Las encuestas de febrero, publicadas por varios medios de comunicación, fueron un balde de agua fría en el cuarto de guerra de Xóchitl Gálvez y de los partidos de la coalición del PAN, PRI y PRD. En sus cálculos, en el periodo de intercampaña, la ventaja de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez debería ser menor a 15 puntos porcentuales, pero eso no ocurrió.

En la derecha, desde mediados de diciembre se fueron los moderados y llegaron los duros. No hablo de las designaciones formales y públicas, de hecho, los duros tienen poca o nula relación con los equipos formales de campaña y con la candidata. Que Xóchitl haga su lucha lo mejor que pueda, de algo servirá. El objetivo cambió. Ya no se trata de que la candidata crezca en las intenciones del voto, sino disminuir las preferencias de Claudia Sheinbaum y minar la legitimidad de la elección.

El piso de esta estrategia, obvio, es impedir que Morena y aliados logren la mayoría constitucional, no les importa si en el camino anulan la elección. Los ejecutores de este plan olieron la debilidad de las instituciones electorales, particularmente la del último eslabón de esta cadena: el del Tribunal Electoral, que funciona incompleto y su pleno es una hoguera de vanidades e intereses.

Para lograr la primera o la segunda meta en los próximos noventa días deben exacerbar el miedo y el odio, después difundir acciones que generen caos para inhibir la participación electoral, para finalmente desconocer el resultado.

El eje de este plan asomó las narices: vincular a López Obrador, a Claudia Sheinbaum y a Morena con el narcotráfico. El hashtag de la infamia. Una versión 2.1, corregida y aumentada, de “México quiere la paz” de hace treinta años y de “AMLO un peligro para México”, del 2006.

El PAN no tiene militantes organizados y movilizados. El PRI ya no cuenta con sus otrora poderosos sectores corporativos: CTM, CNC y CNOP. El PRD perdió cualquier capacidad de movilización. Los ciudadanos que se congregaron el 18 de febrero en el Zócalo son importantes, pero no basta. A la derecha le quedan los medios y principalmente las redes sociales, el espacio de la libertad de expresión por excelencia, pero también de la impunidad porque domina el anonimato.

No es una teoría de la conspiración de serie estadunidense, sino una estrategia que se ha aplicado en otras naciones en varios procesos electorales, por los mismos medios e inclusive con el mismo discurso o narrativa, como ahora se le llama. Este es la vinculación con el narcotráfico, como ocurrió en Bolivia, Brasil y por supuesto, en Argentina.

El detonante fue el artículo de Tim Golden, cuyo contenido era inocuo, pero que los voceros de la oposición hicieron crecer como la espuma y en donde las declaraciones del presidente atizaron la hoguera. Es imposible que un tema político tenga más de 150 millones de mensajes de manera orgánica e incluso con los mismos errores.

Estas estrategias florecen en las zonas grises de la falta de regulación de las redes sociales y en la pasividad de las autoridades. Aún se desconoce los impactos que tendrá en el desarrollo del proceso y de la jornada electoral. No hay evidencia de que un like sea igual a un voto, lo que sí se sabe es que influye en el ánimo social. La herramienta más importante que los ciudadanos tenemos es nuestra capacidad de decidir. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.

Onel Ortíz Fragoso en X: @onelortiz