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El subsecretario de Prevención y Promoción de la salud, Hugo López Gatell, habló en la conferencia mañanera de este martes 11 de abril sobre los daños que produce el consumo de fentanilo y afirmó que el tráfico de esa droga no parte desde la frontera mexicana, más bien hay rutas del opioide de Estados Unidos a México.

El consumo de fentanilo en los Estados Unidos ha causado más de 100 mil muertos, pero en México este narcótico casi no se consume, más bien se ha vuelto un problema político entre los dos gobiernos y no hay una cooperación efectiva entre las naciones que corte las fuentes de financiamiento de los narcotraficantes, además de no haber una política efectiva de prevención. El verdadero problema para el país azteca es el aumento de los adictos mexicanos al cristal.

La Secretaría de Salud reporta que entre 2017 y 2021, 53.3% de las personas en tratamiento demandaron ayuda por la adicción al cristal; por lo que esto se está convirtiendo en una de las peores problemáticas para México.

Raúl Martín del Campo quien es Director de Planeación del Instituto Nacional de Psiquiatría afirma que el cristal (sustancia estimulante de diseño que puede fumarse, inhalarse o inyectarse) es ya la droga que más problemas causa en México, debido entre otras cosas a su fácil acceso, su potencial adictivo y la frecuencia tan grande en la que causa problemas graves de salud.

El especialista indica que al fentanilo (sustancia opioide sintética) se le ha dado mucha difusión en los Estados Unidos, debido a que en dicho país se considera un grave problema de Salud Pública y causa miles de muertes anualmente.

Sin embargo, de acuerdo con cifras de la CONADIC que nos compartió, de las cien mil personas registradas en tratamiento para adicciones en México únicamente 70 están relacionadas con el fentanilo, por lo que hoy en día representa un porcentaje mínimo y que habrá que monitorizar con cuidado para que no se convierta en un problema mayor.

El cristal, sin embargo, ha superado ya al alcohol como sustancia de mayor impacto, lo que debería alertarnos sobre los estragos que podría ocasionar en caso de que no actuemos de forma rápida y eficiente.

El uso del cristal se asocia a muchos trastornos físicos graves. La droga puede causar aumento del ritmo cardíaco, subida de la presión arterial, y daño a los pequeños vasos sanguíneos del cerebro, lo que puede conducir a un derrame cerebral.

Entre los efectos secundarios del cristal se encuentra la desfiguración facial y dental, fuertes alucinaciones, secreciones y viscosidad en la piel, manchas en la piel y finalmente, la última consecuencia es la muerte del consumidor o de algún familiar o ser querido derivado del consumo.

El fentanilo y cristal se fabrican con precursores de la industria farmacéutica legal; el primero es un opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, mientras que el segundo es una metanfetamina que comúnmente se produce en laboratorios ocultos e ilegales mezclando distintas formas de anfetamina (otra droga estimulante) o sus derivados, con otros químicos para aumentar su potencia.

En México no se produce el fentanilo, esta sustancia se fabrica en China y entra a los Estados Unidos generalmente por su frontera canadiense.

Uno de los precursores que se usan para la fabricación de cristal es la efedrina que es una sustancia, contenida en muchos productos farmacéutico de venta libre y sin receta médica, tiene la propiedad de causar la liberación de dopamina, una hormona que, entre otras pocas, regula el estado de ánimo en el cerebro, mediante otros procesos químicos complejos.

La efedrina es mezclada con fosforo, yodo, drano, líquido de frenos y cocinadas con gas butano que son sustancias excesivamente toxicas para el cuerpo humano.

El combate a las adicciones de fentanilo y cristal tendría que contar con la colaboración entre los gobiernos de los Estados Unidos, China, Canadá y México, que no solo sea una lucha policiaca contra los traficantes de drogas, también es necesario que se corten los circuitos financieros de los criminales que trafican con estas sustancias, una supervisión más efectiva a las farmacéuticas que producen los precursores necesarias para diseñar estos narcóticos y una política conjunta que prevenga el consumo de estas drogas.