Efectivamente, todas las encuestas de opinión coinciden en esa tendencia que, sin duda, es imposible revertir a estas alturas. Ya sé que muchos dirán que aún no se oficializa la campaña, y que hay mucho camino por recorrer. El punto es que, ni con el tiempo restante que queda, el Frente Amplio por México puede superar ese margen monumental. Son más de 30 puntos de ventaja los que separan a Sheinbaum de Xóchitl. En todo caso, se trata de una distancia que, con el paso de los días, se ha multiplicado a favor de Morena. O sea, entre más se acerca el ejercicio de proselitismo, más se consolida la fuerza lopezobradorista.

Y la pregunta es: ¿cómo superar ese trecho? No hay forma. El Frente Amplio por México está contra las cuerdas. De hecho, Xóchitl no ha podido ni podrá acotar el margen que ha ido acumulando Sheinbaum. Ayer, a través del medio internacional El País, se divulgó uno de los estudios más confiables. Y, por más que Gálvez no acepta la derrota anticipada, el mundo se le viene encima. En efecto, ni con el anuncio de su conferencia ha podido captar la atención. A eso, a propósito, contribuye la nula elocuencia de la candidata de la derecha.

La encuesta de El País detalla el voto efectivo de cada una de las coaliciones y Sheinbaum, para el caso, cuenta con el 65% de la votación bruta. O sea, Xóchitl ni siquiera se acerca a una ponderación que pudiera meter en aprietos a Morena. La elección, ya lo dijimos, está definida y saldada a cinco meses de que se lleve a cabo. De hecho, desde hace mucho sabíamos que así sería. De entrada, porque Claudia sí aprovechó el tiempo en cada uno de sus recorridos por el país. Propuso y cuidó cada aspecto en temas de trascendencia que, a la postre, son fundamentales, como el caso de los programas sociales, la educación y la salud.

Sabemos que la oposición jamás aceptará la realidad. El problema es que no han hecho nada para remediar el desencanto en que viven. En lugar de sugerir o construir un proyecto, siguen insistiendo en la burda estrategia de la guerra sucia. Es muy rara la vez que mencionan un tema de interés público, pues la mayor parte del tiempo se dedican a cuestionar y criticar sin fundamento. Sabemos que eso es una forma natural de ellos, empero, es una mala apuesta, especialmente cuando tienen una abanderada tan limitada como Xóchitl.

Es sencillo: Claudia Sheinbaum ha tomado el control total de la contienda por la carrera presidencial. Es más, lo hizo desde que ganó la encuesta interna de Morena. A partir de ese momento, construyó un equipo de trabajo que sabe perfectamente lo que significa un proceso de esta naturaleza. Xóchitl, en cambio, aceptó una estructura sin refutar. O sea, detrás del cuarto de guerra de Gálvez transita un esquema de componendas, fruto de las malas decisiones por el reparto de posiciones o tareas que llevarán a cabo durante la campaña. Como premio de consolación, claro está, le dieron la oportunidad de que sus hijos formen parte — no del discurso ni la estrategia— sino simplemente de una plataforma.

En resumidas cuentas: Claudia Sheinbaum ganará la elección presidencial, tiene más de 30 puntos de ventaja y, déjenme decirles que, una vez que inicie el esquema de debates, Xóchitl se derrumbará más. Una de las agravantes principales, desde luego, radica en su falta de argumentos para defender una postura. Gálvez titubea mucho; cuando no dice una cosa, dice otra. Cambia el discurso y no tiene una personalidad política definida. He ahí la gran diferencia que marca la abanderada de Morena. Claudia, de hecho, ha madurado su liderazgo y sabe perfectamente dónde está parada. Y, a un mes de que comience la campaña oficial, no hay nada que detenga el efecto que ha generado.

A pesar de la guerra sucia, Claudia Sheinbaum se ha sobrepuesto. Los 30 puntos de ventaja son la mejor prueba de que la guerra sucia sigue siendo banal e insuficiente. Algo similar a lo que pasó en 2018, cuando muchos pensaron que la hostilidad sería un mecanismo perfecto para descarrilar a Morena. No fue así y, de manera paradójica, eso hizo crecer al lopezobradorismo. Tal vez vivimos algo semejante.

Claudia Sheinbaum ganará la presidencia de la república.