Estamos convencidos de que, desde todos los puntos de vista, Morena ganará la elección presidencial sin comprometer el resultado para el próximo proceso electoral. Es decir, triunfará con una ventaja holgada que, a la postre, legitime el ejercicio. De hecho, muchos calificamos este desarrollo como el que vivimos en el pasado periodo donde AMLO arrasó en el escrutinio público. Incluso, lo mejor sería contar con la fuerza política de Marcelo Ebrard, para hacer más contundente el triunfo en las urnas.
Él, en cambio, inició su ruta presidencial y, como sabemos, su decisión estará sujeta al fallo que emita el órgano colegiado del partido luego de impugnar el resultado. Será muy difícil que la conclusión se revierta, pues el propio presidente Obrador, en un acto simbólico, entregó el bastón del mando a Claudia Sheinbaum. Eso, por supuesto, sucumbe a toda posibilidad de repetir la metodología que se aplicó y se estima que Ebrard construya su plataforma, pero sin romper con Morena. No sé si sea una opción para él competir bajo las siglas de Movimiento Ciudadano.
Si esa es su decisión, no provocaría efectos adversos para Morena, como se puede apreciar en las más recientes encuesta que publicó SDPnoticias. La razón de esta situación radica en que, sin lugar a dudas, el lopezobradorismo mantuvo intacto el respaldo popular. En todo caso, quien saldría más afectado sería el Frente Amplio por México, por eso tanta insistencia en presionar para construir un bloque con cuatro fuerzas políticas.
Morena lleva la delantera no solamente en las encuestas de opinión pública, sino en el poderoso equipo que pondrá en marcha Claudia Sheinbaum. Obviamente, la decisión de sumar a tres aspirantes a la candidatura presidencial reconoce el deseo de la coordinadora de llegar sólidos a la cita del próximo año. Pero, de igual forma, construye una columna vertebral de apoyo para diferentes temas. Eso se puede constatar con la incorporación de Gerardo Fernández Noroña, como vocero de los trabajos. Una decisión atinada, por la experiencia que ha acumulado Fernández a lo largo de muchos años. Aunque el fin, claro está, es apuntalar un nivel de contención y debate fuerte ante los medios de comunicación. Eso lo hace muy bien Noroña.
Y la designación clave, no hay duda de ello, es la de Ricardo Monreal. Claudia, con él, tendrá un operador político eficiente en cualquier terreno, pues el zacatecano sabrá hacer los ajustes necesarios en la organización, la planeación y la logística. Además, será un factor fundamental como estratega. Recordemos que, en dos periodos de elección presidencial, asumió trabajos de coordinación con López Obrador. Es, en pocas palabras, el activo más experimentado que tiene Morena en estos momentos decisivos de un ejercicio de esa naturaleza.
Conviene decir que, en más de 45 años de quehacer político de Monreal, ha sentado un precedente importante. Sin duda, Sheinbaum nombró, sin exagerar, al mejor para los trabajos de interlocución de los distintos sectores de la población. Ricardo Monreal, por ejemplo, tendrá una responsabilidad clave en la elección de Claudia; será el cerebro de la campaña y, de paso, cumplirá con las expectativas de ese nivel que requiere el curso, pues la experiencia, al fin y al cabo, es la mejor herramienta, especialmente porque llevarán, tras bambalinas, la carga de planeación para que los recorridos sean un éxito total.
Para Claudia Sheinbaum, contar con un elemento como Ricardo Monreal, le da fortaleza a la estructura y, con ello, asegura una eficiencia en los trabajos territoriales. De hecho, todos coincidimos que fue, para efectos políticos, la mejor decisión nombrar a Monreal en esa posición. Una apuesta que, finalmente, habla de la importancia que le están dando a la plataforma.
El fin, claro está, es ganar pese a la diferencia que lleva Morena. O sea, Claudia no se confía de llevar la delantera, sino que quiere asegurarla mediante la puesta en marcha de un equipo como el que está tejiendo para dominar la elección. Y, para lograrlo, está armando una selección de cuadros que asumen esa tarea y, de paso, saben manejar la enorme presión que se genera. No cualquiera puede con ese paquete. Se necesita habilidad, sagacidad, experiencia, elocuencia y madurez. Algo que, indudablemente, posee Ricardo Monreal, el estratega clave de Sheinbaum.