Sale por fin y después de décadas un asunto que lesionó al país y lo dejó lastimado durante décadas. El Fobaproa lo seguimos pagando todos y no hay ni para cuándo termine la sangría al erario por dicho concepto, al contrario: para liberar recursos esos pasivos se reestructuran y a la vez se multiplican, sin que en ninguna administración federal, de cualquier color, se ha decidido a mover un dedo, ya quizás no para renegociar esa enorme carga para la nación, ni siquiera pues para que se castigue a los responsables de semejantes abusos (no sería extraño que ya hayan prescrito los eventuales delitos), sino aunque sea para conocer la verdad oculta, nombres, cantidades, apellidos, esquemas utilizados para el oprobio.

Hoy, por fin y debido a una respuesta oficial a un expresidente convertido en vulgar golpeador al gobierno en funciones, la presidenta Sheinbaum ha tenido la voluntad y la valentía de colocar el tema aparentemente olvidado en la palestra. Ojalá este asunto no se quede en un carpetazo por parte de la UIF y el gobierno federal en general; México merece, así sea luego de más de tres décadas, sentir un bálsamo de desagravio, ante el obsceno y abyecto fraude al erario, que tantas sueños trancó y que tantas vidas cambió para mal, todo a cambio de resolver la de un puñado de hombres sin el más mínimo atisbo de ética, empatía y sentido mínimo de la compasión y de patriotismo.