Como en todas las familias mexicanas, estoy segura, ustedes que me leen tienen algún primo —hermano, alguna tía— que es obradorista de hueso colorado.

¡Uy! Cuidado y les toques al líder de la nación o a la futura presidenta de este país —la hoy candidata de Morena— porque se encienden los ánimos, se enardecen las charlas de sobremesa, hay manoteos, gritos, miradas de furia, enojo… cucharas y tenedores volando.

Mucha gente se ha dejado de hablar incluso, amistades que antes eran sólidas ahora están completamente rotas porque de un lado está el apoyo obradorista y por la otra parte la antipatía hacia AMLO.

Tuve en mi casa hace unos días (mi casa, que es la casa de todos ustedes) a un ser muy querido para mí que desde hace más de 20 años ha adorado al ahora presidente… y ahora adora a la sucesora, Claudia.

Me ha dado sus razones mil veces pero ninguna me parece de sustancia y de peso: no explican el porqué quiere tanto al presidente López Obrador, sin embargo sus ojos le siempre brillan al hablar de él —y de Sheinbaum— y eso me conmueve. No podemos negar que Andrés Manuel López Obrador es muy amado por muchas personas. Hoy en día ser amado por una sola persona es una especie de lotería ganada, así que sí… creo que el presidente es un hombre muy suertudo.

Tuvimos un fuerte encontronazo, para no variar por tocar temas políticos —la verdad de las cosas es que siempre he intentado no decirle mucho de lo que pienso porque la conversación termina en rabia y en enojo de su parte, no de la mía—.

Pero cuando les digo enojo, créanme: es un enojo real. Que traspasa cualquier apasionamiento momentáneo y efímero como cuando se habla de religión, por ejemplo. El enojo de las personas que aman a López Obrador es un enojo que se vuelve personal.

Este ser querido mío del que les platico creo que ya no me quiere porque, por más que intenta no logra convencerme de la grandeza de Andrés Manuel López Obrador y del porqué sí Claudia Sheinbaum debe de ser presidenta.

El documental

En medio de la discusión me pidió hacer una tregua: el trato consistía en que ambas viéramos juntas el documental de Claudia Sheinbaum llamado pues, así : “Claudia: El Documental”, dirigido por Rodrigo Ímaz.

—¿Y ese dónde se ve o cómo? La cuestioné.

—”Qué raro que te dices columnista y no sepas que lo puedes ver en YouTube”.

Yo tomé aire. De nuevo venía el ataque.

—Es que yo nada más veo videos de conciertos Luis Miguel en YouTube. No lo uso para nada más—, le dije de manera irónica.

Torció la boca. Busqué el documental y ahí estaba. Pues bueno, le di play (o iniciar en spanish).

Lo primero que sale es una leyenda diciendo que ese documental está dirigido solamente a los obradoristas y morenistas.

De manera irónica ahora ataqué yo: “¿Ya ve? Ahí dice que no lo puedo ver. Que nada más está pensado y va dirigido a personas amlovers y claudistas, por ponerle ya de una vez el término”.

Pues bueno, la leyenda, pensé, me prevenía de evitarme futuros corajes porque lo que verían mis ojos serían de mi desagrado en cuanto iniciara el documental y al finalizarlo también. Pero no fue así, hubo partes realmente buenas.

Y con respeto y en silencio, me puse a ver el documental y ella a mi lado.

Cinematográficamente hablando está muy bien hecho. No soy experta en el tema, pero la producción es muy buena. De calidad, pues. Hizo más que correctamente su trabajo el cineasta Ímaz. Cosa muy rara viniendo de la 4T.

Visualmente…, la fotografía es muy buena. Me gustó mucho el enlace que hay con los videos de Claudia Sheinbaum de niña, de joven y ya en edad adulta, hablándole a la cámara de una manera muy natural, al principio.

Es decir, vi a una Claudia Sheinbaum movida y conmovida hablando de lo que creo ama más, que son hijos, su madre y su nueva pareja.

Algo me llamó poderosamente la atención: vi a una madre cercana a sus hijos pequeños. Y los hijos, como niños que son —lo eran en las imágenes— pues no podían hacer una escena fingida. En los videos en los que los hijos de Claudia son pequeños realmente le demostraban a ella su amor, su empatía y cercanía .

Me quedó clarísimo que es una estupenda madre. Indudablemente lo es. Y que hoy por hoy tiene a unos hijos que le reconocen ese amor y esa entrega.

