Escribir siempre ha sido mi forma de expresar y de comunicar. También de poder desahogar sentimientos y emociones que de otro modo no podría.

El impacto por la noticia de el asesinato de Ariadna Fernanda fue brutal. Justamente sucedió en un día en el que yo también me encontraba con amigos. Donde también confié en las personas que me rodeaban; donde hubieron risas y donde hubo música... Pero donde estuve expuesta tan solo por confiar y quererme divertir.

Evidentemente, pareciera que no hay punto de comparación entre Ariadna Fernanda y yo, pero sí teníamos mucho que ver: Ambas somos mujeres  y ambas confiamos en otros.

Cómo quisiera que pudieras leerme y cómo me gustaría  hacerte sentir que no fuiste culpable; que se te ha culpado y estigmatizado porque bebiste demasiado.

Nadie merece ser asesinado por beber demasiado.

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Confiaste de más porque ahí había otra mujer. Y sí, nos pasa que cuando nos sabemos acompañadas perdemos todo temor. Sabemos que no nos dejaremos solas.

Pero a ti no solo te abandonaron sino que permitieron tu muerte.

No fue cosa de un tema de misoginia puramente. Se trataba de que en este crimen participó otra mujer. Que al no cuidar de ti ni siquiera se intentó cuidar a sí misma.

¿Qué tenemos que hacer para que la violencia pare en nuestro país?

De todas las maneras posibles y horribles se está dando, enfrente de nuestros ojos, sin poderlo evitar.

¿Qué le espera a mi hija adolescente al querer salir a divertirse? ¿Qué final tendrá?

¿Qué le pasa a los hombres que matan a otras mujeres? Se matan también a ellos mismos.

Matan su poca valía y su baja autoestima. Por lo general violan y asesinan por sentirse una basura. Y terminan siéndolo.

Pero tú ya descansas en paz Ariadna Fernanda, estás donde nadie más jamás intentará agredirte ni aventarte a las orillas de una carretera.

¿Qué tenemos que hacer como sociedad?

Tengo también a un hijo varón: Me toca hablar con él y pedirle que jamás agreda, vulnere e irrespete a ninguna mujer y menos si ésta no se encuentra en sus cincos sentidos. No se trata de tacharla de “borracha”, se trata de humanizarte y no abandonarla.

Como mujer me pregunto ¿Qué clase de mujer soy para otras? Y reflexiono: ¿Cómo puedo ser de utilidad para otras mujeres?

No es posible que entre nosotras nos agredamos… que nos violentemos.

Pero hay que reconocer que la ira de una mujer contra otra es a veces mucho más inmensa que la de el propio hombre.

Entonces, en resumidas cuentas ¿qué nos está pasando como sociedad?

Donde quiera que estes Ariadna, pondré todo de mí como ser humano y como mujer por cuidar de otras. Por educar a mi hijo varón para que jamás repita esos patrones enfermos y despiadados y para que como psicóloga y columnista alzar la voz por ti y por todas.

Porque también una mujer que agrede sufre.

Porque un hombre que viola y mata, debe de sentirse un nada en el universo.

Porque esto que te pasó Ariadna, nos pasó a todas y a todas nos puede seguir pasando.

Desde este mundo de horror  te pido que cuides de nosotros y de nosotras.

Es cuanto.