REFUTACIONES POLÍTICAS

Primera parte: La Dialéctica del Amo y el Esclavo

Desde los albores del pensamiento moderno, la libertad ha sido no sólo una categoría jurídica, sino una experiencia ontológica ligada al conflicto. En la dialéctica del amo y el esclavo, desarrollada por Hegel en la Fenomenología del Espíritu (1807), se expresa uno de los dispositivos filosóficos más profundos sobre la constitución de la subjetividad y el devenir histórico de la conciencia humana. El punto de partida es una escena originaria de confrontación: dos conciencias se enfrentan, y en ese enfrentamiento se disputan el reconocimiento.

Una de ellas, ante el peligro de la muerte, cede: se convierte en esclava. La otra, al imponerse, se convierte en amo. No obstante, la paradoja estructural de esta relación reside en que el amo, al no mediar con el mundo real, queda atrapado en un reconocimiento vacío, mientras que el esclavo, sometido pero laborioso, es quien transforma la naturaleza a través del trabajo y, con ello, a sí mismo. La dialéctica entonces anticipa una inversión: es el esclavo quien, con el tiempo, se eleva a la conciencia plena.

“El trabajo es la formación del ser para sí. Mediante el trabajo, el esclavo educa su conciencia.” (Hegel, Fenomenología del Espíritu, §196)

Trabajo, miedo y devenir humano

El motor de esta formación es el miedo a la muerte —temor fundacional que lleva al esclavo a renunciar a la confrontación directa—, y sin embargo es justamente esa renuncia la que lo empuja al trabajo, a la praxis transformadora. Mediante el trabajo, el esclavo entra en contacto con la realidad material, la modifica, y en ese proceso modifica su conciencia. La dialéctica hegeliana no es lineal ni dogmática: es movimiento, contradicción, superación (Aufhebung). Solo a través del sufrimiento, la repetición y el deseo de reconocimiento pleno, la conciencia del esclavo puede superar su condición.

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En esta concepción, el trabajo no es alienación, sino mediación: es el lugar donde el ser humano se objetiva, se encuentra con la resistencia del mundo, y aprende a liberarse. Pero esta libertad no es inmediata: requiere conciencia de la opresión, memoria del conflicto y deseo de emancipación.

“La conciencia sólo alcanza su verdad cuando se halla a sí misma en otra conciencia.” (Hegel, Fenomenología del Espíritu, §178)

La captura neoliberal del deseo de libertad

En el mundo contemporáneo, sin embargo, esta dialéctica se ha desactivado. El amo ya no necesita látigo; el esclavo ya no desea liberarse. ¿Qué ha ocurrido? El neoliberalismo, como ideología hegemónica de los últimos cincuenta años, ha secuestrado la idea de libertad, despojándola de su contenido conflictivo y emancipador. La ha vaciado de historicidad y la ha convertido en una función del mérito individual y del éxito mercantil.

La libertad ya no se define como autonomía colectiva o autogobierno consciente, sino como capacidad de elegir dentro del mercado: consumir, competir, emprender. En este marco, el trabajador ya no se percibe a sí mismo como oprimido, sino como libre por el simple hecho de poder participar —aunque precariamente— en el juego económico. Se trata de una forma de falsa conciencia, en el sentido marxiano, pero más sofisticada: ya no se oculta la explotación, sino que se celebra como libertad.

“El sujeto neoliberal es empresario de sí mismo: explotador y explotado a la vez.” (Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio, 2010)El resultado es una suspensión de la dialéctica: no hay conflicto visible, no hay deseo de superación, no hay historia. El esclavo trabaja, se desgasta, se somete... pero cree que es libre. Y en esa creencia reside la más eficaz de las dominaciones.