Mariana, hija biológica y Rodrigo (el cineasta, sí). No queda claro en esa parte, en la muy rápidamente nos hace saber Claudia que ellos son medios hermanos. Sin embargo, en las imágenes de la infancia se nota el amor y la unión entre la niña y el niño como verdaderos hermanos.

Encontré en los hijos de Claudia Sheinbaum el segundo elemento fresco del documental. El primero es cuando Sheinbaum habla de su infancia y de su pasión por la política desde joven.

Claudia Sheinbaum sabía ser líder y en aquellas épocas cuando había grandes movimientos estudiantiles, por ahí a finales de los ochenta, ser dirigente era digno de considerarse. Entre tantos jóvenes que quieren hablar y alzar la voz, Claudia sabía poner orden y ser la voz de un montón de jóvenes que se manifestaban para exigir estudios gratuitos en escuelas públicas de calidad.

Claudia Sheinbaum apostaba por una resignificación de la educación gratuita. Algo así como que luchaba por darle dignidad a la escuela y a la educación pública. Recuerdo bien esas épocas, cuando de verdad los jóvenes eran movidos para luchar por algo en la vida. Hoy no los veo motivados por prácticamente nada, tristemente. Ya no alzan la voz, son apáticos y están desilusionados de los políticos que les prometen cosas que no cumplen. Me quedé pensando en la importancia que tendría hoy en día volver a ver a los jóvenes unidos exigiendo buenos gobiernos. Pero eso quizá no pasará.

Un personaje fuerte del documental es la madre de Claudia Sheinbaum, Annie Pardo. Muy seria, enérgica y hasta dura es como la pude percibir. La misma Annie reconoce que fue “bastante estricta” con su hija, ante lo cual Claudia la abraza y le dice: “Sí, pero eran los tiempos”.

Quiere decir que Claudia ha asumido durante toda su vida que está bien ser duro y estricto con ella, es algo que lo toma como muy natural. Pero definitivamente el amor entre madre e hija es palpable en dicho documental.

Me gustó ver a una Claudia emocionada hablando de sus pasiones y gustos, por un lado el ballet y de ahí a practicar el canotaje. La misma Claudia acepta que nada tenía que ver una cosa con otra, pero en la vida vas buscando tu camino para encontrar tu lugar en el mundo. Eso es así.

Otra de las cosas que he de decir que noté, es que a Claudia se le percibe un gran amor por la CDMX especialmente, no me imagino a una Claudia Sheinbaum viviendo en provincia. Es una ciudad que ama y por la que ha trabajado mucho, pero que también ha sufrido colapsos muy serios y heridas profundas. Claudia en el documental evita hablar de ellas, quizá por recomendación de sus asesores de campaña. Cuando ya gobierne el país en la medida que no toque esos temas —los capitalinos y loas de toda la nación—, en esa medida no cerrarán las heridas. Llegará el momento de hablar de lo que duele, lo que lastima, lo que ningún mexicano podrá olvidar. Veremos cómo lo afronta en su presidencia, que será vida real, no fílmica.

Obrador, Obrador

Por supuesto, la sombra y la imagen de López Obrador salpica a todo el documental. En el inicio, a la mitad y al final la figura del presidente aparece y, ¡cómo no hablar de él! De eso sí que había que hablar porque sí, el presidente confió a ciegas en Claudia Sheinbaum y ella siempre le será leal.

Muchos de los personajes que salen en el documental en imágenes de los ochentas y noventas hoy por hoy conforman la llamada Cuarta Transformación.

Muchos de quienes han caminado con López Obrador en sus éxitos y caídas hoy son parte de su gabinete, hoy tienen jugosos puestos, hoy están de su lado y si hay alguien que creyó con fervor en el presidente fue Claudia Sheinbaum. Por eso es que al ver el documental me quedó claro que nadie más podría darle continuidad al proyecto de la Cuarta Transformación; era ella, las otras corcholatas no eran tan obradoristas.

Un poco de porras se aventó Claudia al hablar de la excelente organización que hubo para la aplicación de la vacuna contra COVID y de la extenuante lucha que enfrentó para poder ayudar a conseguir insumos durante la etapa más fuerte de la pandemia.

Yo no vivía en ese momento en CDMX, pero sí, la gente estaba conforme con la buena organización que prevaleció en la aplicación de la vacuna contra el COVID. La gente de la CDMX que me lee me podrá decir con más claridad si así fueron las cosas realmente.

