Y digo y reitero, no estoy hablando (escribiendo) de toda la oposición. Pero tristemente hay algunos miembros de ella que dan realmente vergüenza y no ayudan para nada para que los contrapesos en la democracia realmente existan.
Probablemente, como dijo alguna vez el presidente López Obrador, la plataforma X (que en otros tiempos era Twitter) no tiene mayor relevancia. El presidente aseguró en años pasados que lo que se dice en esa red no traspasa el mundo digital del mundo no digital y que ahí se quedaba y nada pasaba.
Creo que AMLO, digamos, está un poco “fuera de onda”, porque por supuesto que lo que se dice el redes sociales, la narrativa que existe en X, los temas principales que se tocan permean fuera de la red y llegan a muchos que no utilizan las redes sociales para nada. Sobre todo las personas de la tercera edad que no se enganchan con lo digital y prefieren seguir leyendo las noticias en el periódico Reforma o en La Jornada. Ambos diarios ya sabemos de distintos bandos políticos.
Los noticieros de Televisa tienen un cambio muy notorio. Hay bajas de conductores notables y la llegada de nuevos conductores... en fin. Todo es dinámico y todo está cambiando. Me alegra ser testigo de esto.
Pero dentro de estas narrativas digitales encuentro comentarios cargados de odio. Puedo atribuir esto a que AMLO tuvo 6 años para diseminar su resentimiento y por supuesto que hay un daño emocional en las personas.
Pero la manera en cómo la oposición se expresa de la futura presidenta es lamentable.
No voy a replicar lo que de ella y de su persona se dice pero me parece que es excesivo. Y entonces ese fragmento de la oposición que piensa que son diferentes, terminan siendo iguales.
Yo al menos no voy a participar alentando el odio hacia la presidenta de este país. Yo sí yo diferente.
También me quedé realmente impactada porque ayer circuló en X un video en donde un niño chiquito entrevista a Jesús Ernesto, el hijo menor de López Obrador.
El joven tiene el mismo tono al hablar que el que tiene su padre. Pero la manera de expresarse fue de un joven que es muy educado, que de manera cortés e inteligente le contestó al pequeño entrevistador, incluso le confirmó que definitivamente él no quiere ser presidente. Le vi mucho más culto y estable que los otros hijos de López Obrador.
A mí me gustó lo que vi. Y lo comenté en X. Dije que me parecía un buen muchacho Jesús Ernesto... Y fue suficiente como para que llegaran a atacarme los llamados opositores. A inundar mi tuit con apodos deleznables contra el joven. Y también atacándome por mi comentario. Como que de pronto me volví “enemiga” por hablar bien del hijo del presidente.
¡Caray! Es un adolescente apenas. Imagino lo difícil que ha sido para él lidiar con tanto odio. El que menos culpa tiene de todo es él.
Creo que viviremos tiempos cargados de odio en este sexenio. Insisto: fue un poco lo que sembró el presidente.
Pero me asusta que la oposición tenga esta única forma de defender lo que piensan y sienten. Hay otras formas y otro modo.
No con apodos terribles contra una mujer y contra un adolescente. Yo no soy esa y no lo seré. No seré parte nunca de esto, aunque sea lo único que quede por hacer.
Tengo la esperanza que Claudia Sheinbaum tenga otra forma de gobernar, que no sea golpeando y golpeando políticamente sembrando odio contra los que no le caen bien; contra los que la cuestionan. Espero que Claudia entienda que por ahí no es la vía… Ruego que entienda que lo que hizo AMLO durante 6 años no se debe de hacer.
Quizás ella me lea. Quizás comprenda lo que intento decir. Quizá más personas me lean y también analicen que a través de los apodos deleznables y los tuits cargados de odio no se gobierna ni se le permite a otros gobernar.
Seamos diferentes. Demostremos que sí lo somos.
Confrontación con argumentación y respeto, SÍ. Seremos los principales observadores de que las cosas se hagan bien. No se pide ceguera. Se pide respeto y clase.
Ataques y dardos cargados de odio, NO. No es un país que está en convulsión. No en un país en donde unos que otros se matan.
Por cierto acabo de estar en CDMX, a plena luz del día un hombre tirado en la calle con un machete atravesándole el hombro. El taxista con el que iba miró con plena indiferencia y siguió su camino.
No, no somos esto.
Es cuanto.