar School. Los padres de familia querían tener más voz en las escuelas.

El malestar de los padres de familia con la junta escolar comenzó en el condado de Loudoun, Virginia. Luego vino una carta del Departamento de Justicia, de la Oficina del mismísimo Procurador General Merrick Garland, que amenazaba a los padres. Cada vez más mamás y papás en todo Estados Unidos se están movilizando.

Los asuntos raciales, las restricciones por el Covid-19, así como temas de sexo y género se convirtieron en los conceptos más importantes para la decisión electoral. Los candidatos a las juntas escolares que se pronunciaran en contra del “despertar” tenían apoyo mayoritario.

Los republicanos aprovecharon con éxito las ansiedades de los votantes blancos conservadores que piensan que los intentos de las escuelas para abordar el racismo estructural han ido demasiado lejos.

Durante meses, los padres de familia han estado enojados. Se han presentado a las reuniones de las juntas escolares gritando con amenazas. Hasta el Procurador General de los Estados Unidos se comprometió a involucrar a la policía federal.

Grupos conservadores están brindando ayuda y apoyo a este movimiento. Hay redes poderosas como “Parents Defender Education” y “Moms for Liberty”, así como una inmensa cantidad de grupos en Facebook.

Los padres quieren “volver a lo básico” y alejarse de la educación abiertamente antirracista. Están en contra de la “educación del despertar”, de la teoría crítica de la raza, de los contenidos de diversidad, equidad e inclusión y del aprendizaje socioemocional. Se oponen a CRT, DEI y SEL. La reacción violenta contra CRT bien podría ser la chispa de un movimiento político que aniquilaría las esperanzas de la administración Biden de mantener sus mayorías en el Congreso el año próximo.

Y lo que es aún más importante, esto podría ser el comienzo de una “contrarrevolución significativa contra el adoctrinamiento que pretende la izquierda radical ejercer en los niños del sistema escolar estadounidense”.

La verdad de las cosas es que los padres de familia enojados cambiaron esta elección. Hay una crisis en el sistema educativo de Estados Unidos. Y eso tiene un impacto en la política. Los padres de familia están molestos porque sus hijos todavía están luchando, tanto social y emocionalmente como académicamente. La escolarización remota se ha convertido en un confinamiento solitario. Hay violencia en las escuelas. Hacen falta conductores de autobuses escolares. Los padres tienen que recoger a sus hijos. Hay maestros sustitutos que cubren las clases. Los cierres de las escuelas irritaron a los padres. Hay ansiedad y miedo. Con el Covid-19, los padres de familia están hartos porque han visto a sus hijos estancarse.

La duda es si la relación tan estrecha entre el Partido Demócrata y los sindicatos de maestros perdurará. Otro de los errores de McAuliffe, que lo llevó a la derrota en la elección para gobernador de Virginia, fue la invitación a Randi Weingarten, presidente de la Federación Estadounidense de Maestros, a compartir el escenario en el cierre de su campaña.

En suma, los padres de familia han estado retirando su apoyo a los demócratas porque están preocupados por perder el control sobre lo que sus hijos están experimentando en las escuelas, desde los protocolos Covid hasta los libros en la biblioteca y los debates sobre equidad y raza.

La educación, un tema que había favorecido a los demócratas durante décadas, hoy se ha convertido en un lastre para sus candidatos. Nunca habíamos leído sobre tanto sentimiento en contra de los maestros como durante la pandemia. Los cierres de escuelas alienaron a grandes segmentos de padres, en su mayoría demócratas.

Los republicanos se han apoderado de las escuelas y de la educación como un mensaje político. Los padres de familia se sienten ofendidos por la enseñanza precisa sobre la esclavitud, la reconstrucción y el racismo estructural. Las políticas de los republicanos para las escuelas son antiliberales, con un lenguaje fuertemente moralista. Y lo hacen porque detectaron las fallas políticas genuinas que han enfurecido a buena parte del electorado demócrata. Nadie, ni en Estados Unidos ni en México, debe menospreciar el poder de los padres de familia.