Por otro lado, hay un tema que me llamó poderosamente la atención también: Claudia narra cómo entre tanto trabajo y quehaceres académicos y profesionales, su madre la apoyaba con sus dos hijos cuando estos eran pequeños. La vida de miles o millones de madres mexicanas que se hacen cargo de los nietos mientras la madre trabaja.

Una Claudia afligida nos compartía en el documental que esos tiempos fueron de mucho estrés para ella porque le daba terror pensar en no poder llegar a tiempo a recoger a sus hijos a la escuela por el tráfico de la CDMX. Cosa curiosa, porque es el mismo presidente al que ella sigue, el que quitó la existencia de las estancias escolares, de las guarderías. Eso deberá recuperarlo ya que sea presidenta.

Claudia debe de saber que muchas madres trabajadoras como ella están sufriendo el no tener donde dejar a sus hijos ahora. Claudia contó con el apoyo de su madre, pero hoy en día ¿cuántas madres trabajadoras pueden contar con la ayuda de algún familiar si las estancias escolares se recortaron?

Me imagino que Claudia querrá otro México muy diferente al que hemos estado viviendo. Pero en el documental nos dice de una manera inconsciente y subliminal, y nos advierte, que ni por error pensemos que habrá una desvinculación de Claudia si llega a ser presidenta con el ahora presidente de México. Aunque Claudia haya intentado una y otra vez decir que no será una calca de López Obrador, sin duda su identificación con el tabasqueño es total.

Otra de las cosas que me llamó poderosamente la atención es que Claudia tímidamente contó que estudió un doctorado en Estados Unidos. ¡Estudió en Estados Unidos! Eso que tanto ha criticado el presidente, llamando aspiracionistas fifís a los que han estudiado en el extranjero.

Terminó el documental con una Claudia expresando, como si fueran votos religiosos, lealtad que sintió, siente y sentirá por siempre y para toda la vida por Andrés Manuel López Obrador.

Pero el documental nos mostró también una parte humana de López Obrador, la única que le he visto, a decir verdad, en estos casi seis años: AMLO sabe ser un hombre agradecido, sin duda. Y no se olvida de quién estuvo con él en las peores. Hoy todos los que le acompañaron en su larga lucha tienen un lugar en la 4T.

Claudia es una mujer que dice que nunca más habrá mujeres que “calladitas se vean más bonitas”. Dice que esta transformación incluye las voces de todas. Pero sé que en el fondo Claudia sabe que esto no ha sido así. Ha habido logros —tendremos presidenta—, pero quedan faltantes en el tema del feminismo.

Me gustó, por otro lado, ver la dinámica de los hijos de Claudia Sheinbaum. Jóvenes que no se les vibra o se les nota la prepotencia por ningún lado. Ni a Mariana ni a Rodrigo se les ve así, juniors. Son jóvenes que caen bien, genuinos y transparentes. Al menos salen del formato de hijos de presidentes que de plano no cuentan con la simpatía de los mexicanos.

Me parece que la fortaleza de Claudia serán sus hijos si siguen manteniendo esa línea de espontaneidad y frescura. Y es que no son jóvenes que hayan sido acosados (no todavía) por el escrutinio público. Veremos cuando les caigan todos los reflectores cómo realmente son y se comportan. La prueba definitiva será cuando tengan a su madre como presidenta de nuestra gran nación.

“¿Qué opinas?”

Así que terminó el documental y la persona con que lo vi me dijo: “¿Qué opinas?”. Y le expresé todo lo que aquí les estoy contando.

No se quedó conforme, pero tampoco es una persona tonta. Como buena militante que es hay cosas que nunca va a aceptar y que yo tengo que respetarle.

La persona con la que vi este documental seguirá defendiendo al Presidente toda su vida y yo seguiré expresando lo que pienso también mientras Dios me la dé.

Siempre lo he dicho y lo sostengo: Yo hago críticas contra este gobierno y contra lo que no me parece de él pero no ataco y agredo a ningún mexicano. El problema empieza cuando tanto los de izquierda como los de derecha asumen las críticas que para bien y para mal hay contra Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum y las toman como ofensas propias. Por eso es que hay tanta división.

Interesante ver el documental porque, también lo he dicho muchas veces, hay que leer mucho, estar informados lo más que se pueda, escuchar y tener los ojos y oídos bien abiertos para poder formarnos criterios propios pero sustantivos y con argumentaciones de peso.

Es cuánto