Se vive en México un proceso de deterioro democrático lagrimable. Mucho se ha escrito ya en torno a las elecciones judiciales y al deseo del régimen de deshacerse de organismos autónomos y de cualquier institución que represente un obstáculo para la consecución de los fines del movimiento.
El canal 11 lo ha hecho de nuevo. Como es bien conocido, es un canal público dependiente del Instituto Politécnico Nacional. Se nutre, por tanto, de fondos públicos asignados por la Cámara de Diputados como parte del presupuesto del IPN.
En las últimas semanas el canal ha redoblado sus esfuerzos para hacerse un instrumento de la propaganda oficial. Bajo la dirección de Renata Turrent y con la colaboración de propagandistas como Álvaro Delgado y Alejandro Páez, han dedicado espacios del canal para hablar sobre las “bendiciones” de la reforma electoral.
Hace un par de días el senador Gerardo Fernández Noroña fue el invitado de “lujo”. En una cómoda entrevista dirigida por Delgado y Páez, habló durante largos minutos sobre la autoproclamada 4T, sobre cómo el pueblo de México ha “elegido” a Hugo Aguilar, y sobre cómo el movimiento avanza inexorablemente hacia convertir a México en la más avanzada democracia del mundo.
Noroña no ha sido el único participante distinguido. Hugo López-Gatell, cuya identidad está en disputa entre médico especialista y cantor del gobierno (derivado quizás también de su enfado por haber sido apartado de la 4T) ha igualmente protagonizado capítulos bochornosos que distan de estar a la altura de la cultura o de la promoción de los valores nacionales.
El canal 11 parece haber reproducido a la televisión cubana. El que haya visitado la isla habrá constatado el uso faccioso de los medios de comunicación públicos para repudiar la “influencia estadounidense” y para promover la imagen de los Castro como figuras sagradas de justicia en la historia de Cuba.
En este tenor, como he señalado, conviene recordar que el canal 11 es financiado con recursos públicos de todos los mexicanos que contribuyen cada día con su trabajo e impuestos, y también que uno de cada diez mexicanos se abstuvo de participar en la farsa judicial. Resulta reprobable y propio de cualquier Estado anti democrático que un medio de comunicación público sea utilizado como un vulgar instrumento de la propaganda oficial. Debe ser denunciado.